jueves, 29 de junio de 2023

¿MIENTEN LOS POLÍTICOS? NOOOOO.

 

Es increíble con que facilidad, desde todos los ámbitos informativos, nos adoctrinan a los ciudadanos sobre el hecho de que nuestros políticos nunca mienten. Ya pueden hablar en las campañas de lo que les dé la gana, prometer lo que les plazca para arañar los votos que necesitan para su sillón, gritar a los cuatro vientos que van a hacer esto, eso, aquello y lo otro si salen vencedores en los comicios que sean, porque nunca nos engañarán.

Se encargan de explicarlo ellos y, como voceros, ahí están todos los medios de comunicación a los que si no paga uno lo hace el otro.

Resulta, mis queridos conciudadanos, que a la palabra mentira le han salido cuernos y rabo: ahora no existe y todo queda en promesas incumplidas o rectificaciones. Los políticos nunca mienten.

Vamos a ver, si yo voto a alguien que me promete hacer una cosa u otra y al cabo de un tiempo, un año o dos me sale con que tiene que rectificar y cambiar el rumbo, ¿por qué tiene que contar con mi voto a partir de ese momento? ¿O con el de aquellos que lo han votado y han visto como todo ha sido una mentira (perdón, una promesa incumplida) con el único fin de alcanzar poder? Por ética (ya sé que es una palabra tabú en esas élites) deberían abandonar, pedir perdón a sus votantes e irse.

Pero no nos dirán una verdad hasta que cuando hagan campaña y prometan lo que prometan, el oro y el moro, al cabo de la legislatura se les pueda pedir cuentas y, con los juzgados por el medio, con penas ejemplares, castigarlos por dolo a la ciudadanía. Ya veríamos a estos mandamases cuidarse muy bien de lo que nos prometen o lo que no antes de pedir un voto. Sería la manera de que entendiesen lo que para la gente en general significa una promesa incumplida o una rectificación en contra de todas las promesas hechas, es decir, engañarla con mentiras de todas las clases imaginables

Todos quedaríamos más tranquilos una vez depositada nuestra papeleta en la urna. Y sería lo justo para creer en esta clase política u otra, es igual.

sábado, 24 de junio de 2023

CAMPAÑA ININTERRUMPIDA

 

He oído hoy en televisión que la campaña electoral para los próximos comicios comienza el día 7 de julio. No sé si San Fermín estará de acuerdo o no, pero seguro que no se lo cree ni él ni el santoral completo de la Iglesia Católica.

Llevamos de campaña electoral, lo pinten como lo pinten, desde hace meses, y nuestros políticos no se cortan un pelo al hacerlo. Ah, y la Junta correspondiente no dice ni mu. A no ser que haya alguna denuncia y castiga con unos euracos y se acabó; a otra cosa, mariposa, no vayan a echarlos del puesto.

Vivimos, como he dicho siempre desde hace años, una pseudodemocracia, en un sistema político de mentira, inventado por quienes viven de los sillones de donde no los apea nadie, y consentido por el resto de los españoles.

Ahora tal vez alguien desde medios de comunicación o desde los atriles de las ruedas de prensa de los mandamases, como me sucedió hoy a mí, te cuenten lo del comienzo de la campaña. Por desgracia, habrá gente que se lo crea. Pero por suerte, también habrá millones que los manden a tomar viento por querer seguir engañándonos a cara descubierta, sin un ápice de vergüenza, y aguantándose las ganas de...., aunque todo en vano.

¿Por qué tanto paripé con estas cosas que saben que no cumplen, y además haciéndolo a la vista y al oído de todos? Porque saben que los ciudadanos tragamos carros y carretas y seguimos apanfilados.

Somos, o más bien formamos, un país de lelos, tal y como nos quieren los de arriba, para que despotriquemos con cuatro amigos por cualquier chorrada, pero sin salirnos de la línea marcada por ellos.

Cada día que pasa se me hace más difícil oír que vivo en una democracia. Buf, sigo sin creérmelo.

jueves, 22 de junio de 2023

SIN IDEAS

 

De fondo, desde el móvil posado sobre la mesa de al lado, las notas del concierto de Aranjuez, con Paco de Lucía a la guitarra, calma mis inquietudes permitiendo, con los ojos cerrados, que mi alma vuele sin trabas hacía los momentos vividos más dulces  e incluso los soñados, como este de escribir de vez en cuando.

A través de una ventana de una vivienda de enfrente, cruzando el patio interior entre ambos edificios, unos voces ininteligibles surgidas de una televisión o de una radio gruñen como avezan hacerlo algunos políticos de una y otra parte. No cambia nada.

De repente, por la ventana apenas entreabierta, se cuela una pequeña mariposa, cuyos colores soy incapaz de definir; silenciosa, casi etérea en su delicadeza, como una niña curiosa en medio de una juguetería, se pasea con su grácil vuelo por el despacho deteniéndose en ocasiones en lugares diferentes, como estudiando el contenido de aquellas estanterías. Me recuerda a mí cuando deambulo por casa sin saber a ciencia cierta qué hacer en ese momento.

Y mientras mis ojos seguían el recorrido de aquel lepidóptero multicolor, en mi cabeza daban vueltas los arcos iris, las estrellas y los soles, millones, de todo el Universo en que me movía, saltando de uno a otro sin poder pararme a pensar en uno en concreto; un maremágnum de ideas, un mar de sensaciones extrañas se divertía entretejiéndolas todas hasta el punto de convertirlas en un gurruño olvidable por despreciable, repelente por el simple y mero hecho de no tener pies ni cabeza.

Y cuando me he puesto a escribir, a volver a insuflar algo de vida en este cuaderno virtual, no me sale nada con un mínimo de sentido.

No sé por qué, pero me viene a la cabeza cualquier mitin de cualquier político puesto por escrito: un despropósito. Porque estoy seguro que, si lo leen al cabo de un par de días, se echarían las manos a la cabeza y la sacudirían con fuerza a los lados para intentar que todos los muebles que se hallan en su interior, aunque estén apolillados, se coloquen adecuadamente.  

No obstante, me suena que sería una labor más que difícil: si mueves serrín a uno u otro lado, seguirá habiendo serrín ahí dentro. Como dice el refrán, aunque la mona se vista de seda, mona se queda.

Y justo así me quedo yo cuando leo lo escrito. Hay días que no se está para ciertas cosas. Hasta las ideas y las buenas intenciones se apolillan o son como serrín.

Que ustedes hoy tengan más suerte que yo. Y sean felices.