lunes, 27 de abril de 2020

NIÑOS A LA CALLE, Y ACOMPAÑANTES...¿A DÓNDE?


Y por fin han podido salir los niños a la calle. Ayer fue un día movidito para ellos. Me encantó verlos en las imágenes de tv corriendo, en bici, saltando en los charcos, en la arena. Su cara de felicidad era un verdadero soplo de aire fresco en esta situación en la que nos vemos. Muchos hubo que se resistieron a salir, pero es cuestión de un par de días.  Enseguida estarán también tirando del brazo a sus padres para que los saquen a disfrutar una hora de aire limpio, a estirar las piernas caminando y brincando, a dar unas pedaladas en su bici o cuatro impulsos con sus pies al patinete, o simplemente a pasear cogidos de la mano de sus progenitores mientras disfrutan de esa libertad controlada que les han dado. Por fin, ya era hora- pensarán muchos de ellos después de estas seis semanas.
Claro que no todo son flores. Cuando los representantes del gobierno anunciaron estas medidas muy ufanos, presumían con auténtico orgullo de la sensatez y la responsabilidad de los padres para que las normas se cumpliesen. ¡O eran unos ilusos o eran tontos quienes lo anunciaron! ¿Pero acaso no tuvieron más de cuarenta días para darse cuenta de que miles de españoles se saltaban las normas por la entrepierna? Y así fue.
Ayer pudimos asistir atónitos al triste y lamentable espectáculo que dieron las familias de esos niños al sacarlos a la calle. Cada vez que una cadena de tv, la que fuese y a cualquier hora, conectaba en directo con uno de sus enviados a una ciudad española, podíamos ver con claridad tres o cuatro conductas insolidarias- por decirlo suave: padre y madre con un hijo, corrillos de gente, partidos de fútbol, personas que paseaban a su aire, solos, jóvenes que aparentaban entre 14 y 17 años, aglomeraciones de gente sin mantener la distancia, etc; incluso a una madre, a la que la periodista le recordó que solo podía salir una persona con los niños y ella iba con su marido, tuvo la desfachatez de contestar que era una medida estúpida, igual que el estado de alarma.
Ante las imágenes que demostraban la falta de civismo de sus conciudadanos, muchos alcaldes ya se apresuraron a avisar o a cerrar zonas que habían abierto para el paseo y notificar a sus vecinos que a partir de hoy comenzarían las sanciones (aunque luego no valieren para nada, pero es igual). Y por más que intentaron explicar que eran unos pocos, que la mayoría se había comportado con respeto a las normas, aunque así fuese, lo visto en esas imágenes (una vale más que mil palabras), evidencia que los niños tal vez mereciesen salir, pero los adultos, por más padres y madres que sean, están muchos de ellos para atar a un pesebre y no soltarlos hasta fin de año.
Decía hace unos días que solo hay dos razones para que los españoles, la gran mayoría, cumplamos con las medidas establecidas: una el miedo a contagiarse a sí mismo, no a otros, y otra el miedo a las sanciones. Pues bien, en cuanto a la primera, cada vez tenemos menos temor y se nota en las conductas relajadas con que se está tomando ya todo el asunto del covid19, con más gente por fuera y más coches circulando; en cuanto a la segunda, a la vista de que no hay una seguridad fehaciente de que esas sanciones puedan llevarse a término, hace que pensemos que el papel de la multa pueda mejor usarse en el inodoro, con lo cual… ¿Y a mí qué?- pensarán.
Y sí, serán pocos. Pero pocos contagian a muchos y la cadena viral vuelve a tomar vida
Así que a seguir confiando en que se hallen medicinas para combatir el virus cuanto antes, porque a muchos de nuestros conciudadanos, como a la señora de la entrevista, todo les parece una estupidez y siguen campando a sus anchas.
Lo peor: que sigue consintiéndose.

sábado, 25 de abril de 2020

CONFINAMIENTO: UN DÍA CUALQUIERA


JORNADAS DE CONFINAMIENTO DE D. CARADURA QUEOSZURZAN: DIARIO
Plan para mañana, martes, día (ya no me acuerdo si van cincuenta o sesenta, qué mas da).-

