domingo, 14 de noviembre de 2010

De entrenadores y faltosadas

Escribo esto minutos antes del partido que hoy se jugará en El Molinón entre el Sporting y el Madrid
El caso es que el otro día Preciado, entrenador del Sporting, en una entrevista a una radio nacional, dijo, entre otras muchas verdades, que el sr. Mourinho era un canalla y entonces la prensa deportiva madrileña armó la de dios es cristo porque dicen que se pasó veinte pueblos. En un artículo en las páginas interiores del periódico deportivo que más vende nos regalaban hace un par de días algunas de las “graciosadas” de las que es autor en temporadas pasadas de ese entrenador, al cual llegaron a poner a caldo más de una vez (véase la hemeroteca de la misma prensa) en muchas crónicas deportivas, cuando entrenaba a otros equipos y jugaba contra algún equipo español. Pero, claro, hoy entrena al Real Madrid y se convirtió en una persona educadísima que les da entrevistas, que les dice lo que quieren oír, etc, Es el dios del Madrid blanco y todo le está permitido: quien critica a este señor se pasa un montón.
En Asturias lo llamaríamos faltoso a carta cabal sin equivocarnos ni un milímetro. Y Preciado, canalla.
Me paré a ver el significado de esta palabra y, aunque suene un poco fuerte a la prensa blanquísima, dice en el diciconario de la RAE que se aplica a una persona despreciable y de malos procederes. Sobre esto último, no tiene duda nadie, ya lo escribieron en un articulo que mencioné antes, ya lo vimos en la tele y ya lo oímos en otros medios. En cuanto a “ despreciable”, en el mismo diccionario se aplica a quien desaira o desdeña a otro. Y voy al término desairar, y me dice que es herir el amor propio o la dignidad de alguien; es decir, y sigo con el diccionario, hiere la gravedad y el decoro en las maneras de comportarse; es decir, acusa a ese alguien de deshonesto. O sea, que Mourinho acusó a Preciado de deshonesto.
Y todo viene porque este entrenador portugués del Madrid dijo en más de una ocasión que el entrenador del Sporting jugó en Barcelona con un equipo de reservas y que entregó de antemano el partido, por ello, a su eterno rival.
Este señor se cree en poder de la verdad absoluta y que es el único que puede y sabe hacer alineaciones: que se preparen todos los demás entenadores del fútbol español, porque a partir de ese momento, si le hacemos caso a él o a la prensa que lo aplaude, la víspera de cada partido deben enviarle a este jefecito la alineración que va a poner en cada partido para que le dé el visto bueno.
¿Quién se cree que es?Bueno, es quien la prensa deportiva hizo de él: un soberbio presumido incapaz de reconocer ni uno solo de sus errores, incapaz de pedir perdón por unas frases u opiniones desafortunadas.
Así que cuando hizo las declaraciones que hizo, lo único que estaba haciendo era acusar a Preciado de no haber sido honesto en dicho partido, cuando resulta que, y toda la afición lo vio, hizo un gran partido ante el Barça y sólo Villa, ¿quién si no?, pudo marcarle un gol. Así que, si lo acusa de haber sido deshonesto en ese encuentro y es mentira, el adjetivo usado por Preciado es correcto: Mourinho se comportó de forma canalla y además lo hizo como un faltoso cualquiera.
¡Ah, y hoy que gane quien pueda, sin ayudas arbitrales, que a eso tanto el Madrid como el Barça, están demasiado acostumbrados!
Un saludo dominguero y pásenlo bien. ¡Que gane su equipo, el de cada uno de ustedes!

domingo, 3 de octubre de 2010

Perder el tiempo

Casi ni recuerdo el último día que me enfrenté a este espacio rectangular, a esta especie de ventana, que sale en mi PC cuando pincho sobre la expresión "Nueva entrada" de mi blog. Escribía un amigo a quien leo habitualmente en un diario asturiano que " folgar dábase-y meyor que nada nesti mundu", y a mí me sucede, lo sé con certeza, otro tanto de lo mismo. No tengo remedio y supongo que a mis años poco o nada puedo hacer para cambiar. Ya sé que alguno habrá que me diga que siempre hay tiempo para ello, es decir que nunca es tarde si la dicha es buena, pero permítaseme proponerle que conmigo mal va ni siquiera intentarlo. Ni pienso hacerlo, que me va muy bien así, ni pienso dejar que alguien lo intente y descuajeringue el significado que encuentro ahora mismo a mi vida tal y como la vivo, con sus buenos y malos momentos. Ya sabéis que vale más lo malo conocido que lo bueno por conocer. Porque una cosa es " folgar" a todas horas y otra hacerlo sólo cuando hay que escribir algo aquí. Y para esto último me entra una galbana que me da asco: ¡hay tantas cosas sobre las que se me ocurren ideas y comentarios, críticos los más, que cuando me enfrento a ello se me amontonan en la cabeza y lo dejo todo!
Ya veremos, esto debe ser como dejar de fumar: o uno se lo plantea seriamente con la cabeza bien amueblada, o al cabo de un tiempo se vuelve a las andadas.
Y como dejar de fumar tengo que hacerlo por prescripción facultativa y de mi propio cuerpo, pues toca ponerse con esto también. Así que desde ahora intentaré de forma habitual escribir algo.
A ver si me acuerdo
Mientras me pongo con ello, espero que tengan un gran día.


sábado, 12 de junio de 2010

domingo, 16 de mayo de 2010

FELISA (Capítulo 24)

(De cómo la Srta. Fdez del Río se deshace del "aguarón")
-¡Pero, cómo te las arreglaste? Me diste un susto de muerte. ¿Tú te imaginas que te pase algo y me cuelguen a mí la culpa? Y todo porque eres tan inútil que no sabes ni agarrarte como es debido al pelo de mi cuerpo.
Mientras hablaba, como quien no quiere la cosa, le arreó una patada al tronco hueco para descubrir al ratón que, en ese preciso momento, estaba haciendo justamente lo que la nutria se había imaginado. De un zarpazo lo agarró por el pescuezo y lo arrojó a la corriente de sustancias pútridas a la que en otros momentos de esta historia se le llama río. Al tiempo que lo vio hundirse (no se iba a ahogar, que el ratón nadaba de película de Tarzán), por el rabillo del ojo vislumbró en la superficie cuatro pares de ojitos pertenecientes a unas anguilas curiosas que querían saber de qué iba todo aquello y que, nada más ver a la Srta. Fdez, se lanzaron en picado hundiéndose en lo más profundo de la mierda del fondo fluvial para esconderse del bichejo aquel a cuya especie hacían responsable del alarmante descenso poblacional de la de ellas.
Podríamos escribir aquí sobre la pesca indiscriminada que se hace en determinadas rías acabando con la angula, apelando para ello a ciertas tradiciones gastronómicas aptas solamente para determinadas clases sociales con los bolsillos llenos o para cuatro arribistas, snobs o presumidos que desean codearse con los anteriores, aunque ello les suponga dejar sus carteras llenas de telarañas.
Podríamos criticar aquí esta clase de pesca que conlleva que la población anguilera de nuestra cuenca hidrográfica se vaya reduciendo año tras año hasta, quién sabe, seamos capaces de hacerla desaparecer poco a poco de todos nuestros ríos. Pero hoy no me van las críticas, así que sólo un apunte sin ánimo de polemizar:
Hace ya muchísimos años de la desacertada campaña del Pezqueñines, no, gracias. A mí me hace gracia la perseverencia con que nos repiten temporada tras temporada la misma frase. Y más aún cuando cuando paso al lado de los escaparates de ciertas pescaderías y observo el tamaño de algunas de las especies en venta. Tal vez sea el único que las ve, no sé; tal vez porque no entienda mucho ni poco ni nada de esas cosas. Pero es que además,casi nadie mira en la lonja, casi nadie mira cuando se descargan los barcos, casi nadie ve si pescan en zonas prohibidas, casi nadie se fija en las artes de pesca, casi nadie controla la pesca ilegal ni en los ríos ni en la mar, casi nadie hace nada por preservar ese tipo de especies hasta el día que a uno le dan con un canto en los dientes y no hay más remedio que echar las manos a a la cabeza y entonar el sua culpa, es decir, la culpa de los demás, la paja en el ojo ajeno; pero too ello no es óbice para que sí se apliquen las normas a rajatabla y se multe y se persiga con cantidades que implican una desfachatez inconmesurable, comparándolas con las atrocidades que cometen algunas grandes industrias, a cualquier pescador que haya sacado con su caña un pez algo inferior al tamaño permitido. A éste sí; a éste le cae el pelo; éste sirve de ejemplo y paga por todos, sin defensa ninguna.
Pero a fábricas contaminantes (en la prensa veredes, amigo Sancho), venenos (en el mismo sitio, amigo Sancho), minas ( idem), furtivos nocturnos y diurnos, amiguetes para comilonas comunales, permisos por mor de ciertas tradiciones, hoy más que nunca desfasadas, para esquilmar especies de tamaño inferior al permitido, etc, que son en realidad los culpables y verdaderos responsables de la lo que puede ser la desaparición de algunas de ellas, a éstos nunca los descubren: y si lo hacen , se tapa en bien, nos ocultan, de otros intereses inconfesables; o se les obliga a pagar una cierta cantidad tan ridícula que prefieren antes la sanción que tomar medidas para evitarlo en el futuro. De esa manera continúan con la campaña institucional: ¿Multas? Pezqueñinas, sí ,gracias. Y a otra cosa, mariposa. ¿Por qué será?
Vale, podría escribir algo más sobre el descenso poblacional de las anguilas y demás, pero no lo haré. Bastante hay con el lío en que me estoy metiendo, así que...
Bueno, señores, que es domingo y toca ir a dar una vuelta por el mercado. Un saludo y sed felices.

lunes, 3 de mayo de 2010

FELISA (Capítulo 23)

(De cómo la nutria ve a Felisa salir del río)

La Srta. Fdez. del Río había continuado su travesía con total normalidad. Al pisar tierra firme, miró hacia arriba y fue entonces cuando se dio cuenta de que sobre sí sólo cargaba con la cesta de la comida. Con cuidado se acercó a un pequeño talud y la dejó deslizarse suavemente hasta el suelo para que no se entornase y volcase su contenido en tierra. Luego, inmediatamente, comenzó a escudriñar la corriente de agua intentando vislumbrar algún rastro de Felisa. Por su cabeza únicamente pasaba la promesa que le había arrancado a la niña y que debía ser cumplida en esta orilla.

De repente, a unos cincuenta metros, divisó movimiento sobre el agua y se percató de los denodados esfuerzos que Felisa hacía intentando salir del río. Se dirigió hacia ella y, antes de llegar, ya la vio arrastrarse hacia el ribazo. Estaba a unos diez metros, cuando ella se desprendió de sus ropas para desempaparlas sacudiéndolas contra un tronco de aliso medio podre que reposaba junto a la madriguera de un ratón de agua al que se le conocía en todo el bosque por su notoria afición a la pornografía humana. Se lo imaginó en aquel instante empuñando un pelo de su bigote, mojándolo en un mejunje hecho a partir de su propia orina mezclada con el jugo amarillento de celidonia, muy abundante en aquel entorno, y dibujando a la niña en algún tipo de superficie con el fin de venderlo al mejor postor en la aldea ubicada, una vez pasados los rápidos de Comotecaigaslaspasasnegras, junto al puente de Bicho Raro.

