Por un quítame
allá un encaje de bolillos más o menos, anda estos días Grau en la prensa regional.
Desde que se supo que la Concejalía de Igualdad, con ocasión del Día de la
Mujer Trabajadora, había decidido que haría una exposición de bolillos, vainica
y patchwork con los trabajos realizados por los alumnos- más bien alumnas- de
un curso impartido por Mª Luisa Alonso, en IU se lanzaron de cabeza acusando a la
concejala de volver al pasado.
No sé cómo
piensan en este partido, pero tal vez sería interesante darse una vuelta por ahí
fuera. He visto en Galicia, más concretamente en Camariñas y con el apoyo de la
Comunidad Autónoma, como los trabajos con bolillos han creado una industria que
vende un buen montón de euros anuales. Lo mismo pasa por Cataluña, Tenerife,
Sevilla, Málaga, etc.
Es una labor propia
de otros tiempos, como tantas labores que han ido poco a poco languideciendo,
algunas desaparecidas y otras casi (alfarería, azabachero, ebanistería, cuchillería,
bisutería y joyería, talla, etc), pero que aún suponen en muchos casos puestos
de trabajo y en otros dedicar el tiempo de ocio a una afición con la que se
disfruta. Con las críticas vertidas a causa de esta exposición, no se hace ningún
bien a quienes se dedican a estas labores. Tal vez haya otras muchas formas de luchar
por la igualdad entre géneros, pero no es atacando estos trabajos como mejor se
defiende. Y no sirven las disculpas de que hay talleres de maquillaje, que pueden
parecer ridículos, aunque hoy hay mucha gente que se dedica a esta labor, tan
buena como otra cualquiera. Otra cosa es que guste más a unos que a otros.
Es verdad que las
políticas de igualdad no son esto, pero no se puede confundir el tocino con la velocidad
del cerdo al salir del cubil. Critíquese lo que haya que criticar, pero dejen
estas cosas fuera.
Yo esperaba hoy
que la noticia relacionada con este pueblo hubiese sido que IU negaba
rotundamente las declaraciones de la profesora de encaje de bolillos respecto a
que, en tiempos de IU en la alcaldía, el concejal de Cultura, Arcadio Álvarez,
le pedía el treinta por ciento de lo que ganaba la profesora, no sabía si para
el interesado, si para el partido o si para el ayuntamiento. Y es que si no
niega esto, los ciudadanos hemos de pensar mal; y si es así, uno se pregunta cuántos
cursos de este tipo se han hecho de la misma manera, pidiendo el treinta por
ciento.
A fin de cuentas,
en los tiempos que corren, no dejaría de ser, peccata minuta, pero…………algo olería mal.
Pasen
buen día. Un saludo.