08:00.-      Levantarme, aseo y afeitado, vestirme. Café solo en la cocina y fumar un pitillo a la ventana.
09:00.-      Salir de compras: panadería, la de Pancho que aunque está más lejos tiene muy buen producto por la mañana: comprar un bollo de pan para mí para el desayuno y un dónut para mi mujer.
10:00.-       Desayunar juntos y ver en la tele si hay alguna novedad sobre el desconfinamiento.
11:00         Ir a comprar el periódico al quiosco del parque (está más lejos que el de debajo de casa, pero es el habitual, no una disculpa para tomar el aire quince minutos más)
11:40.-       Echo un vistazo a la prensa en el salón.
12:10.-       Voy al súper, al de la esquina del cine- unos quince o veinte minutos a pie- a comprar una barra de cuarto para comer. Nada más, me dijo mi mujer, que para lo demás ya sale ella.
12:45.-       Echo una mano en casa para preparar la comida.
13:15.-      Vuelvo al mismo súper a comprar algo de postre: dos manzanas para mi mujer y dos kiwis para mí. Lo justo para que no se estropee, vaya.
14:00.-       Comemos, echamos una cabezadita en el salón con la tele dando la lata, pero es el mejor remedio para adormilarse.
15:30.-     Regreso al súper (el que está en la otra esquina, que no vamos a gastar todo en el mismo sitio, todos tienen que ganar) a comprar algo para merendar, no mucho, lo estrictamente necesario para el día, que alimentos no faltan. No vayamos tirar el dinero a la basura.
16:30.-       Voy al estanco, al del Parque, que me cae simpática la estanquera, y que además sabe todos los chismes del día. Un paquete solamente, por si se reseca el tabaco de un día para otro. Sería imperdonable que hubiese que tirarlo a medias.
17:45.-       Merienda en familia. Otro pitillo a la ventana (y van…no me acuerdo tampoco)
18:30.-      Al súper, al primero, que ya es tarde, a comprar el pan para cenar, otra barrita de cuarto. E ir a la tienda de chuches a comprar una bolsa de pipas para después de cenar, que si no me acuerdo…
19:15.-       Preparar el día de mañana, miércoles. No olvidarme de comprar en alguna ocasión una lata de sardinas, por si me apetece en algún momento. Tampoco de arrancar el coche para ir hasta el DIA de las afueras a comprar… (ya se me ocurrirá algo por si me paran, tierra o abono para la maceta del salón, cualquier cosa)
20:00.-       Salir a la ventana a aplaudir y cantar Resistiré.
20:10.-       Tirar la basura normal en el contenedor de la esquina.
20:30.-       Tirar la basura de plástico y papel en el contenedor del otro extremo de la calle, por no amontonar todo en un mismo lugar.
21:00.-       Tirar la basura orgánica en el contenedor al final de la calle paralela que está junto a la zapatería; los otros más cercanos seguramente estarán llenos.
21:45.-       ¡Por fin: confinamiento, como mandan los políticos!
22:00.-       Cena en familia. Pitillo en la ventana.
22:45.-       Al salón, a ver una peli y comer pipas.
00:00.-       Leer otro poco la prensa hasta que entra el sueño, que es enseguida.
00:10 aprox.-     A la cama. Estoy agotado. El confinamiento me mata. A ver si termina pronto.
00:20.-       Pensar seriamente en si tendría que comprar un perro para poder salir algo más de casa estos días, porque… ufff. ¡Esto de no poder moverse más que a lo esencial es de locos! Pero bueno lo importante es hacer caso a lo que nos dicen: ¡QUÉDATE EN CASA!
00:35.-       Apagar la luz.



NULIDAD DE SANCIONES


Y aquello que escribía el pasado día 17 sobre la posible nulidad de las multas, va hoy La Nueva España y, en su página 13, me lo confirma.
Resulta que afamados juristas dudan de la capacidad de las fuerzas de seguridad para imponer multas en infinidad de ocasiones, al tiempo que inciden en que la Ley de Seguridad Ciudadana que se está aplicando no sirve y que las orientaciones dadas por el Gobierno para multar con determinadas cantidades tampoco sirve, por muy explicadas que estén a cargo de todos ellos en ruedas de prensa o en el BOE. Si no es así, algo parecido. Yo no soy jurista, pero me atengo a lo que creí entender cuando lo leí. O sea que, si es verdad que un cinco por ciento de la población se saltó las medidas de confinamiento, según los datos dados en esas ruedas de prensa de generales y expertos, no ha sido por ser más gilipollas que los demás, sino que han sido los más despabilados.
Cientos de miles de sancionados. Dentro de dos o tres meses, si no existen ya, habrá despachos de abogados forrándose a cuenta de litigar con el estado para eliminar las multas puestas a la gente que anduvo a su aire por las calles sin importarle ni Dios ni el Diablo, ni la Guardia Civil ni la Policía Nacional.
A ellos, plin, que duermen, aunque no sea en Pikolín, sí los muy listillos a pata suelta.
Y a nosotros, plon, por ser unos asustadizos ante la ferocidad, ¡uy qué miedo!, de las medidas del Gobierno y, al menos yo, ser un tontón.
¡Qué bien hubiese estado corriendo por ahí dándoles la lata a los polis! Y, tal vez mañana, mirarlos de lado mientras pienso:” ¿Para qué os valió, jejé, tanto rapapolvo, tanto escribir y tanto gastar bolis? ¡¡¡Os han estado tomando el pelo!!!”
Ya, seguro que quien me conoce sabe de sobra que yo no valgo para andar a las carreras delante de nadie en casos así. Pero seguro también que habrá muchos miles que el día que salgan a la calle con todas las de la ley se carcajearán a mandíbula, ufanos y presumiendo de lo listos que fueron, no solo de las fuerzas de seguridad, no, también de todos nosotros.
¡Y eso jode, eh! A algunos más que a otros.


viernes, 24 de abril de 2020

¿HABRÁ CONTAGIOS EN EL SECTOR DE LA ALIMENTACIÓN?