La nutria, que siempre había odiado aquel tipo de actividades aunque nada tuviesen que ver con su especie, poco a poco empezó a notar que sus nervios se alteraban hasta el punto de encabronarse de tal manera que no dudó en acercarse sigilosamente hasta donde se hallaba la cría, la cual, precisamente en ese momento, estaba hundiendo en la depresión y en la locura más profubnda y brutal a unos cuantos helechos.

No quiero ni pensarlo. Un ratón ya no sólo de "voyeur", sino convertido en una máquina del sexo virtual, distribuidor de publicaciones encaminadas a acabar con la pureza espiritual de los aldeanos de la zona, por la que tanto estaba luchando Bendito 15 desde el púlpito de su templo.¿Cuándo se ha visto algo semejante? Supongo que ninguno de ustedes se lo cree, incluso a mí me cuesta creerlo.
Si no fuera por la Srta. Fdez del Río.... Porque el resto de los vecinos- como sucede siempre en estos casos- nunca habían visto nada raro en el comportamiento del ratón; podríamos escuchar de sus boquitas declaraciones tópicas de estilo de "era un buen vecino", "no se podía imaginar nada así", "siempre ayudaba en lo que podía", "no se le veía con gente rara", "es verdad que no era muy hablador, pero de ahí a esto...", "¿quién lo iba a decir?, siempre tan serio y tan servicial", "a mí ya me extrañaba, tanto tiempo sentado viendo pasar a la gente", " pasaba muchas horas en casa; ¡mira tú en qué las echaba!, en dibujar guarrerías", "si ya lo decía yo, que no ir de vacaciones a la Costa del Sol era por algo" y muchas más frases irrelevantes, excepto para quien las pronunciaba, que se creía el rey del mambo y el no va más al creer que sus palabras eran la repanocha y emitían un juicio de valor sobre el asunto que para sí quisieran mentes más refinadas.
Si no fuera porque la distancia en el tiempo lo hace imposible, se podrían comparar este tipo de declaraciones con las de infinidad de contertulios de televisión actuales que enjuician desde los programas de corazón y de no corazón a todos a quienes les viene en gana, y que también se sienten los reyes de la cumbia y de la salsa cuando de sus estómagos agradecidos vomitan frases célebres que quedarán grabadas a fuego en los libros de historia, del tipo "amíquenomelatoquen","quenadiemepongalapiernaencima","estamosenunpaísdemocráticoydigoloquequiero", ó "porellamatoehmaaaato", refrendadas además por los eructos de sus compañeros.
El caso es que yo, como no tenía a mano a ningún otro animal porque a la vera de aquel río, como comprenderéis, no se acercaba ni uno a excepción de estos "aguarones" que disfrutan entre la mierda más que un político con el descubimiento de un caso de corrupción en la oposición, pues me quedé con él y lo situé justo en el lugar por donde la niña salía del río.
No obstante, todo lo que estáis leyendo hasta ahora es todo inventado y cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Si bien al principio la idea se basaba en hechos probables, en este momento de la historia, personalmente, ya no me fío. Ni tampoco confío mucho en que los hechos puedan en algún momento cambiar dando al vuelta a la tortilla, es decir al relato.
Mientras lo pienso y no, disfruten del día.

martes, 27 de abril de 2010

FELISA (Capítulo 22)

(De cómo Felisa sale del río)
La niña tocó con la mano el fondo, dándose cuenta de lo blandito que estaba y de como su extremidad se hundía en aquella masa lodosa producto de los detritus acumulados a lo largo de las últimas décadas en el cauce de un río que, hasta hacía unos cincuenta años, contaba su madre, había sido el preferido de los lugareños para pescar unas truchas o unos salmones con los que paliar el hambre en tiempos de necesidad, es decir, todo el año. ¡Y por más que pescaban, no se acababan, oye!.
Igual que ahora, pero sin artilugios eléctricos, ni redes, ni carburos, ni trajes de pesca submarina, ni lejías ni detergentes, ni residuos de plantas industriales, ni minas, ni etcéteras, que son los verdaderos culpables, a los que coadyuvan una población de nutrias que se multiplicó por milenta desde finales del XX, y de garzas y cormoranes, todos ellos y ellas protegidos y protegidas, a los que sólo les falta comer a la mesa de quienes dictan determinadas normas para que los inviten a una buena parrillada de pescad.-
Pero bueno, ¿a qué me meto yo en estos berenjenales de protector de la naturaleza? Nada, que la acabo cagando en cuanto las ideas que sueño se me escapan al papel. ¡Qué bien estaría calladito y haciendo caso al refrán "en boca cerrada no entran moscas"!
La niña no pudo evitarlo,¡qué asco! Más que nada por alejarse de tanta mierda, se lanzó hacía arriba, no fuera que le diesen vçomitos y tuviese que tragar parte de aquel líquido elemento en el que flotaba. Al fin, logró sacar la cabeza fuera y respirar un poco de aire. Con no poco esfuerzo, estirando y encogiendo los brazos y las piernas como había vistio hacer a su padre en el pequeño embalse del arroyo Picón, cuyas aguas se mantenían en buen estado de conservación, algunos sábados por la tarde. Esto sucedía cuando su mujer ya no lo soportoba ni siquiera en la cocina del olor que despedía después de varios días sin lavarse.
¡¡¡O te bañas o en esta casa no tocas nada!!!- solía decirle en aquellos instantes previos al paseo hasta el arroyo, sin dejarle poner ni un pie en casa. Y cuando su mujer decía nada, era nada, por lo visto. Asíq ue el padre de Felisa debía de querer tocar algo más que la comida, pues...¡al baño, patos! Y la cría y su hermano, con él, aunque éstos se bañaban en la orilla, donde no cubría más que un palmo.
Por eso la niña, acordándose de cómo nadaba su padre, lo imitó lo mejor que pudo hasta que por fin notó que sus pies tocaban aquel fondo lamoso y asqueroso. Se enderechó y salió pitando del río.
Una vez en la orilla, se sacó la ropa e intentó poner orden en ellas; era tal el hedor que despedían que más le apetecía quedarse desnuda que volver a ponérselas, pero por pudor...(aunque a ella aún no le habían explicado el significado de este concepto, pero le sonaba a algo propio en estos casos). Luego se descalzó y limpió los zapatos, cubiertos completamente de aquella masa pastosa y hedionda, con unos helechos cercanos.
Me imagino cómo quedarían rezongando y maldiciendo ante aquel acto tan vil que había condenado a unas plantas que, hasta ese momento, no se habían metido con nadie y vivían con sus congéneres en paz y armonía, a verse marginadas por las de su propia especie debido al asqueroso olor que desprendían. Ni las garrapatas, que huyeron como alma que lleva el diablo, quisieron saber más con ellos.¡Pobres!
Bueno, señores y señoras, el próximo será el 23. Y mientras, pásenlo bien, sean felices.

domingo, 25 de abril de 2010

FELISA (Capítulo 21)

(De cómo Felisa se maneja en el agua)
Y mientras el lobo y la dulce abuelita seguían a lo suyo, Felisa...
Pues Felisa, cuando cayó al agua, como es lógico en estos casos, lo primero que le sucedió fue que se mojó hasta los huesos, y segundo, que se hundió irremesiblemente ya que sus dotes de nadadora no eran precisamente las de un Phelps o una Coughlin, ni siquiera las de aquel egipcio que se salvó cuando las aguas del Mar Rojo se cerraron sobre el faraón.
Aunque la Biblia da a entender que todos cuantos perseguían a tonta y a locas al pueblo elegido perecieron, a este egipcio, al cual me refiero como punto de comparación con las cualidades natatorias de Felisa, no lo contaron porque había llegado el último para cruzar por el vado debido a una indisposición intestinal transitoria y pasajera que lo había retrasado y sólo se había llegado a adentrar unos metros, por lo que pudo retornar a tierra de unas brazadas, tocando con los pies en suelo, antes de que el muro de Hache Dos O se cerrara sobre él. Lo que pasó fue que, por miedo a ser tachado de cobarde dejando a su suerte a todos sus correlegionarios ante el enemigo- que corría más que un galgo detrás de una liebre y poco tendrían que hacer ante semejante formación bélica- y ser ejecutado, al estilo "aquí te cojo, aquí te mato", sin juicio sumarísimo ni consejo de guerra ni hostias en vinagre que se le asemejase, por el subfaráon, o quien quiera que fuese el que hubiese quedado al mando ante hechos tan luctuosos- nunca fueron admitidos como genocidio, por ser dios quien es-, se echó al monte (al desierto, vaya) y vagó y vagó por él hasta que, por obra de a saber quién, fue descubierto por unos beduinos que lo acogieron en su tribu.
Cuando se dieron cuenta estos bondadosos habitantes del desierto de la presencia de este sujeto, su aspecto era desaliñado, rojo como una langosta recién cocida, desharrapado, sin peinar ni lavar a saber desde cuándo, oliendo a sudor que tiraba "p' atrás", cubierto de mugre y de arena hasta tal punto que bien se le podía comparar con el lobo del cuento, diciendo frases inconexas acerca de la fuerza de las aguas, cagándose en la madre que lo parió al faraón por lanzar a sus ejércitos a cruzar el mar sin haber participado con anterioridad en algunos cursillos de natación en las piscinas palaciegas, echando pestes por la boca contra el ente al que se le ocurriera hacer una carnicería de tal magnitud con sus hermanos egipcios, pidiendo agua, por favor, y algo de comer que su estómago protestaba de tal manera que estaban a punto de aparecer sus ruidos como sinónimo de "oposición a un gobierno" en la Academia Real de la Gastronomolexicología y de la Opípara Comida.
Los pobres beduinos, ante aquel dechado de virtudes, lo recogieron y lo llevaron hasta donde tenían levantadas sus tiendas. Lo dejaron al cargo de varias mujeres que se encargaron de reciclarlo y convertir aquella piltrafa en otro hombre.
Se casó con una de aquellas que lo atendieron, enjutas y secas, morenas sin falta de usar máquinas de rayos uva o de ninguna otra fruta que le parezca, pero bellísima- la esposa que había dejado en Alejandría ya se arreglaría ella sola, que bien que lo sabía hacer cuando convivía con él y con quien estuviese cerca mientras él se batía en campañas militares sin cuento ni por qué-, con la que engendró cuatro hijos y tres hijas (no tuvo más porque porque en un arranque de furia, al enterarse su segunda esposa por casualidad a través de un conocido, que hacía la ruta Alejandría-Campamento de Tiendas, de la bigamia en que había caído, le cortó en una noche simulada de pasión lo que para el hombre eran sus atributos más queridos y con los que- dicen- piensa y razona sobre hechos trascendentales de su existencia).
de su descendencia hasta nuestros días nada más quedan borrosos retazos, y recuerdos más bien sometidos al encumbramiento engañoso de la familia ansiosa por dejar al hombre en buen lugar, y una gran empresa dedicada a la compra-venta de petróleo e ideas políticas de ámbito local, comarcal, regional, nacional, supranacional e internacional, con cuentas secretas en paraísos como las Islas Tahímismo, Sí-ho y PararáPachín, además de negocios de aspecto tenebroso con los gobernantes de turno de cualquier país del mundo que se halle necesitado en algún momento delicado de que le echen una mano para engañar como a pininos a sus conciudadanos.
¡Es extraordinario lo que da de sí una indisposición intestinal pasajera y transitoria!
Si no fuera porque os lo digo yo para que no os engañen, a alguno de vosotros lo habrían mediatizado explicándole el caso como un milagro por parte de alguna megaempresa de ideas que le contaría el hecho como algo relacionado con la palabra de dios, del dios del dinero.
¡Ya podéis agradecérmelo!
Mientras pensáis en cómo hacerlo, se acaba el capítulo y, por si no quedó claro en capítulos anteriores, espero que tengáis un día maravilloso, como los del resto de vuestra vida.

