Me ha tocado algún día de estos pasados
encender la tele durante el día por ver lo que ponían en uno u otro canal y me
he topado en más de una ocasión con el famoso juicio del proceso catalanista
que se juzga en Madrid.
En una ocasión, vi como entraba a declarar
uno de los testigos, el cual le explicaba al juez que estaba siendo juzgado en
otro tribunal de Barcelona y por lo tanto, acogiéndose a su derecho a no
declarar, no contestaría a ninguna pregunta de fiscalía, ni abogacía del estado
ni acusación particular ni a los representantes de la defensa con el fin de no interferir en su propia
defensa en la causa que se hallaba abierta contra él. O sea, que, recogía su
carné y se iba tan campante. Ahí os
quedáis, pensaría él, que de mi boca no saldrá ni una letra a favor ni en
contra de nadie; además no vaya a pillarme yo los dedos por soltar más de lo
debido. Aunque supongo que lo que podría haber testificado no les habría hecho
ninguna gracia, es un suponer, un hablar por no callar, a los acusados.
A fin de cuentas, y según me enteré, los
testigos están obligados a contestar siempre la verdad sin subterfugios de
ninguna clase bajo pena de ser acusados de falso testimonio. Y en cambio, los
acusados pueden responder lo que les venga en gana con tal de defenderse de las
acusaciones, o sea, que si les preguntaren si habían pisado la Luna, podrían
contestar que sí, y a mí plin.
Y claro, hay cosas que me resultaron al
menos chocantes. ¿Cómo se puede dar luz a la verdad si quienes podrían alumbrarla
no testifican? ¿Cómo es posible que nuestro sistema legislativo mantenga este
orden de cosas? Si se está inmerso en una causa como responsable de un delito,
no se puede testificar en otra que colateralmente esté siendo juzgada en otro
tribunal. A ver, si ambas causas entran en el mismo fondo de la cuestión que se
ha de discernir en un tribunal, ¿a santo de qué se juzgan por separado?, ¿acaso
para que la culpabilidad o la inocencia de unos se oculte mientras se niegan
los derechos a conocer la verdad al resto de ciudadanos? ¿Por qué, pues, no se
juzgan a todos a la vez en el mismo tribunal y nos evitaríamos esta especie de
maturrangas?
No lo entiendo, y perdonen que sea tan
abstruso, pero ¿no ha de estar la verdad por encima de cualquier otra cosa
cuando se enjuicia cualquier acto delictivo? Algo hay que no funciona cuando la
culpabilidad o inocencia de alguien se vale de triquiñuelas por más legales que
sean.
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