Y sigo de cifras y números.
A los sanitarios de hospitales y personal que realiza su trabajo en esas instalaciones, desde hace tiempo, ya se le ha asignado un número, que crece día a día, de contagiados y fallecidos. Igual, a los farmacéuticos. Otro tanto, con fuerzas de seguridad. Más de lo mismo, con personal de las residencias de mayores. Ídem, con los trabajadores de ambulancias. Periodistas, artistas, escritores, científicos,… Ahora también lo piden los sindicatos para el personal de transporte.
Hay números para todo y para todos los gustos.
¡Ah, que no!-me dice la vocecita esa que me sulfura de vez en cuando desde dentro de mi cabeza hueca.
Pues no.
Desde el primer día que comenzó la pandemia, que no desde el primer momento en que se decretó el estado de alarma, hay otros trabajadores a los que nadie contabilizó. No sé si habrá intereses ocultos, cosa rara in extremis, o simplemente no tienen la categoría de los demás a los que sí se les tiene en cuenta día tras día para tan aciago recuento.
Me refiero al personal que trabaja en los tiendas de alimentación, desde la más pequeña hasta la mayor gran superficie que se haya mantenido abierta desde marzo.
Estos trabajadores, hasta hace bien poco en comparación con otros, no es que dispusiesen de poco material preventivo, es que carecía de medidas para evitar contagios, a excepción hecha de los manidos avisos de respetar la distancia correcta y lavar las manos. No fue, como norma general, hasta hace unos quince días, o menos, cuando se les empezó a proveer de material adecuado escaso para evitar contagiar y ser contagiados. Si antes podían o tenían modo de conseguirlo por su propia cuenta, muy bien; pero si no… Y a pesar de ello, en estas tiendas la gente entró y entra sin protección si así les parece, y tocan, se acercan, se cruzan, estornudan, charlan, se rozan, etc. con los trabajadores de la manera que mejor les parece, inconsciente  o temerariamente, pero con el consiguiente riesgo para la salud de unos y otros. Y los trabajadores a callar, qué remedio. No se van a poner a dar voces o reñir a los clientes. ¿Que ven cómo determinadas personas, y no pocas, no una o dos, van cinco, seis veces  a la tienda a comprar cada vez una chuminada con tal de salir? Pues poner mala cara es la único que pueden hacer, y eso si no les dicen nada en la empresa. Y a lo mejor, tal vez, quién sabe si para que además los critiquen o los pongan a parir. ¿Qué por qué se comportan algunos de manera tan fresca? Porque nadie controla a esos imbéciles. Y los trabajadores a aguantar y soportar en muchas ocasiones las salidas de tono de muchos de ellos. Las colas a la entrada de las superficies, aunque en la tele nos pongan los que convienen para enseñarnos lo correcta que es la gente, la mayoría de las veces no existen, al menos en  ciertos establecimientos de ciertas empresas. La capacidad máxima, el aforo, que debería mantenerse en esta situación se la saltan a la torera. “Ay, qué se me olvidaba esto, Ay, que me dejaba aquello, etc.”, y la gente se sigue cruzando y saltándose las normas mientras que los trabajadores soportan en ocasiones lo indecible. Cuando oigo cómo nos adulan con la responsabilidad que mostramos, me río, ya lo escribí en otras ocasiones. Hay gente que de esto nada, y hay gente que sigue haciéndolo porque le da la gana, porque a ver quién se cree que es el gobierno, o la Guardia Civil o la Policía, o que ellos son muy “gallos” y hacen lo que les sale de los…. Y sí, son media docena, pero esos son capaces de extender la enfermedad de forma exponencialmente grande como todos sabemos. Y esos se consideran y están por encima del bien y del mal. ¿Por qué? Porque se les permite. Que ya no me creo lo de que las fuerzas del orden no saben quién lo hace habitualmente, más en pueblos o villas pequeñas. Aunque estarán cansados de sancionar y encontrarse con los mismos mangantes al día siguiente de frente, como si nada. O sea, que me parecería lógico que funcionaran así, pasando. Total para las consecuencias que se van a derivar de su vigilancia.
Pues bien, toda esta gente que nos atendió en las distintas secciones, colocando en las estanterías o cobrando en cajas no existen para los números oficiales. Me encantaría que los sindicatos, las secciones de alimentación, se ocuparan para poner en valor el trabajo de esta gente. Que hicieran los cálculos necesarios para saber cuántos de ellos han sido contagiados y cuántos han fallecido.
Pero no. ¿Esta sección en concreto de alimentación? Bah, están liberados…de todo, hasta de velar por sus afiliados o conseguir que estas profesiones se dignifiquen en este caos como se merece. Por lo que se ve, también están en cuarentena…para lo que les interesa.
Solo cuentan determinadas profesiones, aquellas que interesa que la gente valore. O aquellas cuyos profesionales tienen suficiente coraje para plantarse y decir que también ellos están ahí, al pie del cañón. Y para eso están trabajando sus agrupaciones, sus colegios oficiales para que el mundo crea que sin ellos no viviríamos.
Y sí es de reconocer quiénes están más expuestos al covid19, pero también hay que reconocer el trabajo de todos los demás profesionales en estos momentos tan difíciles.
Me gustaría que los trabajadores de alimentación se pusieran en huelga motu proprio, todos, una semana. ¿Quién nos vería?