viernes, 23 de abril de 2010

FELISA (Capítulo 20)

(De cómo al lobito lo dejan "pelao")
El caso es que, una vez acomodado el primo lejano de nuestros amigos los perros sobre la dura, aunque flexible, camilla de madera de chopo, y con una pequeña almohada para reposar la cabeza, la madre del padre de Felisa le hizo de todo: le susurró palabras cariñosas para que se sientiera a gusto, le acarició zalameramente las mejillas, le dio un casto beso en la frente, le masajeó aquellos desastrados pies llenos de callos y, por fin, cuando lo vio que se había relajado totalmente y se hallaba en estado cuasi catatónico, con una expresión beatífica próxima al misticismo oriental, sacó la maquinilla de afeitar (no le vi la marca, pero puedo afirmar con rotundidad que no era Bic, ni Wilkinson ni Gillette) y el jabón del chimbo y, ayudada de la pequeña brocha que usaba habitualmente para espolvorear sus mejillas los días de fiesta, comenzó a enjabonarlo para luego, con suma dulzura, depilarlo desde las cejas hasta las puntas de los dedos gordos de los pies.
El lobo había permanecido quietecito durante todo el rato. Se sentía incapaz de negarle nada a aquella barbera cuyo perfil encarnaba el más profundo de sus deseos amatorios. Durante el tiempo que estuvo boca abajo, no puedo dar fe de que no se durmiera incluso; pero mientras estuvo boca arriba, aunque en estado semiletárgico, no apartó los ojos de sus partes pudendas por si, al llegar allí, se le fuese un poco la mano y cortara más de lo debido. No fue así.
Cuando la abuela acabó, viendo el magno resultado de su obra peladora, no dudó en pensar en el ser extraordinario que tenía ante sí, aquel ejemplar macho que se presentaba como un dios del bosque para delicia de sus sentidos.
-"¡Mi dulce y querido metrosexual - murmuró-, a ti no te suelto yo ni aunque me garanticen a cambio una primitiva de seis aciertos!"
Ni siquiera se inmutó cuando el jabón, la brocha y la cuchilla se deslizaron de sus manos y fueron a acompañar en el suelo a la otra pastilla de jabón de olor que había usado para bañarlo; en aquel instante su cabeza no estaba para pequeñeces semejantes, tal era su comprensible embobamiento derivado de su mínima y relativa experiencia en aquellas lides.
No podía imaginar que aquellos descuidos iban a ser fatales con el paso de los minutos.
Verdaderamente, a bote pronto, al lobito lo había dejado "planchado", vaya.
¡Que Beckham ni Verdasco ni Brad ni Cristiano! Si algún publicista lo hubiera visto, ya nos toparíamos hoy con grandes cartelones y vallas publicitarias en nuestras calles con imágenes de la Espiz, de la Jilton, de la Amiminiñaquenomelatoquen o de la Saraprobe con uno de ellos, a cambio de un cheque con varios ceros, y un lema, algo así como MIRANOS: PON UN LOBO EN TU VIDA. MOLA, ES GUAI., que, seguramente, entrañaría más de un problema para todos cuantos no lo pusieran o no miraran para ellas. ¿Y para el Gobierno? ¡¡Puffff!! ¡Tampoco se iban a alzar voces pidiendo la igualdad y el derecho a voto de los nuevos inquilinos de nuestras ciudades! ¡Ecologistas de medio pelo que lo perderían todo siguiendo el ejemplo clarificador del ejemplar de la abuela; progres presuntuosos de toda la vida, de los que nadie se acuerda, pero que se lanzarían, cual Indiana Yons, a la búsqueda del escaño de oro; asociaciones de nueva creación en defensa de los derechos de los lobos, amparándose en cualquier artículo de nuestra obsoleta constitución, más vieja en términos de comparación relativa que la bisabuela de la abuela de Felisa, por mor de que tiempos pasados nunca fueron mejores- habría que obviar a determinados personajes y grupúsculos retrógrados que aún pululan en nuestros días queriendo imponer a sus congéneres frases del tipo "arribaespañaotemandoalparedón"; la iglesia, que aprovecharía la coyuntura para arrimar el ascua a su sardina e intentar aumentar así el número de feligreses, el tanto por ciento de la casilla de la declaración, amén de los dineros sólidos y terrenales estatales que se diluyen como azucarillos en bien de ciertos bienes espirituales que se pasan por la entrepierna si es a ella a quien afecta, o en aras de buscar cobijo a nuevos infantes bajo las sótanas de la intrasigencia y del disimulo, y así un largo etcétera.
Llegaría el asunto al Congreso y al Senado donde, a falta de otros asuntos de más envergadura y calado para los ciudadanos, se enzarzarían en trifulcas incomprensibles sobre las consecuencias de conceder tal derecho al voto a estos nuevos pobladores de nuestra geografía otorgándoles el status correspondiente a su condición. Si en las encuestas y estudios previos la intención de voto fuera favorable al pesoe, al pepé o a cualquier nacionalismo influyente en la gobernabilidad de la sociedad, no habría problema para concedérselo y cambiar la Constitución (entonces sí, pero sólo eso, eh, dejad lo demás, que supone mucho trabajo; a lo mejor tendrían que cumplir con su obligación de asistir a las sesiones de ambas cámaras cada vez que se convocaran y no están ellos para estos rollos); pero, si no lo fuesen, entonces los lobos se verían relegados a meras comparsas como mascotas más o menos originales, que competirían en concursos organizados con fondos públicos para ver quién iba mejor ataviado, e incluso se les trataría en ocasiones como a un sin papeles cualquiera, aunque haciendo la vista gorda por el qué dirán, pero que no evitaría la saturación vacacional de las loberas.
Eso sí, sus dueños también estarían autorizados a pasearlos por las calles, llamarles bonitos y presumir ante sus amistades y conocidos/o no conocidos de las altas capacidades que atesora el animalito, dejar que hicieran sus necesidades sólidas y líquidas donde más les apeteciera para que los peatones en su conjunto se tornasen cabizbajos de tanto esquivar plasta en las aceras e incapaces de levantar la mirada y protestar ante hechos deleznables muchos más gordos ("si no son capaces de regular y hacer cumplir normas básicas higiénicas, ¿cómo van a resolver asuntos más serios que huelen aún peor?").
Esas fuerzas defensoras del voto lobuno implicarían al defensor del pueblo, el cual decidiría en función de su apego al cargo y a quien lo nombró, que allí se vive muy bien y no es cosa de joderlo todo por un lobo más o menos.
Habría algún exaltado que llevaría el caso al Tribunal Supremo o al Constitucional, confiando en su más absoluta independencia, pero poco podrían esperar de su decisión que, además, se alargaría en el tiempo probablemente hasta que la moda de los lobos hubiese pasado a mejor vida y ya no hubiese nada que alterara la perruna vida de los demás mortales- a no ser que volviesen las vallas publicitarias con, por ejemplo, PON UN CANGURO EN TU VIDA: TE LLEVARÁN DONDE QUIERAS SIN FALTA DE GASOLINA, lo cual nos llevaría al siguiente atolladero constitucional o no.
Y es que en esos tribunales da la sensación de que los papeles no se mueven sin el visto bueno de los de siempre, que son elegidos por los mismos de siempre, que quieren mandar en los de siempre, a los que tergiversan y demagógicamente enrollan siempre, para que siempre les den la razón. Y por más papeles que se manden, desestimado el recurso siempre.
En fin, en un caso o en otro, tengan voto o no lo tengan, ¡pobres ovejas con tanto lobo suelto!
Y por hoy, queridas y queridos amigas y amigos (que se note que entiendo esto del género y del número) os dejo. Mañana será otro día y volveremos a la carga. Entretanto, sean felices y vivan con la sonrisa permanente en su rostro.

martes, 20 de abril de 2010

FELISA (Capítulo 19)

