jueves, 30 de marzo de 2017

LEYES



Seguimos muchos de los que ya tenemos una edad sintiéndonos horrorizados ante el hecho de que a una mujer, que ha colgado en su twitter poco más de una decena de chistes sobre Carrero Blanco, haya sido condenada a un año de cárcel y le hayan jodido un futuro profesional que se estaba labrando encaminado al mundo de la docencia.
  1. Chiste: Dicho, ocurrencia o historia breve, narrada o dibujada, que encierra un doble sentido, una burla, una idea disparatada, etc., y cuya intención es hacer reír.
O sea, que, como la situación en España está como está, lo único que nos queda es llorar.
Las mayorías absolutas o las confabulaciones de partidos semejantes en su proceder para con la sociedad española de finales del XX y principios del XXI han perpetrado, a través de determinadas leyes que no entiende ni Dios, que se den situaciones tan disparatadas como esta. En unos momentos en que el terrorismo de ETA está casi dado por finiquitado, a la espera de la anunciada propuesta de entregar todas las armas, siguen coleando leyes que llevan ante los tribunales a titiriteros, a cantantes o a twuiteros donde se ve bien a las claras que no se han sido más que baluartes contra la libertad de expresión.
Entretanto, a día de hoy, existen maltratadores de género que circulan a nuestro alrededor porque no han pisado la cárcel o lo han hecho con condenas ridículas; hay políticos y defraudadores que se pasean libremente y nos chulean porque, aunque en un principio hayan sido condenados, se pueden permitir pagar con el dinero que han robado  abogados que dilatan hasta la eternidad con recursos y más recursos la sentencia última emitida por tribunales cada vez más superiores y politizados, lo cual en ocasiones implica también que sean más amables, como lo demuestra el hecho que todos conocemos de saber quien nombra a esos jueces; hay otros políticos y defraudadores en la calle que aún no han pisado un tribunal y están a la espera de que sus gabinetes jurídicos o ellos mismos rebusquen hasta encontrar o tergiversar hechos para esgrimir pruebas exculpatorias que nadie se traga, pero que pueden llevarlos a no pisar la cárcel; hay otros más que tienen tal “arraigo” en la sociedad española que se les permite estar libres, con fianza( dinero tienen más que suficiente del que robaron), y viven en el extranjero (¡manda coj…. con el “arraigo”!); hay miles de delincuentes que atentan contra la propiedad o contra la integridad física de otros seres humanos no sé cuántas veces, son detenidos y entran al juzgado por una puerta y salen por otra, a veces antes siquiera de que las fuerzas del orden que los han detenido hayan finalizado su papeleo; hay violadores que salen a los cuatro días de prisión para meter el miedo en el cuerpo nuevamente a las personas que convivirían pacíficamente sin tener por qué “disfrutar” de este tipo de compañía.
Podríamos seguir, y seguro que muchos de ustedes tienen ejemplos más que de sobra para escenificar el rotundo fracaso que significa la elaboración y aprobación de unas leyes que la sociedad española no entiende. Nadie se cree, salvo contadas excepciones, que el paso por prisión sea un revulsivo positivo que integre en la sociedad a los delincuentes; que yo sepa, a nadie le hacen un lavado de cerebro allí dentro. No obstante, creo que nuestro grado de pasotismo, el de todos nosotros, es tal que nos importa un rábano lo que aprueben o dejen de aprobar en el Parlamento. A no ser, claro, que nos anden en los bolsillos o que, por culpa de una de esas leyes absurdas, nos toque a nosotros. Entonces nos desgañitaremos desesperados y nos desagarraremos las vestiduras, pero serán simples gritos en un pseudodesierto que solo escucharán los cuatro gatos a los que les sucede otro tanto de lo mismo.
O sea, que continuarán machacándonos con leyes injustas que solo benefician al ego y al bolsillo de los que las aprueban y sus amigos o conocidos, y que se lavan las manos en todos los demás casos, aunque intenten convencernos de lo benefactoras que son las medidas que se aplican para hacer una sociedad y un mundo más justo.
No obstante, y a pesar del rechinar de dientes, les recomiendo que  no pierdan la sonrisa jamás ya que, les aseguro, es más fácil soportar el asco que dan riéndose de ellos. Tiene una pega, que puedan considerar que te estés riendo de un chiste sobre ellos y te metan en la cárcel. Espero que no, aunque con cierta tropa que nos representa, o tal potestad es la que se atribuyen, todo sea posible.