jueves, 23 de abril de 2020

ADOLESCENCIA: ENCIERRO ESTRICTO


Pongo la tele en este momento a ver cómo sigue la cosa esta de los niños. Por lo oído al comentarista de turno, ya hubo rueda de prensa. De nueve de la mañana a nueve de la noche en un único paseo a menos de un quilómetro, así podrán nuestros pequeños correr, saltar y dar vueltas aire (ya no hay supermercados, ni bancos, ni farmacias, aleluya). Y acompañados siempre, recalcan, de una persona mayor de edad. Vuelven a aludir, otra vez, haciendo la pelota y pasándonos la mano a los mayores para que seamos buenos, al sentido cívico de los acompañantes adultos, al buenismo y a lo responsables que somos todos. Hasta tres niños pueden ir con una persona. ¡No sé cómo los va a controlar si han de respetar las normas referentes a la distancia entre unos y otros! Pero bueno, algo se le ocurrirá al adulto de turno, que no al gobierno.
No obstante, me choca una cosa, un hecho que soy incapaz de entender, aunque a estas alturas del confinamiento y de oír medidas de desescalada ya no me sean tan extrañas. Resulta que las personas de 15, 16 y 17 años seguirán siendo consideradas como adultas en tanto en cuanto han de mantener, igual que ellas, los rigores del encierro. Se da por hecho que comprenden a la perfección el estado de alarma, los riesgos del covid19 y son responsables para quedarse en casa siguiendo las órdenes de los decretos ley que se han ido repitiendo cada quince días. Entonces, ¿por qué, si son considerados como adultos, aunque menores de edad, no se les permite, si fuese necesario, acompañar a hermanos menores en su paseo de una hora diaria? Resulta que con los adolescentes las normas van a ser las más estrictas de todas. No son mayores de edad, así pues en casita toca. Son menores de edad, pero de salir nanái.
A ver, a lo mejor mañana a algún ministro le pasa por la cabeza esto y toman otras medidas. A fin de cuentas, han caído de la burra tantas veces que ya andan todos descalabrados. Otra caída más no será tan grave. Tienen la piel dura.

martes, 21 de abril de 2020

¡NIÑOS AL ATAQUE!


 ¿Pero hay alguien cuerdo en este Gobierno?
Después de embobarnos con lo del paseo de los niños, no se les ocurre otro modo de hacerlo que acompañando a sus padres al supermercado, a la farmacia o a los bancos. ¿Estarán todos locos debido al confinamiento? No, que ellos no están confinados. Son, tal parece, unos inútiles totales y viven en algún país imaginario donde los gobernantes, en vez de evitar conflictos, se encargan de crearlos.
¿Cómo se les ocurre semejante barbaridad? ¿Acaso desconocen los riesgos que supone poner a los críos en contacto con otras personas mayores que salen a hacer sus compras o a sus gestiones a diario el menos tiempo posible para evitar contagios? ¿Pero no decían antes de esta barbaridad que lo hacían por los niños, para que tomaran el aire y pudiesen salir de sus casas un poco ya que podría influir tanto encierro en su salud física y mental? ¿O tal vez desean que este tipo de salidas a tiendas y demás propicie un mayor contagio entre gente sobre todo mayor y, diciendo una burrada, cuantos más mueran, menos pensiones se pagan?
Ya no sé ni qué pensar. Semejante dislate lo único que incita es a pensar que al frente de España se encuentra una panda de asnos que han aprobado sus estudios en cualquier otro tipo de pandemia, por ejemplo el enchufismo, cuando también se les daba aprobado general. Quiero creer que no, pero el plan que hoy nos han contado, después del Consejo de Ministros y Ministras, como les gusta a ellos y ellas, es una temeridad que choca con el consejo de cualquier experto, a no ser del pelotas de turno que quiera mantener su puesto para seguir viviendo a cuerpo de rey e ingresando un sueldo que, a la vista está, no se merece.
Ese comité científico que asesora al gobierno debería salir ahora mismo a la palestra para explicar las razones que dio para tomar estas medidas. Y si no, salir también para no quedar con el culo al aire, aclarar su cometido y qué recomendaron.
Y encima aún más: la Ministra portavoz nos contó que confía en la responsabilidad y la sensatez de los padres para que los niños cumplan con las normas. Eso, que la culpa, ante cualquier clase de incumplimiento o comportamiento anómalo, incluso de aumento de casos con el covid19, sería de los progenitores. El Gobierno, un Pilatos más, se lavaría las manos.
¡Que son niños, señores y señoras del Gobierno! Y además, en palabras de ustedes, en potencia los mayores portadores del virus y causa de contagio.
¡Que Dios nos coja confesados!