(De cómo la abuela seca al lobo)
La desdichada niña había caído al agua. Mientras esperamos que suba a la superficie, bien viva, con lo cual nos enteraremos por sus gritos, o bien muerta, con lo cual también nos enteraremos porque de eso me ocuparé yo, vamos con lo que sucede en esa linda casita con jardín del claro del bosque.
Allí habíamos dejado a dos seres digo yo que felices; en la plenitud de la vida, uno, y esmirriado, pero limpio como una patena, el otro, que dejaban vagar sus pensamientos cual pétalos durante un huracán de fuerza seis o siete, aunque ocultos al otro por temor a una negativa que podría ahondar aún más en su creencia de considerarse un lastre para esta sociedad y acabar con expresiones profundamente hirientes para cualquiera que los tenga en muy alta estima (valgan como ejemplo alguna de éstas entre las más comunes: Ya no valgo nada, Ya nadie me quiere, En este mundo no pinto nada, Mi vida no tiene sentido, Qué va a ser de mí sin ti, Juro ante Dios que jamás en mi vida volveré a pasar hambre, Que la fuerza te acompañe, etc)
Una respuesta no esperada podría dar con ellos en un manicomio, en algún programa del tipo de La Isla o semejante, o, lo que sería infinitamente el peor de los males por su sentimiento de ineficacia, en una lista electoral al Senado del país (esto último habría que evitarlo de cualquier manera: ¿os imagináis a la abuelita sentada en un escaño al lado de nuestro querido Fraga? ¡Uf, qué apuro para los cámaras de tv cuando tuviesen que grabar!
Pues bien, mientras mi mente divagaba por el Senado, la abuelita había acabado su labor de higiene y su pulso de aceleró ante lo que llegaba ahora. El jabón se le cayó de las manos resbalando un par de metros, pero ella no se percató siquiera porque estaba ayudando a izarse al animalito.
Cuando lo vio ante sí, lo envolvió recatadamente en una toalla suave y esponjosa, con aroma a jazmín. Lo secó con una pulcritud que tal vez alguien considerase excesiva, pero no dadas las circunstancias, y luego lo acercó y lo acostó en una mesa, una especia de camilla que se había construido hacía años con sus fuertes manos con el fin de tomar el sol tumbada tranquilamente.
Eran pocos los días que disfrutaba de aquellos rayos ultravioleta que habían dejado su piel apergaminada y llena de pecas.
Rodeada de sus plantas especiales de "papaver somniferum", que la adormecían con su fragancia (esta especie, semejante a la amapola con quien la confundían los guardias, que no entendían ni papa de biología, sólo la consumía en acontecimientos especiales), su espíritu volaba en busca de su amado Sreekh XIII, al que se imaginaba rodeado de pelanduscas aprovechadas allende los mares, a las que expulsaría de su lado con una sola mirada asesina o a mamporro viene, mamporro va, si se ponían chulitas; mientras, entre sus dedos sostenía un cigarrillo de cannabis. ilegal aún incluso para consumo privado, pero tolerado por las altas instancias porque, mientras se dedicaban a eso, no se acordaban de otras cosas más importantes, y que aspiraba regularmente, a lo Saritísima en el "fumando espero", de forma voluptuosa y soñadora.
(¿Os imagináis hoy a la cantante en plena faena siendo observada con meticulosidad y detenimiento, la mirada aviesa, el gesto feroz, como el de un lobo de verdad, por la Trinidad Jiménez que, a pesar de todo, la miraría extasiada por el aroma de un buen habano-¡que Cuba sigue siendo Cuba para esto, eh, aunque no para el Cuba-libre!- mientras en sus manos sujeta unos folios donde se aplica a redactar su ley antitabaco? ¿Saltarían chispas? ¿Llegarían a las manos? ¿Se atrevería Garzón a investigar un delito en ciernes? ¿Se lo permitirían las fuerzas oscuras que permanecen en la sombra y siguen vivitas y coleando? ¿Tomaría medidas extraordinarias el gobierno ante hechos tan inusuales o aprobaría un decreto-ley? ¿Estaría la oposición de acuerdo con ellas? ¿Se daría cuenta la abuela de la cantidad de preguntas sin respuesta que originaría el simple hecho de fumarse un porro?
Vamos a esperar por las respuestas, si es que las hay, porque entre la economía, el Gúrtel, Aguirre, los viajes a Cuba, el AVE del Cantábrico, el Bigotes y Correa, Bárcenas, los dineros flotantes (que recogen los de siempre), el presidente de la FADE, la presidencia de la UE, el Camps y los trajes, las escuchas que no son escuchas aunque se escuchen, el TC con gente que ya no debería estar ahí, pero sí que están, que para eso lo acordaron los dueños de la partidocracia, la Falange, las manos ¿limpias?, Garzón, las fosas, la justicia argentina, ETA, la llingua asturiana, l' Estatut, los bancos que no ganan lo que quieren, el ladrillo que no remonta, las hipotecas de cuyo nombre tampoco quiero acordarme, el paro, las cenizas del volcán, la bolsa, las pérdidas de las compañias aéreas que pagaremos todos, y qué sé yo cuánto más, pues no creo que haya respuestas a las preguntas anteriores, al menos de momento.
Así que pásenlo bien con lo que puedan encontrar agradable, que siempre hay algo, y nunca pierdan la sonrisa.

sábado, 17 de abril de 2010

FELISA (Capítulo 18 )

(De cómo surge la obra "In nome animalorum")

Puede extrañar que la nutria midiese con tanta exactitud la longitud desde las márgenes de las orillas hacia el interior y, en cambio, la dirección paralela al río, no. Pero, para quienes aún no hayan leído nada sobre este tema que podéis encontrar en las mejores bibliotecas universitarias del mundo, habéis de saber que las nutrias, desde tiempos inmemoriales, si no antes, sólo saben contar hasta quinientos trece y desconocen cualquier otro concepto matemático, a excepción del de kilómetro que consideran algo así como la distancia adecuada para recorrer antes de sentarse y descansar. Cuando llegan a quinientos trece, corren hacia un sitio u otro zigzagueando o en línea recta y calculan a ojo de buen cubero la distancia recorrida de acuerdo con las veces que se sentaron.

Este hecho fue constatado hace ya muchos años por el eminente profesor de Teología y Ecología, monje de monasterio de Mepierdoynomeencuentro, Noparoen Ninguns Itio de la Universidad Puntadelvicio de Centrolmonte que, después de profundas reflexiones y sueños celestiales en su celda, dieron origen a un libro muy leído por la ciomunidad científica internacional titulado "In nome animalorum" en el que explicaba cómo Dios le había hablado y le había dado a conocer la forma de medir las distancias que recorren los distintos animales salvajes que coexisten junto a nosotros, pero no revueltos, en su hábitat natural.
Parece ser que, según cuentan, una noche el Ser Supremo se le apareció en forma de vela y lo iluminó con su llama trémula, pero continua y fuerte. (No puedo dar fe de ello, pues no estaba presente porque había salido de cena con unos amigos con los que estaba pasando en aquel monasterio una semana, dentro de un plan financiado por el IEPVSE- Instituto Estatal Para Vacaciones de la Segunda Edad-, dedicado a la búsqueda de la paz interior, y regresé cuando el sol ya había salido; luego, me encontraba durmiendo como un Pepe- ¡qué manera de llamar a los Pepes dormilones! ¿No hay más nombres con tal cualidad?)
Al amanecer del día siguiente despertó a voces a toda la comunidad (yo no había llegado aún, ya que los monjes madrugaban la de Dios; ¡con deciros que a eso de las cinco de la mañana empezaban con sus susurros y rezos y no dejaban dormir a nadie!) y pidió rápidamente lápiz y pergaminos, mientras gritaba, a la manera de Martín Lutero u Obama muchos años después, que había tenido un sueño (pongamos los puntos sobre las íes, el sueño no fue el mismo) y Dios, el SS, el Ser Supremo, le había revelado algo de suma importancia para la Humanidad.
A lo largo de varios años se dedicó en cuerpo y alma a escribir un Códice con más de mil ciento cuatro folios y casi medio. hoy llamado Códice de Noparoen Ninguns Itio (tampoco fueron muy originales quienes así lo bautizaron) que actualmente se halla en manos de una orden supersecreta, que aún no se ha dado a conocer ni siquiera por el doctor D. Iker del Lobo y del Oso y Demás en su programa de variedades Miss Quattro Centenium, y que lo mantiene en paradero desconocido para el vulgo; pero, si nos atenemeos a sesudos ensayos escritos por personas entendidas que han publicado con la Editorial Planetarium, se encuentra en manos de brillantes científicos que se encargan de decodificar y descifrar lo que parece ser el lenguaje con el que el Ser Supremo creó a todos los animales y cosas, porque al ser humano ya sabemos que fue con arcilla y una costilla de arcilla.
Este ilustre monje, que fue nombrado Hijo Predilecto del monasterio por su aportación a la ciencia, hubiese sido merecedor del premio Nóbel de la Paz o de Las Letras, si se hubiesen inventado e instaurado estos premios en aquella época.
Y digo yo que cualquiera de ambos, porque son los que se suelen conceder por los jueces a cualquiera con cierto renombre, o echándolo a los dados, o en una noche con exceso de etílico en cualquiera de sus formas o por amiguismo, o por influencia de determinado señor de la guerra predicador de la paz, o por amiguismo o por un hoy por ti, mañana por mí. No obstante, si se hace necesario una decisión rauda sobre el galardón, porque ellos se hallen semicomatosos debido a la juerga o al empacho, entonces, para no perder más tiempo, el secretario o el botones se apresuran, con el fin de que el pabellón de los Nóbel siga bien alto, a conceder el premio a alguien con sentido, y es que a veces aciertan; por eso, últimamente, a estos cargos de confianza, próximos al magno y justo jurado, los miran con lupa para que no se les salgan ni de madre ni de padre.
Verdaderamente, otro tipo de Nóbel hubiese sido algo más difícil de justificar, pero uno de esos dos... , pues bueeeeeno, hubiese pasado más desapercibido.
Aun sin él, sus coetáneos le habían erigido una estatua en mitad del bosque, aunque casi nadie la reconocía al pasar ya que estaba casi iotalmente cubierta de cagadas de paloma, de cuervos, de golondrinas, de gorriones, de vencejos, de lechuzas... y un infinito etcétera de aves que peregrinaban allí, antes incluso del Camino de Santiago, para ofrecer su apestoso reconocimiento a tan prestigioso científico. La razón era la protesta de estas especies por no haber escrito nada, ni un renglón, sobre la distancia que recorría cada ave, de las cuales se había olvidado alegando en su prólogo que lo hacían dopadas y no eran dignas de un estudio tan sesudo como el que había realizado el Ser Supremo para las demás especies salvajes. En realidad, esta acusación gratuita se había demostrado falsa con el paso del tiempo, ya que se había constatado que el hecho de que volaran (el vuelo era una de las razones esgrimidas por tan portentoso investigador después de haber estudiado con meticulosidad un nuevo deporte, llamado ciclismo, en que también se vuela cuando quieren llegar a la meta) era debido a unas protuberancias laterales, a las que más adelante llamaron alas, que les nacían de forma absolutamente natural, sin que ello fuese causado por alteraciones de ninguna clase producidas por algún tipo de sustancia dopante.
Pero dejémonos del monje en cuestión, a pesar de que habéis de reconocer que su historia es sumamente importante para el desarrollo de los hechos principales en los que se envuelta Felisa, y volvamos a lo nuestro/vuestro/suyo, de ellos y de ellas.
Tengo que acabar el capítulo. Mañana sigo. Entretanto, disfrutad de lo que resta de sábado y no os olvidéis de echar una sonrisa.

