viernes, 29 de marzo de 2019

DE CORAZONES


Hoy, de puntillas sobre la arena,
dorada como la mies del verano 
y húmeda aún de los besos del mar,
dibujaste un corazón gigante.
-“Es  pa Tito”- dijiste muy seria.
-“Hazme ahora una foto, mami”
Clic, clac.
-“Mándasela, mami.”
Y tu cara ahora pícara me miró
desde la pantalla del móvil.
Te imaginé allí, a la sombra
del cabo de Peñas, junto a la mar,
cantando Soi de Verdiciu
como una sirenita surgida
de lo más profundo del Cantábrico,
dispuesta a alegrar la vida
de un viejo gruñón
que no te había acompañado
más que nada por ser,
porque lo sigue siendo,
un poco holgazán,
un vagoneta gastado,
como me cuentas tú
todas las mañanas,
entre besos suavecitos
y abrazos de oso.
Hoy, de puntillas sobre la arena,
sigues acordándote de mí 
y, mientras mis entrañas acogen
tu corazón en el mío,
una sonrisa aflora a mi cara
viéndote cantar risueña, 
sabiéndote feliz.


domingo, 24 de marzo de 2019

GRADOS DE PARENTESCO


Hace unos días, hablando con ella, con mi nieta, de las relaciones familiares, estuvimos aclarando los conceptos de hijo e hija confrontados a los de hijo político e hija política.
-O sea, Tito, que mami es tu hija, pero papi es tu hijo político.
-Exacto. Muy bien, lo has cogido enseguida, cielo.
-Y papi es hijo de los abuelitos del Freisnu y mami es su hija política.
-Eso es!- exclamé yo todo ufano.
-Yaaaa. Bueno. – asintió como si la comprensión de esos conceptos fuese lo más fácil del mundo.
Y ahí acabó la cosa. Siguió mirando el álbum de cromos de una muñeca que le encantaba y revisando los que tenía repes para llevar alguno al cole al día siguiente y regalárselos a sus amiguitas.
Mientras, yo me repantigué en el sofá junto a mi cama, donde ella desplegaba los cromos, y seguí con mi lectura, una novela sobre un soldado perdido en una isla caribeña en los primeros tiempos de la conquista de América. No había leído ni media docena de páginas, cuando me fijé en que la cría se levantaba con un puñado de aquellas estampas y salía de la habitación. La seguí con el fin de saber qué se le había ocurrido.
-Las voy a guardar en la mochila, Tito. Son las que voy a regalar a mis amigas.- Y corrió a la habitación contigua donde, sobre una silla acolchada, depositaba nada más entrar en casa su mochila y su chaquetón.
Oí el deslizamiento de la cremallera de su mochila correrse y luego cerrarse. Después no tardó un segundo en volver a mi habitación y lanzarse sobre la cama nuevamente.
-Ya están, Tito; ahora, ponme nenucos.- Ya se había sentado, apoyada la espalda en un cojín que a su vez descansaba sobre la almohada, y estaba estirando una manta para taparse de medio cuerpo hacia abajo.
-Ah, no. Primero, recoge el álbum y esos cromos que dejaste sobre el edredón.
-Luego, Tito.
-No, Así no hay dibujos en el tele.
A trancas y barrancas, algo enfurruñada, fue apilando los cromos sueltos hasta que formó un montoncito que posó sobre la mesita; a continuación, agarró el álbum, lo acomodó a su derecha y me miró.
-Ya está, Tito- me dijo fijándose en la situación de ambas cosas, mientras, de reojo, comprobaba que mi gesto denotara que todo estaba correcto.
-Vale. Ahora sí que te pongo los dibujos en la tele. ¿O prefieres una peli?
-No, no, de nenucos.
-Bueno, pues de nenucos.- había encendido el televisor y en el canal de YouTube busqué los dichosos nenucos.- Pero sólo un poco, eh. Te voy a preparar la merienda y, en cuanto acabes, nos vamos.
-Que sí, Tito, pero ponlos, anda.
Aguanté otros diez minutos leyendo antes de dirigirme a la cocina a por su merienda: hoy tocaba sándwich de Nocilla y zumo de naranja. Lo dispuse en una bandeja con un par de servilletas y se lo llevé. La tengo mal acostumbrada. Allí mismo, sobre la cama, cruzó las piernas y sobre ellas le instalé la bandeja. ¡Gracias que no me ve mi hija, porque si no…!
Al cabo de un cuarto de hora, no quedaba ni una miga de pan ni una gota de zumo. La vestí y después salimos a la calle. Había quedado con mi mujer, quien sería la que la conduciría a su casa ya que los padres debían de estar al llegar.