PD: ¿Me controlarán de alguna manera y me castigarán por criticar al Gobierno? Ni se sabe. Hoy por hoy no me fío ni de que la Luna sea un satélite aunque me lo cuente el Ministro de Ciencia.

RESPONSABILIDAD Y SOLIDARIDAD: DORÁNDONOS LA PÍLDORA


A lo largo de las últimas semanas me he cansado oír a cualquier representante político alusiones a la responsabilidad, la solidaridad, el respeto y el buen hacer de la mayoría de los ciudadanos de este país respecto a las medidas de confinamiento. Aparte de los cientos de miles que se lo han saltado y de lo que informan con datos numéricos cada cierto tiempo, por lo que han sido sancionados o detenidos, amén de los otros cientos de miles que también se las han saltado pero han sido más listos y han evitado ser sancionados debido a triquiñuelas conocidas por muchos ciudadanos pero imprevisibles por lo visto para los agentes de seguridad, los demás españoles parece que hemos interiorizado la situación y nos metemos en nuestra casa decididos a cumplir con unas normas de las que estamos convencidos. 
Desde el Gobierno y los que no son del Gobierno nos alaban por esta situación que tan bien llevamos, nos doran la píldora por nuestra sensatez, nos pasan la mano como a los niños pequeños cuando hacen algo bien y nos hacen la pelota hasta el punto que uno llega a pensar que es verdad, que somos realmente extraordinarios por haber tomado las cosas con tanta madurez y encerrarnos voluntariamente en casa para preservar nuestra salud y la de nuestros conciudadanos.
Y, perdonad, yo lo pongo en duda tal vez con algo de cinismo. Seamos claros, a ver., Si estamos encerrados no es por solidaridad ni responsabilidad ni ninguna zarandaja de estas, es simplemente porque nos obligaron a ello. Estamos metidos en casa por dos razones: una por miedo a la enfermedad y otra por miedo a las multas. Doy por hecho que habrá excepciones, pero no tantas, eh.
Por miedo a la enfermedad no vaya a ser que nos contagiemos nosotros, no por si contagiamos a los demás. Anda, ya.
Por miedo a las multas ya que, si no fuese porque las fuerzas del orden están en las calles, en España no habría confinamiento ni leches, aparte, lo admito, de una pequeña parte de la población que sí se lo tomaría en serio.
Que no nos cuenten milongas. Si somos tan responsables, pues bastaría que solo nos dijesen lo que tenemos que hacer y quitarían, dejando lo imprescindible y habitual, a la Guardia Civil, la Policía o el Ejército de las carreteras y de las calles haciendo controles a todo el mundo para comprobar que se está legalmente en ellas. Ja, quién nos vería. ¿Confinamiento respetable y responsable? Tururú. Y a ver entonces de qué manera iban a hacernos tanto la pelota y lisonjearnos con buenas palabras dulces como la miel desde las alturas del poder, cuando, aparte, muchos de  estos listos que nos piropean ni siquiera cumplen con lo que dictan.

domingo, 19 de abril de 2020

¿A QUÉ JUEGAN CUANDO HABLAN DE DATOS POSITIVOS?