FELISA (Capítulo 17)

(De cómo Felisa se fue al agua)
Resulta que Felisa prefería al padre. La nutria se quedó un tanto sorprendida, pero...
-Claro, que sí, prefiero estar con mi padre- aclaró la pequeña, no tan pequeña-. Él, en cuanto trabaja un poco por la mañana o a media tarde, que es cuando dedica algo de tiempo a ello, dice que total, para que lo coman los señores, que ya hizo bastante; y luego se va a la taberna. A mí me lleva con él, para que mi madre no se entere, y, como yo no pinto nada dentro del bar, me quedo afuera con mis amigos jugando y charlando hasta que tornamos para casa , donde nos espera mamá con al comida o la cena preparada.
¡Ay, pillina, te pillé! Tanto tienes, tanto vales, o lo que es lo mismo, ¿quién cambiaría tres o cuatro horas de asueto por tres o cuatro horas con los libros delante de las narices para estudiar o haciendo deberes? Nadie. Así de claro. ¡¡¡NA-DIE!!! Y si no, podéis hacer una encuesta entre todos los estudiantes del mundo y profundizar en los resultados. En esta materia no creo que me equivoque, estoy seguro al cien por cien que Felisa es una niña de lo más normal.¡Viva la media jornada laboral paterna y el chigre de la esquina! ¡Olé, mi niña! ¡No sabe ella nada, eh!
-A esta cría le viene de familia- pensaba la nutria-. Cuentan las malas y las buenas lenguas que su abuela,de pequeña y no tan de pequeña, siempre se arregló para hacer lo que más le convenía a su cuerpu estilizado y macareno, intentando no dar un palo al agua, y su nieta sigue los pasoa de su padre, digno sucesor de Shreek y de la abuela. No obstante, ésta, durante los últimos años, se ha vuelto más mala que Viriates. (Esta expresión, salida de la cabeza de la Srta. Fdez. del Río, no me fue explicada por ella, aunque bien es cierto que tampoco yo me preocupé de buscar o indagar sobre su significado; supongo que, por la manera de pensarlo y el gesto que hizo con la cara, hablaba de alguien malo, malísimo, supermalísimo.)
En el preciso momento de acabar con Viriates, la nutria divisó unos metros arriba un tronco que bajaba a gran velocidad en dirección a ellos. En seguida, acostumbrada a regatear y perseguir truchas -en otros ríos de aguas cristalinas, porque en el de la Purquiría, ya me contaçreis qué iba a haber- y anguilas, viró con cierta brusquedad para evitarlo. Pero Felisa (como cualquier cursi tontita sin un ápice de sentido común, viendo que su situación no era la mejor para ir pensando en otras cosas) iba tan tranquila, despreocupada, soñando con los pajaritos huevones y las mariposas metamorfoseadas, los mosquitos trompeteros de toda clase y las florecillas de uno o más colores, con cualquier pamplina o cosita insignificante, con una guerra nuclear o una pandemia de sarampión XYZ- la seriedad para estas personas no existe- y no tuvo tiempo ni a exclamar un ¡Socorro, socorro, ayudadme!, ni tan siquiera un ¡Auxilio, auxilio, que estoy aquí!.
Se fue al agua de cabeza con todo el equipo, menos la cesta que siguió milagrosamente balanceándose sobre el lomo de la Srta. Fdez. del Río, pero sin mojarse ni uno solo de sus mimbres.
Así fue que la nutria ni se enteró y siguió su camino, con la tranquilidad que dan esta clase de situaciones en una especie tal, aunque no sin pensar por una milésima de segundo que la niña, para alguien tan fuerte y musculosa como ella, no era más que una carga liviana a la que sería capaz de transportar sin el menor esfuerzo hasta el fin del mundo, o lo que para ella era su Finisterre particular, que quedaba unos tres quilómetros río arriba, dos y medio río abajo, quinientos dos metros más allá de la orilla que dejaran atrás y otros cuatrocientos setenta y ocho de la que estaba a punto de hollar.
Bueno, queridos y queridas, hasta aquí el 17. Pero hoy mismo, por la tarde, me pongo con el 18.
Mientras, disfrutad de este sábado primaveral y pasadlo en grande.

lunes, 12 de abril de 2010

FELISA (Capítulo 16)

(De cómo la conversación explica ciertas cosas que bien podían no haberse dicho)
Habíamos quedado en el principio de una profunda conversación entre Felisa y la Srta. Fdez. del Río. El estudias o trabajas, el depende y el de qué depende se van a ir transformando en algo más serio.
-Verás-explicó la niña-, depende de con quién esté: si estoy con mi madre, me manda estudiar con el fin de que el día de mañana sea una mujer de provecho, independiente y que no necesite de un macho dominante a mi lado que me haga la vida imposible a cambio de cierta estabilidad económica; pero, si estoy con mi padre, me manda trabajar en el huerto, limpiar las malas hierbas, ir a ordeñar las vacas, dar de comer a las gallinas, llevar el caballo hasta el abrevadero, etc., con el fin de prepararme, según él, para el futuro que me espera. - Aquí la respuesta se sale un poco de madre y de padre, porque la Felisa no aclara nada, no dice ni que sí ni que no, sino todo lo contrario. La Srta. Fdez, aun habiéndola escuchado con atención, se quedó in albis, semitraspuesta y con cara de no haber entendido ni papa. Así pues, no le quedaba más remedio que continuar con el interrogatorio. ¡Joder con la gente! ¿Por qué no será más explícita una de mano, para evitar preguntas tontas y repetitivas?
-¿Y con quién prefieres estar?- De acuerdo con las normas elementales de educación que se llevan hoy en día, la respuesta lógica caía por su peso. Pero estamos en otros tiempos y la niña es una niña; y, si bien poco a poco va creciendo en entendederas según van pasando las hojas de este relato, no sé yo muy bien hasta dónde la haré llegar. Ya veremos como se desarrolla todo.
Además, la pregunta de la nutria es totalmente lógica, ¿o vais a decirme que no? Si antes había quedado en que bueno, sí, pero es que.... verás, yo soy un poco vergonzosa y..., aún no te conozco lo suficiente como para..., no sé, es que..., bueno, anda, un día es un día, y alguno ha de ser el primero, pues entonces ahora, ante una pregunta tan directa, no le quedaría otra solución que explicar las cosas por las claras o dar la callada por respuesta, aceptando con esta última las responsabilidades que de ello se pudiesen derivar. (A mí no me preguntéis ni me digáis nada,que yo tampoco sé cuáles, es cosa de la nutria)
- De eso, no tengo duda: con mi padre. Es más guay. (Aclaración para los lectores: esta palabra, guay, por lo visto ya se empleaba entonces con un significado semejante al de nuestros días, aunque no fuese de uso muy común, porque, si no, la niña no la hubiese dicho). Ahora sí, coño, ahora contesta como debe contestar, sin circunloquios ni evasivas. Dejémonos de dependes y de chorradas. Con el padre y se acabó. Punto.
-¡Ah, sí! ¿Mejor con tu padre?- Pues no se acabó; el animalejo siguió hurgando esperando encontrar bajo la primera capa, algo más sabroso. Y es que no podía entender aquel cariño tan irracionalmente hondo que la niña podía profesar por su padre.
La Srta. Fdez del Río tal vez necesitaba ahondar en aquella clase de sentimiento llevada por una infancia sin la presencia ni la influencia paterna. No lo había conocido. Su madre le había contado en las largas noches de invierno junto al fuego que un día en que había salido a cazar solo, pues ella estaba algo mareada debido a su reciente preñez, había sido apresado mediante el uso de redes, a todas luces ilegales, por miembros de la Delegación del Castillo Supremo (ahora se entiende por qué cazan con artes ilegales, quien manda, manda... pero en los otros, que él tiene bula). Con el tiempo se había enterado de que lo habían recolocado en otro lugar muy remoto, en los dominios de unos amigos del señor de la fortaleza que necesitaban nutrias para repoblar sus ríos. Nunca más regresó. No le habría costado mucho decidirse, un abrir y cerrar de ojos: la elección entre aquellos ríos de montaña y el presente río de mierda que cruzaba en ese justo momento, no albergaba ningún tipo de dudas. ¡Qué suerte tienen algunos! Hay personas por ahí que cuentan que la emigración forzosa empezó hace cuatro días, pero ¡quiá!. Eso ya se remonta a muchos siglos antes de nosotros nacer. Hasta Sreekh, ya sabéis, que había sido uno de los amigotes del padre de la Srta. Fdez. del Río con quien había corrido una buena cantidad de juergas, se había visto obligado a emigrar a Jólivu para ganarse el sustento con el sudor de su frente. ¡¡Sí, sí!! Ya lo sé, no me lo recordéis. También emigró llevado por las circunstacias especiales de su última noche en aquellos parajes, es decir, para escapar como alma que lleva el diablo de la bruja de los dientes largos, narices largas, orejas largas, ojos grandes, cabellos largos, piernas largas, manos largas y un largo etcétera de largos y largas. Y no todos vuelven a sus orígenes, aquí también depende de la situación familiar, social o económica a la que lleguen.
Vamos a esperar unas horas para saber qué razones impulsan a Felisa a preferir la compañia de su padre, pues el capítulo llegó a su fin.
Comiencen bien la semana, disfruten del momento, que el tiempo pasa volando y no merece la pena gastarlo de mal humor.

domingo, 11 de abril de 2010

FELISA (Capítulo 15)

(De cómo se entabla una conversación durante la travesía del río)
Ya sé que el capítulo anterior lo acabé con unas parrafadas que nada tenían que ver con el contenido del cuento que estáis leyendo. Pero es que yo me enrollo, en ocasiones, como una manta en el cuerpo de un sin techo un día de invierno en el Parque de El Retiro soñando que se halla en el Polo Norte dándose una ducha justo cuando se acaba el gas del calentador, mientras ve en la tele la serie de dibujos animados "La de la nueva nariz", muy en boga últimamente y seguida por millones de personas a las que les ponen los pelos de punta siguiendo la rocambolesca y truculenta historia tejida acerca de una famoso animalicida, especialmente de astados, asediado por pérfidas amantes y que, lejos de tropezar más de dos veces en la misma piedra, busca desesperadamente a la que cree que ha de ser el gran amor de su vida, la Fema del Anapurna, de la que se había enamorado, con una pasión tal que lo estaba llevando a la locura, después de haber visto su foto un día en un periódico de provincias que hojeaba sentado en las letrinas de un club de caza en medio de la vasta llanura meseteña antes de emplearlo como solución higiénica limpiadora y desodorante. Pues eso, que uno se enrolla tanto, que las cosas acaban así. Os pido encarecidamente perdón por ello e intentaré, os lo prometo por el programa electoral de los partidos políticos que se cumplen a rajatabla, que no vuelva a suceder...al menos hasta la próxima vez. Y si ello acontece y me acuerdo, os pediré disculpas humildemente de rodillas o postrado ante vos cuan largo soy. Ahora voy a centrarme.
Estaban cruzando el río.
En seguida Felisa se hizo a la montura y disfrutó del paisaje que ofrecía la vegetación lujuriosa que bordeaba las orillas. Antes de llegar a la mitad, a pesar de la fuerza de la corriente, soltó el cesto, que se mantenía ahora únicamente sujeto por sus muslos que lo apretaban con fuerza, y usaba la mano derecha para espantar a los mosquitos, tábanos y mosconas azules que sobrevolaban su particular paraíso, aquel estercolero en que se había convertido el antaño Río de Las Nieves.
A lo largo del trayecto, la conversación entre ambos seres surgió casi de forma espontánea. Y aunque todo comenzó con una pregunta algo seria de la Srta. Fdez. del Río, luego la charla se desenvolvió de forma fluida, tan natural como si llevasen toda la vida juntas.
-¿Y tú, qué, que no te pregunté, estudias o trabajas?.- Vemos aquí reminiscencias de un pasado común con el ser humano del siglo XX y XXI. Esta expresión, tan gastada por el uso, hoy sigue vigente en muchas zonas del planeta donde creen ser de lo más originales a la hora de entablar una conversación que pueda dar pie a dar un pasito más en el acercamiento sutil entre dos personas que se toleran, esa zancadita puede originar una pequeña caminata de pasitos y pasitos que suele acabar en una carrera de maratón, tanto si la cosa urge como si no, y, por norma general, finaliza en una zona mullida y cómoda con dos seres contándose y mostrándose sus más escondidos secretos, pero sólo aquellos que deseen contarse y mostrarse, porque en el tintero siempre se guarda alguno de reserva por si más adelante...¿quién sabe? A veces se corre una sola carrera, pero los hay que se apuntan a dos o más a lo largo de su vida. Y para todas hay que teener reservas acumuladas con el fin de llegar a la meta en condiciones idóneas para disfrutar.
-¡Ah, pues depende!- Sigue la conversación con una respuesta de lo más socorrido y que puso de moda incluso años más tarde un grupo musical del siglo XXI. Como ya avisaba anteriormente, nada hay nuevo bajo el sol; todo está inventado en el arte del diálogo fácil. Es la típica respuesta de quien hace como que no, pero sí; no te doy "p'alante", pero no pares, sigue, sigue...; ¡ay, que...!, aunque quién sabe, bueno tal ve. Vale, vale, ya lo sé, una respuesta tipo sacada del Manual de Educación Social para convertirse en buenos ciudadanos, que todos conocéis.
-¿De qué depende?- Nueva pregunta lógica originada por la respuesta anterior que no sabemos si aclara algo o no. No obstante, aquí la pregunta ya es más retórica que otra cosa. A quien la hace, le importa un carajo de qué depende, lo que desea es entrar en materia y sabe que, si obtiene una respuesta apropiada, la situación se pone en marcha y se está dando el primer paso en la dirección adecuada. Cuidado luego con no cagarla, pero...
Tenéis que comprender la situación. Finalizo el capítulo, que hoy es domingo y hay que salir a dar una vuelta. Espero que seáis conscientes de la importancia del tiempo de ocio.
Un saludo para quienes lo entienden (para los otros, no) y que lo disfruten también con alegría y la sonrisa simpre presente (para todos).