Cuando se presentaron ante la puerta, oyeron dentro un ruido: la rumba, esa aspiradora automática que se cuela por todos los rincones, estaba funcionando. Por lo visto, el padre estaba en casa, aunque no hacía mucho tiempo de ello puesto que su anorak descansaba aún sobre el respaldo de una silla de la cocina y su cartera, donde guarda el ordenador portátil y la documentación pertinente a su trabajo, reposaba sobre el mueble que cubría el radiador a la derecha de la puerta del salón.
Enseguida, la niña lanzó su mochila a la esquina donde la depositaba a diario, se quitó el abrigo, que fue a dar al sofá, y los playeros aterrizaron de cualquier manera sobre la alfombrilla que se hallaba dispuesta en una esquina, a la vera de sus zapatillas, que no se calzó porque casi siempre anda sin ellas por casa, sólo con los calcetines. Se dirigió corriendo hacia él a abrazarlo y darle un beso.
-¿Jugamos, papá?- preguntó sin casi no darle tiempo ni a llevar las cosas a su despacho.
-Espera, Celia. Voy a dejar esto y vengo. Pero, antes, ese abrigo tuyo a su sitio y los playeros bien colocados.
-No te preocupes, estoy yo un rato más con ella. Tú haz lo que tengas que preparar para mañana.- se ofreció la abuela, que ya se estaba quitando el abrigo y los zapatos.
Una vez que la niña hizo lo que había mandado su padre, allí estuvieron las dos enredando con las muñecas un pedazo hasta que él terminó sus quehaceres, los cuales realizaba a diario telemáticamente enviando sus datos a la empresa, y dejó todo listo para el día siguiente.
-Bueno, yo me voy, que tengo que ir a ver a Luis, quedé con él…- la abuela miró el reloj- …dentro de un cuarto de hora. No sé si llegaré. Tengo que llamarlo para que me espere; si ve que no llego a la hora, igual cree que me fui andando para casa.- La abuela ya se había calzado y puesto su abrigo-¡Hala, Celia, anda, dame un beso, cielo!- y se agachó para esperar el choque inevitable de la niña que se había levantado del suelo como un volador y corría hacia sus brazos.
-¿Por qué no te quedes otro poco, mamá Nini?- como llamaba ella a su abuela.- Para acabar de dar la cena a Calisina- su muñeca preferida a la que quería embutir el biberón aunque apenas disponía de abertura suficiente en la boca para ello.
No, mi vida, que tengo prisa- Y la cubrió de besos por la cara y la frente- Ahora vas a jugar con papi.
-Bueno, pero tú también puedes jugar con nosotros. Es tu hijo “automático”.
-¿Quééé?-se quedó patidifuso Jose. Debieron de poner tal cara de estupefacción tanto la abuela como el padre, que la  niña se quedó observando a ambos alternativamente ante aquel gesto tan incomprensible en aquel momento, como si les hubiese dicho que la Luna era un queso que se comían los ratones del cielo poco a poco hasta que lo acababan y entonces tenían que ir al mercado a comprar otro entero, como sucedía en el cuento que un día le había relatado su abuelo.
-Papi, que es tu hijo “automático”, que me lo dijo Tito Luis en la merienda.- le explicó ella muy seria a su abuela.- Como mami, que es la hija “automática” de los abuelitos del Freisnu.
No fueron capaces ninguno de los dos adultos de evitar la aparición de una sonrisa seguida de una carcajada del padre.
-¡Hijo político, mi cielo, po-lí-ti-co!- acertó a decir la abuela entre sonrisas.
-Bueno, eso, político, qué más da.- concedió a medias la cría, aunque sin olvidar el origen de la explicación. ¿Por qué no te quedas Mamá Nini?
Ya lo sabes, vidina, no puedo, voy a buscar a Tito Luis. ¡Hala, dame un besín, anda!
La niña se le acercó un tanto ofuscada, aunque cuando le pegó su carita a la mejilla le dio un sonoro beso y después corrió hacía su padre.
-¡Venga, papi, vamos a jugar!
La abuela abrió la puerta y, antes de cerrarla a su espalda, se despidió de ellos con una sonrisa aún en su rostro.
-Hasta mañana, Celia. Y que lo pases bien, hijo “automático”, hasta mañana.