Nuevamente caigo en la trampa. Ahí está ese animal de compañía que nos acompaña día a día en este confinamiento, esa pantalla mágica que se mueve a golpe de dedazo sobre un mando, en el que tan pronto te ponen una peli interesante y merecedora de ver, como te suelta un cansino y aburrido telediario, una tertulia tediosa donde repiten lo mismo día tras día o una rueda de prensa de nuestros políticos de las tan habituales estos días, que sirven para confundir cada día más a los españoles enjaulados, y que yo suelo apagar apenas comienzan. Y es que me hartado de números de contagiados, fallecidos y altas médicas, que no acostumbran a cuadrar porque siempre hay algo nuevo que causa un desfase (decalaje, dicen ahora para que nadie lo entienda) que hace imposible seguir la realidad de la pandemia. Y encima, aguantar cuando califican durante estas últimas fechas los datos de positivos. ¡Positivos! Vale que lo mantengan así en el caso de altas, pero ¿los fallecidos y los contagiados son positivos? Según ellos sí, porque comparan con lo sucedido semanas atrás, pero yo no veo nada positivo en la muerte diaria de más de quinientas personas, ni de cuatrocientas ni de veinte, o el de contagiados superando los tres o cuatro mil diarios. Quienes hablan así solo lo pueden hacer de dos maneras: o bien quieren meterle en la cabeza a la gente que todo va bien y no hay de qué preocuparse, o bien quienes así los califican son unos inconscientes que les da igual ocho que ochenta.
        Solo espero que, en vez de tanto mirar hacia atrás para hacer comparaciones fatuas, tengan un poco de visión del futuro cercano y expliquen las cosas, que no nos hagan comulgar con ruedas de molino y las llamen por su nombre. Mientras no se haga desaparecer al virus, o al menos arrinconarlo hasta tener una cantidad pareja a otras enfermedades víricas que conviven con nosotros, no habrá nada positivo. Y eso va para largo, que no nos confundan con desescaladas (palabra que no encuentro en el DRAE) ni con intereses económicos espurios que atentan contra la salud porque, en vez de ir a menos, la pandemia será cada día más atroz de lo que lo es hoy. Y la vida de la personas no es para tomársela a la ligera.

viernes, 17 de abril de 2020

SANCIONES Y DETENIDOS


Henos aquí otro día más encerrados entre las paredes de nuestra casa. Al menos yo. Muchos hay que disponen de jardín o incluso de piscina y pueden llevar el confinamiento algo mejor. O se adueñan de espacios comunes en su urbanización y pasean por ellos como Pedro o Mariano por su casa. Pero eso es otro cantar.
Sigo de vez en cuando las noticias en la tele y sigo confirmando que no hay día en que no nos cuenten medias verdades, hasta el punto que ya no creo ni les hago caso a los números de fallecidos, de contagiados, de recuperados ni casi de nada. Suelo esperar a ver si hay alguna anécdota o algún chisme que me haga sonreír. A veces sí, a veces, no. Como en la vida misma.
Me choca mucho cuando hablan del número de sanciones y detenidos. Miles y miles de multas, pero cero o casi de confirmaciones de que se hayan pagado. Bueno, sí, un caso que oí en una cadena, no sé en cuál, en que un juez en Rianxo condenó a una persona a setecientos setenta y pico euros por haberse saltado el confinamiento once veces. Desconozco la sentencia y su redacción, ya que es un dato tomado de la tele, pero... ¡Coño! Quedé un tanto pasmado. No me salían las cuentas. Resulta que repiten los que mandan que las multas por salir sin causa justificada van desde los 100 euros hasta no sé qué miles. O sea, que si esa persona salió once veces, a mí me resultan mil cien euros, eso sin tener en cuenta que las cuantías, digo yo, habrían aumentado en función de la reincidencia en dicho comportamiento, es decir, de hacer lo que le da la gana. Y claro, echo la cuenta del juez y me sale a unos setenta euros por cada falta. No sé si reírme o llorar.
Resulta que las multas no lo son tanto como nos cuentan. Y si a eso añadimos que no hace mucho, desde el poder judicial en otra noticia de la tele, alguien salió diciendo que las multas hay que ponerlas bien, haciendo constar el artículo y la ley que se salta el sancionado o detenido, porque no es lo mismo una que otra, y el resultado puede ser nulo en cuanto al dinero o condena con que se ha multado, pues me encuentro con que el alucine que me corre por la cabeza es de órdago. Porque si un juez lo dice, es porque las fuerzas de seguridad no lo están haciendo bien. O al menos algunas. Lo cual, trasladado al número de sanciones impuestas y detenidos, querrá decir que ni fu ni fa.
Y yo en casa, consolándome, poco pero menos da una piedra, con que al menos aquellos que se desconfinan voluntariamente y cuando les viene en gana, se la están jugando y pueden acabar con una merma en sus cuentas corrientes o pasando unos días en la cárcel por gilipollas.
Y ahora resulta que no va a ser así. Anda, ya, verás como resulta que el gilipollas voy a ser yo. Y los que cumplen las normas como este menda.