sábado, 10 de abril de 2010

FELISA (Capítulo 14)

(De cómo penetran en el río Felisa y la Srta. Fdez. del Río)
Estaba la nutria dando saltitos y clavándole sus vértebras en el culo de la niña.
En realidad el agua no estaba fría, sino más bien tibia. La razón de los saltitos de la Srta. Fdez. era el asco que le crecía en su interior pensando que tenía que cruzar aquello. Hacía ya varios años que atravesaba el río por un árbol caído unos metros más arriba para evitar el contacto con aquel líquido semipastoso al que los cortesanos llamaban río.
Y ahora debía de hacerlo, todo por haberse metido en camisas de once varas, donde nadie la llamaba. ¡Dichosa cría! ¿Quién le habría mandado a ella contesar a la niñata aquella? Si no fuera porque se la veía tan, tan, tan no sé cómo.
Por fin la nutria se decidió y, pasito a pasito, chirriándole los dientes y temblando como una hoja movida por una ciclogénesis explosiva, se fue adentrando en las sucias, amarronadas y fétidas aguas del río, a riesgo de coger cualquier enfermedad cutánea que podía acabar con su tersa y reluciente piel.
Felisa no se podía contener. llevaba la escopeta echada a la espalda, la cesta de mimbre con la comida de su abuela sobre el lomo del animal, sujeta con su mano derecha, mientras con los dedos índice y pulgar de la izquierda se apretaba las fosas nasales para impedir que aquel olor pútrido penetrase en su pecho e impregnase su cálida, ingenua, dulce y virginal personalidad. (¡Qué pijada, me estoy superando!)
Por fin, en un arranque impetuoso que casi tumba de bruces a Felisa, la Srta. Fdez. del Río se lanzó a las cálidas y pestilentes aguas del río.
(A esta corriente de agua antiguamente se la conocía por el Río de Las Nieves. Ahora los ribereños la habían rebautizado, aunque siempre diciendo su nombre por lo bajo, que no llegara a los oídos de los responsables de su cuidado. La razón no era otra que podían sufrir en sus carnes consecuencias funestas para su salud, bien en forma física o económica, con la subida de unos impuestos, el ¡OVAENICSOONP! * entre otros, que ya en aquellos tiempos asfixiaban a los mismos paganini que hubo, hay y habrá por los siglos de los siglos en todas las sociedades del mundo. Para unos, era el Río de la Purquiría (nombre procedente de una lengua antiquísima que usaban los ciudadanos de la calle, la mayoría, pero siempre y cuando no participaran en el gobierno de la zona, porque entonces, como si les inocularan la rabia, le daban la vuelta a la chaqueta y se mostraban con respecto a ella peores que perros de presa); para otros, Río de Los Políticos, aunque se desconoce si debido a que aquella sociedad asociaba ambos nombres para referirse a lo mismo; es decir, desconozco si tales aplicaciones toponímicas se debía a la sinonimia o bien a que la gente no tenía muy claro el nombre del río.
*¡OVAENICSOONP!(para los que no están gravados por él): ¡Os Vais A Enterar, Niñatos Ignorantes, Como se Os Ocurra No Pagar!
Verdaderamente no fueron muy originales, pero es suficienmtemente aclaratorio de las consecuencias que podría acarrear su incumplimiento ("a buenos entendedores, pocas palabras bastan").
Había otros impuestos, pero sin interés ninguno en cuanto al nombre, ya que se los cobraban por la mano y no podían ni protestar (más les valía estar calladitos). Por aquel entonces aún los sindicatos, dos que había, estaban en fase embrionaria y no se planteaban una huelga general ni por asomo- a mí esto hoy me suena de algo, pero no caigo-. Además ambos secretarios generales de aquella especie de cigotos sindicales abortables pertenecían al círculo más íntimo de los señores de las fortalezas y, por lo tanto, recibidores de prebendas que les hacía sentirse más que cómodos en aquel cargo donde, a ellos personalmente, no les faltaba de nada, ni siquiera los treinta y siete días de vacaciones anuales, más dieciséis para asuntos propios-que se solían usar a mediados de invierno para buscar climás más cálidos-, fines de semana y veintisiete fiestas no laborables al año, aparte de la asistencia con gastos pagos, aparte de dietas, a congresos en otros lugares normalmente con cierta fama turística y donde abrían sus ojos a la realidad social que les rodeaba para tomar medidas y evitar a esos mismos asistentes tener que vivir como lo hacían los que les rodeaban. Pero eso sí, habían defendido, incluso encadenándose a los fosos de los castillos, que el resto de los obreros disfrutarían de desacnso todos los domingos (aunque las malas lenguas lo achacaban a la influencia del cura, con el que no se jugaba, y para quien la misa era obligatoria y no quería disculpas entre sus feligreses para que pudiesen ausentarse aduciendo que estaban a turnos o amparándose en cualquier trabajo de última hora que le había obligado a echar una hora extra de más) y de dos horas por la tarde el día de la fiesta del pueblo- cuyo nombre aún no os dije porque también tiene miga-, (aunque estas dos horas eran recuperables cada cuatro años, el 29 de febrero, que se convertía en una jornada normal, más ocho horas suplementarias con el fin de ponerse al día).
Total, que el capítulo 14 llegó a su fin y mañana seguiré cruzando el río con las dos.
Mientras, a disfrutar de este fin de semana, que parece que llegó el buen tiempo.sean felices.

miércoles, 7 de abril de 2010

FELISA (Capítulo 13)

(De cómo Felisa disfruta montando a la Srta. Fdez. del Río)
Ya tenemos a la niña a la grupa de la nutria.
¡Qué cara de felicidad se le plasmó a la chavalina! Hasta ese momento nunca había montado en ningún sitio. Era, pues, su "bautismo de monta", sin curas ni frailes, ni padrinos ni nada por el estilo. Esto hoy está estrictamente reservado, salvo contadas excepciones, para determinadas personas amantes de la hípica, con cuartos bastantes para permitirse tener unos jamelgos o unos pura sangre y pagar su atención y manutención, sus trajes y gorritas, y las consumiciones desorbitadas en bebederos de lujo que derivan en charlitas inconsistentes sobre la maravillosa montura que tienen; también hoy, sin ánimo de ofender, tienen su bautismo de monta en cualquier momento del día jóvenes y adultos que acceden por primera vez a apagar el fuego amoroso que los consume, que los lleva a seguir este deporte de forma habitual mientras el cuerpo aguante, o mejor, mientras haya alguien dispuesto a colaborar; pero éste es otro tema que nada tiene que ver con el actual, así que deslean lo anterior y vuelvan al "bautismo de monta" para seguir.
¡Mira que algunos de sus compañeros en infinidad de ocasiones la habían animado en la escuela a hacerlo y practicarlo con asiduidad! Le explicaban que montar era algo extraordinario y de lo más placentero; que, al principio, sin experiencia, podía doler algo, pero luego, una vez habituada, pues... Y, si no, que se lo preguntase a su amiga La Pepa, que iba con ellos todos los fines de semana.
(Espero que las mentes lascivas no vuelvan a ver cosas raras donde no las hay, ¿de acuerdo? Porque a algunas, cuando les entra la fija, no ven más allá de la punta...¡de sus narices, oiga! ¡¡¡DE SUS NARICES!!!, que todo lo voy a tener que aclarar antes de que...Voy a calmarme un poco, pero es que este tipo de pensamientos me enervan, me sacan de mis casillas) Sigo:
Ahora que Felisa ya sabía cómo era, se dijo que, cuando volvieran a invitarla, no lo pensaría dos veces. Se lo comentaría a su padre para que le permitiese coger el caballo y montarlo dando un paseo con su pandilla. Seguro que el primer día le costaría adaptarse y le dolería salva sea la parte del cuerpo, pero no tardaría en acostumbrarse. Todo sería ir cogiéndole el tranquillo al asunto. Y disfrutaría con La Pepa y sus amigos montando cuanto quisiera.
En ese momento suspendió el hilo de sus pensamientos porque llegaba la hora de la verdad: estaban a la orilla del agua. debía estar fría ya que la Srta. Fdez. metía un pie y lo sacaba dando saltitos sin percatarse de que la niña también brincaba encima y las vértebras del animal se clavaban sin compasión en la tierna carnecita de otra vez salva sea la parte de la confiada criatura. (¡Qué chorrada para explicar que se les clavaban en el culo!, Pero...los que somos bien hablados y bien escritos, pues tenemos estas cosas, ¿qué queréis, si yo fui también a un colegio de pago? Igual pensabais que sólo van los hijos de los ministros y directores generales, o de los diputados y senadores, o de los directores generales y los trepas amigos de relacionarse con gente bien. Pues no. A veces a uno le dan una beca, que no llega ni para la mitad, pero se tiene familia allí para pernoctar y se va tirando, porque si no, "ni pa dios, nin", y entonces se puede estudiar en esos centros privados aptos para otros que no eran como yo, pues había de conformarme, como otra media docena en la misma situación, con las migajas que restaban del banquete y las miradas, gestos y hechos de compasión y conmiseración de muchos de los que te rodeaban, que no podían evitar sentirse superiores respecto a algunos de nosotros. Pero yo tuve suerte, me habían ido educando bien en casa atendiendo a las explicaciones que sobre las fantochadas y los estiramientos de cuello eran capaces de hacer determinadas hembras y varones de mi pueblo con tal de llegar a quitarle la baba de las comisuras de los labios a los que, puestos a dedo, dirigían la vida de los ciudadanos; siempre tuve claro que no había nadie superior o inferior a nadie; si acaso, en la última categoría, los babosos y los que les quitan la baba. Pero en general, todos iguales y que el que algo quería, tenía que currárselo y a ninguno se lo darían guisado y bien aliñado. (Las excepciones ya las sabéis todos: buscad entre la nobleza alta y baja, entre las finanzas, en la endogámica universidad, entre determinadas clases políticas, entre el mundo que rodea, permite y vive de la corrupción y las/los corruptelas, entre los mundos oscuros del hampa y de la delincuencia de manos negras y blancas, entre los que tienen que poner remedio a estas situaciones, entre los que predican soluciones encubriendo a los suyos, y más aún; pero, si vosotros ya lo sabéis, para qué lo voy yo a escribir.) De verdad os digo que, después de las excepciones, en este país trabajamos cuatro gatos. No obstante, no me quejo, hasta ahora he sido capaz de vivir como me dio y me da la gana.
¿Y a qué viene todo esto? Pues no lo sé, a nada. Mejor olvidaros, como si no lo hubiese escrito, pensad que está escrito con zumo de limón y ya desapareció de vuestra vista. ¡Uf! Me pierdo y no me encuentro.
Vayamos al agua con las dos protagonistas.
Pero eso será en el próximo capítulo.
Mientras, disfruten de este fin de semana primaveral y sean felices.