 

miércoles, 29 de marzo de 2017

EXCUSAS


¡Uf!, hace más de un mes que no cuelgo en el blog ni el más pequeño de los artículos que seguramente, aunque solo hubiese sido de un par de párrafos, hubiese podido escribir. A veces me recrimino, como hoy, este comportamiento que no va en nada, o mejor, no iba con mi forma de ser. Solo puedo disculparme a través de excusas más bien endebles. Veamos alguna, a ver si cuelan: en ocasiones las situaciones se complican algo más de la cuenta y la cabeza está en otro sitio; o bien uno no se siente con fuerzas suficientes para afrontar coyunturas personales que lo rebasan; o las noticias de las que se siente tentado a escribir ya ni le interesan siquiera debido a la cotidianidad con que asaltan los medios de comunicación y son calcadas de otras que han sucedido y lo seguirán haciendo cada dos por tres sin que los españoles tomemos cartas en el asunto; o también la holgazanería de la que echo mano en cuanto me doy cuenta de que soy uno de los millones de jubilados a los que los políticos usan para usar y tirar en cada cita electoral; o la galbana a la que me enfrento con más asiduidad cada vez que veo un ordenador delante y en él un folio en blanco: o el hecho de saber que muchos de los artículos son meramente una ocurrencia sin pies ni cabeza, aunque es verdad que me sirven como pretexto para expulsar alguno de los demonios que me corroen de vez en cuando; o bien porque el tiempo se me hace cada vez más corto y lo dedico a otras causas que considero más convenientes, entiéndase leer, ver una película, echar una partida de cartas o de dominó, atender a mi nieta, la tarea más importante de mi presente vida, charlar y estar más con mi mujer, realizar alguna que otra tarea doméstica (no vayáis a creer que soy un amo de casa modelo ni un manitas, nada más lejos de la realidad y en lo cual reconozco poder hacer algo más), echar una parrafada con algún conocido, leer la prensa, dos o tres diarios cada jornada, ir al río ahora que comenzó la temporada de pesca, lo cual no quiere decir que vaya a pescar, sino a pasar horas por él viendo cómo las truchas me rehúyen como si fuese un apestado, dar un paseo de vez en cuando para soslayar la orden determinante de mis médicos que me recomiendan uno diario, y yo qué sé, cualquier cosa que me mantuviese alejado suficientemente de este objeto que ocupa la mesa de mi despacho en el salón y no hace más que llamarme la atención un día sí y otro también para que lo use con algo más de constancia. Porque esta es la verdadera razón de mi indolencia, su autoritarismo y la salmodia con la que me enloquece todos y cada uno de los días desde que comencé con este blog.
Pero hoy fue imposible. Nada más ponerlo en marcha, me abrió un documento de Word y no me dejó hacer ni una sola tarea más hasta que no acabé este pequeño artículo que, por narices, y como despecho, estoy colgando en mi blog. Para que todos sepáis que, si no lo hago más a menudo, es porque odio a los tiranos tecnológicos que ocupan nuestra vida. Aunque sé, por desgracia, que cada minuto que pasa, somos más y más dependientes de ellos. Pero los odio, y aún más hoy sabiendo que nuevamente me ha vencido.
 
Sean felices, no pierdan la sonrisa y rebélense contra ellos, aunque solo sea un minuto al día.