sábado, 10 de abril de 2010

FELISA (Capítulo 14)

(De cómo penetran en el río Felisa y la Srta. Fdez. del Río)
Estaba la nutria dando saltitos y clavándole sus vértebras en el culo de la niña.
En realidad el agua no estaba fría, sino más bien tibia. La razón de los saltitos de la Srta. Fdez. era el asco que le crecía en su interior pensando que tenía que cruzar aquello. Hacía ya varios años que atravesaba el río por un árbol caído unos metros más arriba para evitar el contacto con aquel líquido semipastoso al que los cortesanos llamaban río.
Y ahora debía de hacerlo, todo por haberse metido en camisas de once varas, donde nadie la llamaba. ¡Dichosa cría! ¿Quién le habría mandado a ella contesar a la niñata aquella? Si no fuera porque se la veía tan, tan, tan no sé cómo.
Por fin la nutria se decidió y, pasito a pasito, chirriándole los dientes y temblando como una hoja movida por una ciclogénesis explosiva, se fue adentrando en las sucias, amarronadas y fétidas aguas del río, a riesgo de coger cualquier enfermedad cutánea que podía acabar con su tersa y reluciente piel.
Felisa no se podía contener. llevaba la escopeta echada a la espalda, la cesta de mimbre con la comida de su abuela sobre el lomo del animal, sujeta con su mano derecha, mientras con los dedos índice y pulgar de la izquierda se apretaba las fosas nasales para impedir que aquel olor pútrido penetrase en su pecho e impregnase su cálida, ingenua, dulce y virginal personalidad. (¡Qué pijada, me estoy superando!)
Por fin, en un arranque impetuoso que casi tumba de bruces a Felisa, la Srta. Fdez. del Río se lanzó a las cálidas y pestilentes aguas del río.
(A esta corriente de agua antiguamente se la conocía por el Río de Las Nieves. Ahora los ribereños la habían rebautizado, aunque siempre diciendo su nombre por lo bajo, que no llegara a los oídos de los responsables de su cuidado. La razón no era otra que podían sufrir en sus carnes consecuencias funestas para su salud, bien en forma física o económica, con la subida de unos impuestos, el ¡OVAENICSOONP! * entre otros, que ya en aquellos tiempos asfixiaban a los mismos paganini que hubo, hay y habrá por los siglos de los siglos en todas las sociedades del mundo. Para unos, era el Río de la Purquiría (nombre procedente de una lengua antiquísima que usaban los ciudadanos de la calle, la mayoría, pero siempre y cuando no participaran en el gobierno de la zona, porque entonces, como si les inocularan la rabia, le daban la vuelta a la chaqueta y se mostraban con respecto a ella peores que perros de presa); para otros, Río de Los Políticos, aunque se desconoce si debido a que aquella sociedad asociaba ambos nombres para referirse a lo mismo; es decir, desconozco si tales aplicaciones toponímicas se debía a la sinonimia o bien a que la gente no tenía muy claro el nombre del río.
*¡OVAENICSOONP!(para los que no están gravados por él): ¡Os Vais A Enterar, Niñatos Ignorantes, Como se Os Ocurra No Pagar!
Verdaderamente no fueron muy originales, pero es suficienmtemente aclaratorio de las consecuencias que podría acarrear su incumplimiento ("a buenos entendedores, pocas palabras bastan").
Había otros impuestos, pero sin interés ninguno en cuanto al nombre, ya que se los cobraban por la mano y no podían ni protestar (más les valía estar calladitos). Por aquel entonces aún los sindicatos, dos que había, estaban en fase embrionaria y no se planteaban una huelga general ni por asomo- a mí esto hoy me suena de algo, pero no caigo-. Además ambos secretarios generales de aquella especie de cigotos sindicales abortables pertenecían al círculo más íntimo de los señores de las fortalezas y, por lo tanto, recibidores de prebendas que les hacía sentirse más que cómodos en aquel cargo donde, a ellos personalmente, no les faltaba de nada, ni siquiera los treinta y siete días de vacaciones anuales, más dieciséis para asuntos propios-que se solían usar a mediados de invierno para buscar climás más cálidos-, fines de semana y veintisiete fiestas no laborables al año, aparte de la asistencia con gastos pagos, aparte de dietas, a congresos en otros lugares normalmente con cierta fama turística y donde abrían sus ojos a la realidad social que les rodeaba para tomar medidas y evitar a esos mismos asistentes tener que vivir como lo hacían los que les rodeaban. Pero eso sí, habían defendido, incluso encadenándose a los fosos de los castillos, que el resto de los obreros disfrutarían de desacnso todos los domingos (aunque las malas lenguas lo achacaban a la influencia del cura, con el que no se jugaba, y para quien la misa era obligatoria y no quería disculpas entre sus feligreses para que pudiesen ausentarse aduciendo que estaban a turnos o amparándose en cualquier trabajo de última hora que le había obligado a echar una hora extra de más) y de dos horas por la tarde el día de la fiesta del pueblo- cuyo nombre aún no os dije porque también tiene miga-, (aunque estas dos horas eran recuperables cada cuatro años, el 29 de febrero, que se convertía en una jornada normal, más ocho horas suplementarias con el fin de ponerse al día).
Total, que el capítulo 14 llegó a su fin y mañana seguiré cruzando el río con las dos.
Mientras, a disfrutar de este fin de semana, que parece que llegó el buen tiempo.sean felices.

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