lunes, 5 de abril de 2010

FELISA (Capítulo 12)

(De cómo Felisa comienza su travesía)
Recapitulemos:
1-El bosque estaba profusamente lleno de zarzas, matorrales, árboles, flores, etc., menos las que había arrancado la tontita de Felisa, aún no concienciada con el cuidado del medio que nos rodea. Tampoco habían surgido todavía para explicarlo grupos de apoyo a la Naturaleza, es decir, los hoy conocidos como ecologistas- que los hay de todo tipo y condición, y que, con alguna excepción, surgen como setas en primavera y otoño para defender estos hábitats en cualquier lugar del mundo, aunque necesitados casi siempre del aleluya y la protección de instituciones más proclives a sus propios y lucrativos intereses, con poco más que hacer que salir de vez en cuando a denunciar un par de hechos concretos para que se les vea, pero sin molestar mucho.- Tampoco habían aparecido personas en el seno del poder establecido, comprometidas con la defensa del medio ambiente y capaces de crear un ministerio para tal fin con el objeto de lavar la cara de los gobernantes ante las judiadas (perdón si molesto; aunque permitido este vocablo por la RAE, lean mejor injusticias, perjuicios, jugarretas, acciones deshonestas) que se permitían a lo largo y ancho del reino. Es decir, el monte era un monte, como Dios manda, a excepción del río, propiedad de los cortesanos de los castillos de la zona- precursores de la clase política actual- que eran los responsables y verdaderos culpables de la contaminación y la situación en que se encontraba, aunque éste es otro tema y mejor lo dejamos para otra ocasión.
2- La abuela seguía bañando a su pequeño.
Sigamos, pues.
El caso es que la viejecita (otra vez el diminutivo, que es más familiar, por si las feministas me acusan por cualquier concepto o definición que haya podido escribir de tan dulce mujer y del cual no soy consciente pero por el que pido de antemano humildemente perdón, y en plan cariñoso, que ya me está empezando a caer bien la bonita brujita, que tiene un no sé qué, que qué sé yo) no quiso apurar mucho a su enamorado y ni siquiera lo rozó. se comportó con el decoro que le correponde a cualquier persona de género, masculino, femenino o neutro (y hasta de número, singular, plural o con matices) ante la ingenuidad de un ser que, como aquél, únicamente quería, colado como estaba hasta la médula, soñar con su Julieta. Aunque, en sus sueños y divagaciones acerca de su futuro, no acertaba a ver cómo le explicaría a su pareja que lo suyo con la iglesia no funcionaba, debido sobre todo al radicalismo extremo con que trataban este tipo de relaciones el Pontífice Máximo y todos sus clérigos y adláteres, y que prefería un casamiento (no se puede llamar matrimonio a estas clases de unión familiar, ya lo sabéis, que lo dicen quienes todo lo saben aunque no sepan nada o hagan como aquel otro que también inventó cierta frase que quedó para la historia:..., de entrada, no) por la vía civil o simplemente llevar una convivencia feliz sin ataduras de ninguna clase. ¡Ah, y una boda sencilla, nada de barullos de gente a la que o bien una o bien otro no conoce, y a la que le importa un bledo lo que pueda suceder una vez pasado el banquete y la cogorza de rigor!
Pero, bueno, todo se andaría. Se lo diría el día menos pensado. Antes, tenían que conocerse mejor.

¿Qué os parece' El lobito y el cuento de la lechera, oye. Ya verás como sucede algo o viene alguien que lo echa todo a perder.

En el baño dejamos a ambos personajes, impregnados del aroma de las rosas y del Xanel-Gardenia número Cero Treinta, porque...¿qué fue de Felisa?, ¿y de la Srta Fdez. del Río?.

Pues bien, ésta ya había montado a la futura adolescente, a la cual, aunque un poco nerviosa, se la veía feliz y con cara de encontrarse a gusto una vez realizada la operación, y, aunque aquellas cosas no acontecían a diario, no por ello dejaba de disfrutar de un momento tan dulce. Su madre no le había explicado nada acerca de estas situaciones y menos aún su padre, para quien la educación de los hijos corría a cargo de la esposa, como casi todo lo referente a poder vivir, a no ser el dolce far niente que él practicaba junto con sus amigos sin tapujos, a la vista del pueblo y sin importarle las comidillas maledicentes de la gente sin escrúpulos que lo criticaban, por pura envidia.
A la Srta. Fdez. del Río no le había costado mucho convencer a la jovencita para que se dejase hacer y ella, angustiada por el miedo a llegar tarde a la cita con su abuela y a la cita con sus amigas, desconocedora en su no ya tan tierna infancia de los métodos más seguros para evitar malos mayores, confió total y absolutamente y se entregó por completo a los consejos de aquel bicho hediondo, que hizo lo que quiso con ella con tal de él estar más a gusto con ella encima.

(¡Oigan oigan! ¿Qué estarán pensando ustedes en estos momentos, mentes depravadas, ante el párrafo anterior? Cualquiera lo sabe, pero sepan que para mí no existen las segundas intenciones en temas infantiles: lo que hay, es lo que hay; lo que es, es; y lo que será, será, o casi, depende de las circunstancias. Así que dejen de pensar mal, coño, que esto no es una página XXX ni admite descargas ilegales, que me la cierra la sinun dedo de frente).
Y como no quiero seguir alimentando sus lascivas intenciones, cierro este capítulo para que cambien ustedes el chip. Mañana, el 13.
Disfruten del día y léanse a Blancanieves que, viviendo sola con siete hombretones en el bosque, no por ello dejó de mantener su pureza hasta que llegó la madrastra y le endilgó el trozo de manzana.

domingo, 4 de abril de 2010

FELISA (Capítulo 11)

(Del baño del lobo)
-En el capítulo anterior, es decir, el 10, para quien no lo haya pillado aún, el asunto estaba así:
-la abuela bañaba al lobo-con esto queda suficientmente explicado, creo, el tema principal del capítulo anterior, pero por si acaso lo completo:
-las mentes calenturientas a saber qué pensaban.
Sigamos.
El caso es que los extremos de las extremidades superiores de la abuela (para acabar pronto y eliminar cualquier duda, las manos) se deslizaron lenta, lentísima, lentísimamente (¡de qué fuerza de voluntad tuvo que echar mano para evitar que se desplazaran a izquierda o derecha, madre mía!) hasta que llegaron a los pies del lobo. Los tenía destrozados de tanto caminar por un monte que estaba totalmente abandonado por la Administración.
(El medio ambiente era un tema que aún estaba en pañales, todo andaba manga por hombro, y las obras públicas se retrasaban debido a la falta de acuerdo entre el señor y el contratista sobre todo en el tema de las comisiones. Acordaos de que el puente del río aún estaba sin arreglar y de los apuros de la niña para llegar con la comida hasta su dulce abuelita, lara, lara, larita. Como los señores del castillo pasaban del tema, pues ellos cruzaban a caballo y conocían el vado, les daba igual el estado en que se hallara)
Hacía muchos años que -dedicadas casi exclusivamente durante los últimos tiempos a vigilar a los cazadores furtivos que estaban acabando con la población de zorros, especie ésta muy solicitada por la clase noble del país para sus cacerías- ninguna patrulla forestal había limpiado los caminos de zarzas, ortigas, helechos, tojos, etc., que crecían a un ritmo frenético debido a que los últimos meses, los más lluviosos de la década, habían hecho de aquelos parajes silvestres una maraña por la que era casi imposible pasear, una verdadera selva virgen. (El adjetivo no tiene ninguna finalidad escabrosa, por Dios, por favor, tened piedad, no os paséis).
Es decir, comentaba antes, el lobo tenía las patas normales y el monte era un monte como es debido.
Y en la bañera, bien es verdad que en su recorrido aquellas arrugadas manitas... (en diminutivo para quedar bien, pero en realidad parecían los guantes de cocina de la Ogra Gigante del Zoo del Rey, cazada con un lazo ilegal en los montes de Tenmiedo, que llevaba varios días encerrada bajo llave, totalmente salida después de enterarse de lo de Paca, Tola y Furacu, para evitar su monta y posible reproducción antes de la llegada del Ogro de Ojos Rasgados que se hallaba en camino.- Y es que en el castillo había cada virulillas, de esos que no le hacen ascos a nada, que daba pavor pensar en lo que discurrirían con el pobre animal -¿con la pobre animala para que Aido no se enfade?-
La Ogra Gigante, parienta lejana de la estrámbotica y rarísima Yeta del Tíbet (en femenino, eh, "Yeta, no Yeti", que me riñe la ministra de Igual-dá so que arre), lo estaba pasando muy mal y se sentía la hembra más desdichada del mundo, pues su corazón pertenecía al juglar del castillo vecino y, en cambio, la iban a obligar a cohabitar y algo más con aquel desconocido. Pero ésta es otra historia.
Ya estuve otra vez dando vueltas.
...Decía que aquellas manitas tuvieron que pasar muy cerca de determinados lugares de cuyo nombre no quiero acordarme, y no os parezca mal, que a Cervantes también se le olvidó de donde era D. Quijote y nadie dice nada. (Y no es que yo quiera compararme con él, Dios me libre, ni se me pasa por la cabeza, pero lo que está escrito, ahí está y es irrefutable, a no ser que un juez diga lo contrario, que también puede pasar.¡Buenos son ellos ! ¡Pobre Manco de Lepanto! Sólo faltaría además que algún erudito con ganas de marcha quisiera que su nombre saltara a la palestra y saliese afirmando que, después de sesudas investigaciones, aquel hecho de no acordarse de los nombres demostraba sin lugar a dudas que Cervantes, cuando escribió su novela, había comenzado a dar síntomas de senilidad o de Alzheimer, y por eso en su capítulo tal y en su capítulo cual sucedía tal y cual cosa, y que... Lo demás no lo contaría de buenas a primeras, porque esperaría a vender la exclusiva al mejor postor y luego iría de plató en plató soltando todo tipo de imbecilidades razonadas, a cual mayor y más estúpida, para asegurarse un futuro en las tertulias televisivas y, incluso, podría participar invitado- cobrando su buena pasta- en programas culturales de alto nivel del tipo de Mira quien baila o Gran Hermano. ¡Y es que hay tantos en las teles que es literalmente imposible listarlos!
Pero bueno, no sé a qué viene esta parrafada que nada tiene que ver con el cuento. Perdonen ustedes... y vuelvan mañana porque el capítulo llegó a su fin.
Un saludo, disfruten del domingo y sean felices.