lunes, 18 de marzo de 2019

SUBTERFUGIOS LEGALES


Me ha tocado algún día de estos pasados encender la tele durante el día por ver lo que ponían en uno u otro canal y me he topado en más de una ocasión con el famoso juicio del proceso catalanista que se juzga en Madrid.
En una ocasión, vi como entraba a declarar uno de los testigos, el cual le explicaba al juez que estaba siendo juzgado en otro tribunal de Barcelona y por lo tanto, acogiéndose a su derecho a no declarar, no contestaría a ninguna pregunta de fiscalía, ni abogacía del estado ni acusación particular ni a los representantes de la defensa  con el fin de no interferir en su propia defensa en la causa que se hallaba abierta contra él. O sea, que, recogía su carné  y se iba tan campante. Ahí os quedáis, pensaría él, que de mi boca no saldrá ni una letra a favor ni en contra de nadie; además no vaya a pillarme yo los dedos por soltar más de lo debido. Aunque supongo que lo que podría haber testificado no les habría hecho ninguna gracia, es un suponer, un hablar por no callar, a los acusados.
A fin de cuentas, y según me enteré, los testigos están obligados a contestar siempre la verdad sin subterfugios de ninguna clase bajo pena de ser acusados de falso testimonio. Y en cambio, los acusados pueden responder lo que les venga en gana con tal de defenderse de las acusaciones, o sea, que si les preguntaren si habían pisado la Luna, podrían contestar que sí, y a mí plin.
Y claro, hay cosas que me resultaron al menos chocantes. ¿Cómo se puede dar luz a la verdad si quienes podrían alumbrarla no testifican? ¿Cómo es posible que nuestro sistema legislativo mantenga este orden de cosas? Si se está inmerso en una causa como responsable de un delito, no se puede testificar en otra que colateralmente esté siendo juzgada en otro tribunal. A ver, si ambas causas entran en el mismo fondo de la cuestión que se ha de discernir en un tribunal, ¿a santo de qué se juzgan por separado?, ¿acaso para que la culpabilidad o la inocencia de unos se oculte mientras se niegan los derechos a conocer la verdad al resto de ciudadanos? ¿Por qué, pues, no se juzgan a todos a la vez en el mismo tribunal y nos evitaríamos esta especie de maturrangas?
No lo entiendo, y perdonen que sea tan abstruso, pero ¿no ha de estar la verdad por encima de cualquier otra cosa cuando se enjuicia cualquier acto delictivo? Algo hay que no funciona cuando la culpabilidad o inocencia de alguien se vale de triquiñuelas por más legales que sean.

