Seguimos
muchos de los que ya tenemos una edad sintiéndonos horrorizados ante el hecho
de que a una mujer, que ha colgado en su twitter poco más de una decena de
chistes sobre Carrero Blanco, haya sido condenada a un año de cárcel y le hayan
jodido un futuro profesional que se estaba labrando encaminado al mundo de la
docencia.
- Chiste: Dicho, ocurrencia o historia breve, narrada o dibujada, que encierra un doble sentido, una burla, una idea disparatada, etc., y cuya intención es hacer reír.
O
sea, que, como la situación en España está como está, lo único que nos queda es
llorar.
Las
mayorías absolutas o las confabulaciones de partidos semejantes en su proceder
para con la sociedad española de finales del XX y principios del XXI han
perpetrado, a través de determinadas leyes que no entiende ni Dios, que se den situaciones
tan disparatadas como esta. En unos momentos en que el terrorismo de ETA está
casi dado por finiquitado, a la espera de la anunciada propuesta de entregar
todas las armas, siguen coleando leyes que llevan ante los tribunales a
titiriteros, a cantantes o a twuiteros donde se ve bien a las claras que no se
han sido más que baluartes contra la libertad de expresión.
Entretanto,
a día de hoy, existen maltratadores de género que circulan a nuestro alrededor
porque no han pisado la cárcel o lo han hecho con condenas ridículas; hay políticos
y defraudadores que se pasean libremente y nos chulean porque, aunque en un
principio hayan sido condenados, se pueden permitir pagar con el dinero que han
robado abogados que dilatan hasta la
eternidad con recursos y más recursos la sentencia última emitida por
tribunales cada vez más superiores y politizados, lo cual en ocasiones implica también
que sean más amables, como lo demuestra el hecho que todos conocemos de saber
quien nombra a esos jueces; hay otros políticos y defraudadores en la calle que
aún no han pisado un tribunal y están a la espera de que sus gabinetes
jurídicos o ellos mismos rebusquen hasta encontrar o tergiversar hechos para
esgrimir pruebas exculpatorias que nadie se traga, pero que pueden llevarlos a
no pisar la cárcel; hay otros más que tienen tal “arraigo” en la sociedad
española que se les permite estar libres, con fianza( dinero tienen más que
suficiente del que robaron), y viven en el extranjero (¡manda coj…. con el “arraigo”!);
hay miles de delincuentes que atentan contra la propiedad o contra la
integridad física de otros seres humanos no sé cuántas veces, son detenidos y
entran al juzgado por una puerta y salen por otra, a veces antes siquiera de
que las fuerzas del orden que los han detenido hayan finalizado su papeleo; hay
violadores que salen a los cuatro días de prisión para meter el miedo en el
cuerpo nuevamente a las personas que convivirían pacíficamente sin tener por
qué “disfrutar” de este tipo de compañía.
Podríamos
seguir, y seguro que muchos de ustedes tienen ejemplos más que de sobra para
escenificar el rotundo fracaso que significa la elaboración y aprobación de
unas leyes que la sociedad española no entiende. Nadie se cree, salvo contadas
excepciones, que el paso por prisión sea un revulsivo positivo que integre en
la sociedad a los delincuentes; que yo sepa, a nadie le hacen un lavado de
cerebro allí dentro. No obstante, creo que nuestro grado de pasotismo, el de
todos nosotros, es tal que nos importa un rábano lo que aprueben o dejen de
aprobar en el Parlamento. A no ser, claro, que nos anden en los bolsillos o
que, por culpa de una de esas leyes absurdas, nos toque a nosotros. Entonces nos
desgañitaremos desesperados y nos desagarraremos las vestiduras, pero serán simples
gritos en un pseudodesierto que solo escucharán los cuatro gatos a los que les
sucede otro tanto de lo mismo.
O
sea, que continuarán machacándonos con leyes injustas que solo benefician al
ego y al bolsillo de los que las aprueban y sus amigos o conocidos, y que se
lavan las manos en todos los demás casos, aunque intenten convencernos de lo
benefactoras que son las medidas que se aplican para hacer una sociedad y un
mundo más justo.
No
obstante, y a pesar del rechinar de dientes, les recomiendo que no pierdan la sonrisa jamás ya que, les
aseguro, es más fácil soportar el asco que dan riéndose de ellos. Tiene una pega,
que puedan considerar que te estés riendo de un chiste sobre ellos y te metan en
la cárcel. Espero que no, aunque con cierta tropa que nos representa, o tal
potestad es la que se atribuyen, todo sea posible.
Otra vez estás muy atinado en tu análisis. Si la justicia es igual para todos y los jueces son "independientes" ¿porqué los miembros de los altos tribunales los eligen los partidos políticos proporcionalmente a los escaños?. Digo yo qué valdrían todos.
ResponderEliminarPero claro, luego....pasa lo que pasa y así nos luce el pelo.
Gayoleru