lunes, 18 de febrero de 2019

EN CAMPAÑA


¡No nos queda nada por oír! Bastó que Sánchez adelantara las elecciones para que todos los lideres, él el primero a la hora de convocarlas con su declaración, dispusiesen inmediatamente a sus tropas y comenzasen, lanzándose de cabeza, a hacer declaraciones, las que fuesen, da igual, había que aprovechar el momento.
En los medios de comunicación, enseguida nos asaetaron con las fechas previstas para esta maquinaria puesta en marcha hace unos días, que si disolución de las Cortes, que si comienzo de la campaña, que si día de la votación, que si días que habría que esperar para conformar las nuevas Cortes, para conocer el nuevo presidente, el próximo gobierno, etc.
Pero me chocó, y muy mucho, como ya sucedió en otras ocasiones, que ni un solo partido respetase esas normas que se pusieron ellos mismos cuando aprobaron la ley electoral. Debería darles vergüenza, pero, claro, para esto lo primero es tenerla.
Desde el primer día, todos empezaron la campaña sin acogerse a la fecha que decían que era el comienzo. A día de hoy hay mítines, charlas, reuniones con afiliados y simpatizantes por toda España. Lo dan en llamar precampaña. Y vamos nosotros, los españolitos a los que en su interior los partidos tachan de tontos, y nos lo creemos El aparato digestivo de estas agrupaciones políticas, encaminado a zamparse todo tipo de escorias que sueltan por la boquita la mayoría de ellos en estas fechas, ha levantado la cuchara, el tenedor y el cuchillo y se han dispuesto ya a tragar, a llenarse el estómago con nuestra inocencia y credulidad, la cual es capaz de lograr que ellos hagan una digestión buena, buena, a cuenta de la previsión de nombramientos donde cobrarán (y seguirán cobrando cuando se vayan) lo que ellos decidan. Para sus sueldos, no preguntan a la ciudadanía; para sus retiros, tampoco; para sus planes de pensiones, menos aún. Pero en precampaña, campaña y poscampaña sueltan cada tontería que dan ganas de mandarlos a freír espárragos o, mejor aún, arrearles una patada en culo y enviarlos a sus casas a que sigan diciendo estupideces, pero en la intimidad, para que no nos molesten.
No obstante, ¿quién sabe? A lo mejor algún día aparece un cabeza de lista lo suficientemente sensato que se sepa rodear de personas capaces y honradas y logre que los españoles nos enorgullezcamos de vivir en este país. Porque de momento, a la vista de lo que hay, uf.


miércoles, 13 de febrero de 2019

RIFIRRAFES Y ENREDOS


Si hacemos caso a los políticos y a los medios de comunicación, España está en un momento dulce. Es decir, cualquier noticia de las últimas que han aparecido de hace un mes para acá, hace que se regodeen y se relaman los dedos todos ellos porque todos tienen razón, o eso dicen:
Inundaciones que han dejado bien claro la escasez de dinero que se ha invertido durante los últimos tiempos en infraestructuras de todo tipo, elecciones andaluzas con la irrupción de un nuevo partido  de derechas o más allá que hace tambalearse al PP, aparición de un tal Guaidó que convierte Venezuela en un ente bicéfalo donde nadie da el brazo a torcer con la asunción por parte de otros países de apoyo a una o a otra cabeza visible, sorpresa política por la demanda de un relator para entablar unas conversaciones entre una comunidad autónoma y el gobierno central que fue eliminado de buenas a primeras en un par de días, negociaciones e intento de aprobación de unos presupuestos del estado donde se priman a aquellas comunidades, como siempre, más cercanas políticamente o más protestonas, pero con gran número de votos, por fin el juicio del proceso independentista catalán, con todos los dimes y diretes que ustedes se imaginen, manifestaciones seudopatrióticas que integran a unos y excluyen a otros simplemente porque sí, porque además en la bandera de España ellos mandan y la sacan cuando les da la gana, los papeles de Villarejo, Francisco Glez, el BBVA y la torre Windsor, y la próxima exhumación de Franco, si la justicia lo permite, claro, aunque falte por decidir, si a ello se llegara, dónde narices lo van a poner, a enterrar, o si lo suben a los altares techado bajo palio y con un montón de obispos alrededor en actitud suplicante, que todo es posible con cierta parte del clero que todavía tiene mucho que decir y todavía, aunque no nos lo quiera decir, manda la de Dios es Cristo. Aún habría más cosas para endulzar las horas en  esta piel de buey o de toro- como  explicó Estrabón para referirse a la forma de Iberia-, si a ustedes le parece, porque, como estamos en un país donde el que no llora no mama, todo es cuestión de llenar o no las calles, de declaraciones más o menos afortunadas o encendidas sobre lo que sea, se tenga o no razón.
O sea que por lo visto esta dulzura es propia del postre del menú, un menú opíparo que comenzó con la investidura de Sánchez y, tras una comida copiosa de varios platos, unos más fuertes y otros más livianos, acabará Dios mediante con la convocatoria de unas nuevas elecciones generales a no tardar mucho.
A ver si no se nos indigesta y a alguien, a algún partido político le da de una vez por gobernar España y atender a las necesidades de todos los españoles, en vez de andar metidos en rifirrafes y enredos entre ellos que en nada ayudan a la salud democrática de nuestro país.