sábado, 3 de abril de 2010

FELISA (Capítulo 10)

(De como la viejecita baña al lobo)
La abuela le enjabonó el cuero cabelludo a conciencia.
Mientras, el lobo se dejó ir, se relajó y su cuerpo se convirtió en una marioneta al servicio de la titiritera, que lo movía hacia adelante y hacia atrás a su antojo.
El agua comenzó a adquirir un color grisáceo a causa de la cantidad ingente de suciedad que llevaba encima; se podían ver flotando algunas ladillas y muchas de las orugas procesionarias que se le habían adherido a la piel cuando había estado oteando a Felisa desde el enfermo pino de marras, para el cual ninguna ONG pedía ayuda, sabiéndolo como lo sabían y a pesar del alto grado de epidemia que azotaba toda la zona. (¡Ay, si fuera una gripe A, B, C,..., X, Y, Z cualquiera!. Ahí, ya no las ONG, pero sí entrarían a todo trapo las farmacéuticas con todo su poder para hacer que la OMS detectara una pandemia donde sólo había una pequeña gripe. ¡Pero la pela es la pela, bueno, el euro es el euro!-
Perdón, esto último está fuera de lugar, ya que aún no había moneda única europea, ni se habían inventado organismos como la ONU, ni la OMS, ni la UNESCO, ni la gripe del abecedario, ni nada por el estilo que los mandamases, siglos más adelante, echaron a funcionar para, en principio lavarse la cara, y después poder expandir su poder por todo el mundo conocido y por conocer, deshaciendo cuantos entuertos les convenían de acuerdo con sus objetivos económicos. Lo siento, fue un lapsus y espero que no me lo tengan en cuenta, pero, como ya está escrito, incluso lo de la ONG, tampoco era cosa de emborronar la hoja.
Al cabo de una media hora, la bruja, es decir, la suegra de la madre de Felisa, lo mandó levantarse, abrió el tapón del desagüe y, una vez libre de cortapisas, la hedionda agua, junto con las partes sólidas acumuladas sobre ella, se sumió por la tubería que, instalada estratégicamente, iba a regar el huerto y alimentar las plantas que la hacían soñar en forma de porros bien liados con una maquinita que vendía a buen precio la Compañía Estatal de Tabacos (propiedad del señor del Ducado Negro del Rubio Güiston). A continuación volvió a rellenar la bañera, volvió a mater al lobito bueno (más bien amongolado) y volvió a enjabonarlo de arriba a abajo.
Antes de comenzar con el frota que frota ( aún no se había inventado el Güuip Esprés y el frotar se va acabar no había entrado tampoco en funcionamiento), fue a su armario de baño y sacó un frasco que derramó enteramente en el agua. Automáticamente, se desprendió del líquido elemento un olor a rosas que hizo que el lobo inspirase honda y repetidamente por sus narizotas con tal gesto de felicidad que para qué queréis que os cuente, si os daría más pena aún. ¡Un animal libre y salvaje como él, convertido en un títere de pacotilla! (Ya dejé caer antes que estaba como tonto en vísperas, el pobre, desconocido del todo.¡Quién lo ha visto y quién lo ve! No lo reconocería ni su madre. ¡Ay, Señor, Señor, a lo que llegan algunos!)
Luego, para acabar de cagarla, porque ya me diréis qué pinta un lobo oliendo el aroma de las rosas, vaporizó el ambiente con su perfume Xanel-Gardenia número Cero Treinta comprado en París por el Arriero Oficial del Reino, que hacía la ruta Reino- Bosque- París- Bosque- Reino desde hacía varios años introduciendo las últimas creaciones de aquella ciudad del lujo en sus propia tierra. Ni que decir tiene que estaba forrado a cuenta de ello.
Cuando la abuela se percató de que su querido pequeño inspiraba aún más fuerte para que su pituitaria admirase y participase también de aquel perfume, al ver el estado de profunda y maravillosa concentración del animalito, se le escaparon dos grusos lagrimones de alegría y su cara adquirió tal gesto de dulzura que para sí quisiera un tocinillo de cielo.
-¡Qué buena soy-pensaba-. Pero, venga, hay que dejarse de pamplinas y al tajo que, si no, no acabo nunca.
Nuevamente comenzó por la cabeza y, poco a poco, sus manos fueron recorriendo el tronco animal hasta que, llevadas por la inercia, y a pesar de tantos años a palo seco, renunciando a la vergüenza que aquello pudiese suponer, tal vez porque lo que hay es lo que hay, y a falta de pan, buenas son tortas, pues se deslizaron lenta, inexorable y sin ningún miramiento hacia abajo, hacia...
¡Ay, ay, ay, picarones! (tres repeticiones, qué fastidio, pero el asunto se las trae y bien se los merece).
-Con lo de picaronas me refiero, como seguramente habréis ya imaginado, a esas personas de mentes calenturientas que en este momento me están acusando de pornográfico y pervertidor de criaturas inocentes; esas mentes depravadas, lectoras ávidas de cuentos infantiles del estilo del presente, que sacan punta a cualquier situación por tierna que sea. ¡Por Dios, seamos serios y no prejuzguemos!
Se acaba el capítulo de la decena. Pero, como ponen en algunas series de TV, ..." continuará".
Disfruten del fin de semana y pásenlo bien.

viernes, 2 de abril de 2010

FELISA (Capítulo 9)

(De cómo el lobo se va a encontrar metido en una bañera)
La abuela todavía andaba embebida en sus recuerdos, mientras traspasaba la puerta del baño con el lobito; en su mente aún se entretejían los recuerdos de aquella noche, hacía ya muchos años, en el pajar del arriero de La Encrucijada.
Cuando despertó, con las ropas tiradas por todas partes menos sobre su cuerpo, a su lado no había nadie; no obstante, su cara reflejaba una satisfacción difícil de explicar. Habían sido días. meses y años de perseguir un objetivo que por fin había llevado a buen término. No le importó que Sreekh XIII hubiese desaparecido. Nunca más lo vio. (Yo, personalmente, me lo imagino despertando resacoso junto a aquel esperpento: seguro que a día de hoy aún sufre alucinaciones y se ha visto en la necesidad de visitar de vez en cuando alguna clínica psiquiátrica convencido de que sufre pasajes anormales de personalidad después de haber hecho lo que hizo; y más aún, viviendo como vive en un ambiente tan frívolo y sinsentido como es su lugar de trabajo).
La abuela, como por un ensalmo, consecuencia de sus recuerdos, se vio a sí misma cuando ya le decían que iba a quedar para vestir santos y como a los dos meses de la aventura henil su barriga empezó a adoptar una forma especial, y sus vómitos y mareos matinales se fueron haciendo cada vez más frecuentes, sabiendo que el motivo ni era el exceso de comida ni las malas digestiones. Así lo confirmó el hecho de que a los ocho meses, tres semanas, seis horas, cuarenta y tres minutos y...(por más que lo intentó, el número de segundos se había borrado de su cabeza, pero no le dio importancia porque en ese instante el lobo era el asunto primordial) parió un niño que era la viva imagen de su padre, cagado y pintado a él, al atractivo Sreekh XIII. Pero aquello quedaba tan atrás... (y el degenerado de su padre no había dado ni un paso para conocerlo, aunque sólo fuese para pasarle una pensión, que bien podía haberlo hecho con la cantidad de dólares que se había embolsado en Jólivu. Pero, a fin de cuentas, a lo hecho, pecho; aquel revolcón en el pajar no se lo quitaba nadie.)
Al llegar a la bañera de plomo de ley, dio un manotazo al aire y espantó todas las imágenes del pasado para centrarse en el futuro que se le avecinaba, o que ella pensaba que se le avecinaba. Cogió los cubos de agua que siempre esperaban pacientemente un día sí y otro también al lado de la cabecera dispuestos para el baño y semillenó la bañera. Luego miró a su querido enamorado y cabecita loca, con cara de pamesta gigante y bobalicona, y, con suma cautela para que no saliese de su extraño encantamiento, lo animó a meterse en el agua.
Al lobito le dio un poco de vergüenza tener que quedarse en pelota picada delante de ella, pero, embrujado por la belleza de la mujer que le sonreía enseñandole unos colmillos semejantes a los de él, estaba dispuesto incluso a quitarse la pelleja, si se lo pedía, aunque ello le supusiese tener que afeitarse el cuerpo entero.
La "bella ancianita", que era consciente de los apuros que estaba sufriendo, lo soltó enseguida y lo dejó antes de que fuese demasiado tarde y se volviese atrás.(El lobo nunca en su vida se había rasurado, ni depilado siquiera alguna de sus partes) Y ella, que temía por su falta de experiencia dejarlo como un eccehomo, tampoco estaba en aquellos momentos para ello. ¡Cómo para que acabase desangrado en su propia casa! ¡No tenía ella gana ninguna de investigaciones policiales"¡Sólo faltaba que le desubriesen en el huerto tras de casa su maravillosa, exhuberante y cuidada plantación de marihuana que le alegraba el día a día entre tanta vulgaridad como la rodeaba en aquel bosque de las narices donde el autor del relato la había mandado a vivir!
-No te preocupes, mi sol,- le susurró zalamera y amorosamente- no pases apurón, ni vergüenza ni miedo ninguno que está aquí tu mamaíta para cuidarte. Ya verás que bien lo vamos a pasar. Tú métete en la bañera tal como estás, que te voy a enjabonar.¡¡¡Y POR TODOS LOS SITIOS!!!¡¡¡ ¡¡¡QUE TE VOY A DEJAR HECHO UN CROMO!!!- (¡Ay, madre, ¿en qué estaría pensando la paisanina para decirlo con tanta exclamación?!)- A saber cuándo fue la última vez que te viste en una de éstas. Te voy a dejar pulido, más que pulido. Cuando acabe contigo, no te vas a reconocer ni tú mismo.
El lobo calló, aturdido por aquella voz estruendosa que denotaba un carácter fuerte como nunca había conocido.
Entonces, ella empezó por la cabeza.
Y capítulo 9 a pique, acabado y hundido. Mañana más, a no ser que hoy mismo por la tarde....
Pásenlo bien. Viernes Santo, santo día de para disfrutar.