sábado, 9 de marzo de 2019

8 DE MARZO: ALGUNAS SINGULARIDADES


Ya  llegamos al 9 de marzo, dejamos atrás el Día Internacional de la Mujer que institucionalizó la ONU en 1977. Infinidad de manifestaciones y concentraciones en apoyo del género femenino, el cual ha de disfrutar de, a mismas obligaciones, los mismos derechos que los hombres. Aparte de ello, peticiones de amparo ante las diferentes y criminales acciones de violencia de género que padecen un día sí y otro también. Solicitud de leyes que protejan, en esta sociedad, a la mujer ante las infinitas muestras de indefensión que corren como consecuencia, entre otras muchas más, determinadas actitudes patriarcales unas y otras de fácil interpretación empresarial que debían ya hace años estar erradicadas. Es decir, se han echado a la calle con todas las razones del mundo para protestar ante situaciones asentadas en un mundo donde han sido y son tratadas como seres humanos inferiores al hombre. Y nada mejor para hacerse ver que este tipo de actos donde se exige un respeto que se merecen en todos los ámbitos de la vida.
No obstante, me choca que no hayan pedido hasta ahora que este día sea festivo a nivel estatal. Y es que en algunos países ya lo es, aunque su nombre no nos suene precisamente a lugares donde se defiendan los derechos de la mujer como es debido: Afganistán,  Zambia, Azerbaiyán,  Mongolia, Eritrea, etc. Pero bien podría ser España un ejemplo para el mundo occidental a la hora de elegir este día como recordatorio del significado de la mujer en nuestra sociedad.
También me chocó, y mucho, que este día se haya convertido en una jornada de huelga. ¿Por qué? Porque resulta que muchos  trabajadores que la secundaron lo que hicieron fue perder unos emolumentos que tal vez les sean necesarios para llegar a fin de mes, una vez vistos los sueldos de mie… que cobran en algunos casos estas mujeres y hombres. Por eso me pregunto por qué no se solicita que sea un día festivo y evitamos estas pérdidas de unos salarios que ya son un mucho injustos.
Más cosas chocantes: por lo que me han informado, esta huelga se plantea en la empresa privada con un paro de equis horas. Si resulta que precisamente es en las empresas privadas donde mayor diferencia salarial existe entre la mujer y el hombre, realizando el mismo trabajo, ¿cómo es posible que se pidan sólo equis horas en vez de la jornada completa? En cambio, sí hemos visto a alumnos de secundaria en huelga, de bachiller, de ciclos formativos, a universitarios supongo que apoyando a la petición de esos derechos para la mujer. Pero sin nada que perder, a excepción del tiempo de clase, en cuyos centros doy por supuesto que no habrán adelantado materia de ninguna asignatura. O sea, que un día de asueto para miles de estudiantes, sobre todo los más pequeños, para los menores de edad que así son tratados por nuestras leyes, pero a los que se les da rango de adultez en casos de estos. Y lo mismo en el caso de funcionarios, donde no creo que haya diferencia en base a que su puesto de trabajo es a partir de unas oposiciones y con unos derechos y deberes iguales para todos, aunque sí me imagino que su sentido de la responsabilidad y solidaridad los haya hecho salir a la calle en defensa de sus conciudadanas, lo cual les honra. O de forma semejante nuestros mayores, pensionistas y jubilados que salieron a la calle a apoyar los cambios que saben son imprescindibles e inexcusables para alcanzar una sociedad más justa que la que a ellos, creo, les ha tocado vivir.
Y ya, el punto máximo de la singularidad de estas manifestaciones, y que a mí me pareció esperpéntico, llegó cuando vimos en los medios de comunicación a determinados miembros del gobierno, congresistas, senadores, parlamentarios autonómicos, sindicalistas y demás cargos electos poniéndose al frente de las protestas callejeras, o defendiendo el papel de la mujer desde otros puntos de vista alejados de los demás no asistiendo a ellas, es decir, protestando contra ellos mismos por las condiciones que aún hoy sufren estas ciudadanas del estado en que vivimos. Las Asociaciones de Mujeres, que deberían tildarse de independientes en el caso que nos ocupa, digo yo, de cualquier partido político, que hayan participado se habrán echado las manos a la cabeza. Es decir, hay protestas porque no hay leyes que hagan posible que sus peticiones lleguen a buen puerto y no se les ocurre otra cosa que admitir en las marchas a quienes precisamente son los responsables de elaborar esas leyes. No lo entiendo, políticos electos de nuestra sociedad haciendo una huelga contra sí mismos. Y se quedan tan campantes, ellos y quienes la convocaron. ¿O son los mismos y lo hacen para disimular su incompetencia?
¿Acaso desde los Ministerios y Consejerías de Trabajo o de Hacienda, por ejemplo, no se pueden implementar servicios abocados a investigar, por ejemplo, la diferencia salarial entre trabajadores: a mismo puesto o categoría y mismo horario laboral, mismo salario? ¿Acaso no se puede legislar para evitar que las brechas sociales entre hombres y mujeres no se produzcan? ¿No será posible que se legislen medidas mejores que prevengan la violencia de género? ¿Acaso lo que pretenden, lo único que se les ocurre, es que la gente, a sabiendas de que una denuncia propia y personal les puede acarrear un despido o quedar sin trabajo al final de un pequeño contrato temporal, aparezca por los mostradores de de la Administración a contárselo? Mira tú si no habrá ideas y propuestas que se puedan llevar a cabo para que la  igualdad y la justicia entre hombre y mujer sea una realidad y no una quimera esquiva que sólo se asoma a la mente de nuestros gobernantes cada 8 de Marzo. 
Señores políticos, hagan ustedes su trabajo para que las manifestaciones del Día Internacional de la Mujer se conviertan en un motivo de orgullo para nuestra sociedad, en vez de asistir a ellas a gritar y pedir lo que justo ustedes deberían haber solucionado, que para eso están.