viernes, 10 de abril de 2020

VIERNES SANTO Y ALGO MÁS


Hoy es Viernes Santo. Una de las fechas religiosas más trascendentes de las creencias de millones de católicos. España es sin duda uno de los países donde más se celebra. Las procesiones de Semana Santa a lo largo y ancho de nuestra geografía se estarían sucediendo sin descanso si no fuese lo que es. El turismo era, aparte de la devoción de infinidad de personas, la principal razón por la que se celebran así. Pero este año, pum. Llegó un virus, pequeñito, pequeñito, y mandó a casa a aglomeraciones de gente grandes, grandes.
Además, llueve. Y llueve desde ayer por la noche con gracia, al menos aquí en Asturies. Seguro que, si hubiesen podido procesionar, no tendrían la prestancia de otros años con mejor tiempo, pero serían unos actos en los que intentaría participar la mayor parte de devotos creyentes, miles y miles de curiosos y turistas a mogollón haciendo fotos y vídeos como si les fuese la vida en ello. Una pena. Lo siento. Por la Semana Santa y porque llueve.
No obstante, con el covid19 alzando la voz todavía de forma infernal, al menos tenemos tiempo de sobra para seguir asistiendo, a otra clase de ellas, de procesiones, claro: a poco que empleemos unos minutos al día para ello, podemos pensar en todo tipo de procesiones que cada uno de nosotros llevamos por dentro. Algo es algo. Y positivo, si acertamos a pensar qué es lo más importante en la vida y cómo podemos cambiar, si fuese necesario. Un buen examen de conciencia.
Ya sé que siempre hay excepciones, más de las que nos gustaría, que hay ciertos personajes que nunca estarán contentos porque en su interior solo prima la avaricia y el egoísmo, el ansia de dinero y de poder, y por ello están dispuestos a cualquier cosa con tal de proveerse de más cantidad: para ellos, ser positivo es bailar sobre las miserias de los demás, mientras casi ordenan que debemos darles las gracias postrándonos de hinojos por echarnos unas migajas. Otra pena. Y esto es así. E impedirlo sería el caos, por desgracia, para la sociedad donde esto ocurre. Pero todos sabemos quiénes son: pobres de espíritu que a veces vemos presumir de los golpes que se dan  en el pecho detrás de una imagen de cualquier cofradía, golpecitos, eh, no vayan arrugar la ropa y salgan mal en la foto. Son siempre los mismos, los que se quejan de su ruina actual mientras esconden el dinero obtenido antes en cajas fuertes inexpugnables.
¡Y que aún tengamos que soportar tanto fariseísmo, tantos Caifás!
Dan ganas de renunciar a ser un humano y convertirse en otro covid, pero no 19, sino 1000. ¡Ya me encargaría yo de saber a quién contagiar! ¡Iban a saber lo que es bueno!


miércoles, 8 de abril de 2020

¡Y NO HAY MANERA...NI CONTROL!


Me encontraba leyendo, sentado tranquilamente en la cocina, tomando un café de esos de cápsula hecho por una cafetera que me regalaron hace un par de años, y más a gusto que un ocho. No sé por qué, me dio por apretar el botoncito del mando de la tele. Ante mis narices aparece el Ministro de Sanidad, el filósofo, dando datos sobre los afectados del covid19 en países como China, EEUU, Reino Unido, Alemania, etc., que no sé qué interés pueden tener para informar sobre la evolución de esta enfermedad en nuestro país. Cosas de políticos que no saben por dónde salir o por dónde empezar. Luego me fijo en que por fin pronuncia bien el causante de esta pandemia, covid19, y no cóvid19 como estoy oyendo a diario en los distintos programas  de medios de comunicación y que me demuestran la incultura prosódica de la mayoría de las personas que aparecen en ellos. Algo es algo. Por fin comienza a hablar de España y nos cuenta cómo suben las cifras de fallecidos, de contagiados, pero adornándolo con los tantos por ciento comparativos de semanas anteriores. Claro, hay que quedar bien y continuar con la cantinela de que todo va según lo previsto y los asesores científicos están dando en el clavo, amén de que los políticos son unos genios porque han tomado medidas excepcionales encaminadas a rebajar las consecuencias de la aparición del maldito bichito que nos trae a mal traer a todos. Nos esperan más semanas duras, sigue explicando, y no hay que rebajar los cuidados, ni relajarse, ni que la gente, ¡cómo todo nos lo venden tan maravilloso y bien gestionado!, a pesar de los pesares, piense que esto está casi acabado. Apago la televisión. No lo soporto.
El caso es que hace unos días me hacía eco de las denuncias de vecinos de Llanes, clamando contra el salto del confinamiento de muchas personas que habían aparecido en fin de semana por la villa, pero no leí ni oí nada ni a nadie del Gobierno Asturiano o de las fuerzas de seguridad que nos explicase esa presencia de desaprensivos insolidarios  y las sanciones puestas, además de las soluciones adoptadas. Hoy, por una llamada telefónica, que igual está sucediendo en zonas occidentales, Luarca, por ejemplo, con motivo de la Semana Santa.  A ver, a ver, ¿qué vigilan esas fuerzas de las que tan orgullosas se sienten los jefazos en las ruedas de prensa? Así no hay manera de acabar con el virus. Y el pato lo pagan los que cumplen con las medidas a rajatabla.
Tal vez no haya guardias o policías o ejército suficiente para evitarlo. Pues estamos como con el Sistema Sanitario, que por más que se esfuercen, no funciona como es debido por la falta de personal. Tal vez la cantidad de sanciones y detenciones, dadas así con un simple número,  frías, impersonales, que no dicen nada y son un simple dato estadístico, sería más convincente publicitarlas en prensa, radio y televisión, con noticias concretas y que entren por los ojos de los ciudadanos, para que sean suficientemente efectivas. A fin de cuentas, creo que en las Comunidades Autónomas hay televisiones regionales que podrían ayudar a expandir estas denuncias y los castigos a que se han enfrentado quienes hayan saltado a la torera las normas establecidas para todos. Seguro que. además, la audiencia subiría como la espuma. Y al menos, los que estamos enclaustrados, nos sentiríamos mucho mejor comprobando que las situaciones provocadas por una serie de desalmados, a los que la salud pública general de los españoles les importa un bledo, tienen un coste. Igualmente, nos sentiríamos más orgullosos por colaborar con el repetido “Quédate en casa” que cumplimos los que lo cumplimos, sabiendo que no hay ciudadanos vips.

domingo, 5 de abril de 2020

DESAPRENSIVOS EN LLANES


Leo en las noticias de LNE que aparecen al abrir Google en mi móvil que vecinos de Llanes (Asturias) se están quejando por la afluencia de vascos y madrileños en busca de su segunda residencia durante este fin de semana. Los hechos se han descubierto por lo visto al ver casas abiertas en urbanizaciones u otros chalets separados, además de la presencia de muchos de ellos por los supermercados y tiendas de la villa. Supongo que para las vacaciones de Semana Santa. La noticia está fechada el 05/04/2020, o sea, que me imagino que se refiere el tránsito al día de ayer, sábado.
No lo entiendo. A ver si va a haber confinamiento y Estado de Alerta para muchos, muchísimos, millones de españoles, pero hay gente privilegiada que, a pesar de las prohibiciones, se desplazan a su gusto.
Por lo que denuncian estos vecinos, así debe de ser. Pero a lo mejor España sigue siendo Jauja para algunos y así nos va.
No obstante, si, cuando lean las denuncias de estos ciudadanos, los agentes de la seguridad (léase guardia civil -policía nacional- policía local- o incluso el ejército) no han manifestado ningún tipo de interés por comprobarlo y sancionarlo, sería entonces cuando los españoles deberíamos de preocuparnos.. Más aún, y deseando de todo corazón que se empleen los medios necesarios para cumplir las normas establecidas, espero que les impongan un castigo ejemplar y los detengan, los conduzcan en un autobús o más si fuese necesario controlado por las fuerzas de seguridad y los encierren en la prisión más cercana. Porque, si las denuncias son reales, lo de estos esos tipos y tipas es un acto para carcajearse de la inmensa mayoría de españoles. Abundo más, se cachondearían de las fuerzas de seguridad, y más de sus jefes que presumen de los controles y sanciones y detenidos que hacen a diario por las tierras de esta piel de toro viejo y enjaulado.
Solo espero que, igual que hoy un medio de comunicación escrito del Principado se ha hecho eco de ello, mañana nos informe de lo que ha sucedido. Porque si no, yo, y quienes lean este artículo, pensaríamos lo peor: que hay gente de primera especial y otra de quinta o sexta. Es más, que incluso habría una especie de censura para no seguir informando en función de quienes sean esos desaprensivos.
Que se haga un castigo ejemplar con estas conductas y que se conozcan sus consecuencias es lo que merecemos los demás, al menos para que sea más llevadero nuestro encierro.


sábado, 4 de abril de 2020

EL MURO


Y el hombre corrió y corrió.
Cuando llegó al final del camino,
el muro le impidió avanzar.
Se dio la vuelta y siguió corriendo,
sin rumbo, renqueante,
tambaleándose, mientras
echaba la vista atrás,
apesadumbrado y doliente,
con el alma llena de recuerdos,
con el corazón rebosante de amor,
nostálgico,
mas sin ánimo de regresar

El niño corrió y corrió.
Cuando llegó al final del camino,
el muro le impedía avanzar.
El niño retrocedió unos pasos,
luego, valiente y audaz,
intrépido como un soldado
en la batalla,
héroe inconsciente e inmaduro,
corrió y corrió y lo saltó,
Nada ni nadie impedirá su avance
en busca de su incierto futuro,
mas de su propia verdad.