domingo, 24 de febrero de 2013

TALAR EL BOSQUE

 
No hace mucho leí una novela del islandés Arnaldur Indridason, “Invierno ártico”. En ella un policía encuentra el diario de un niño asesinado y en una de sus hojas halla una frase que hace pensar no solo a este detective de ficción sino a cualquier lector. Era algo así como “¿cuántos árboles son necesarios para que se forme un bosque?”
Al menos yo me quedé pensativo unos instantes mientras avanzaba en la novela y aún hoy me viene a la cabeza de vez en cuando.
Ahora, mientras escribo estas líneas, fue el último por la similitud que le encuentro al pensar en  ¿cuántos políticos corruptos son necesarios para formar una clase política corrupta?
Sé que faltan muchos, porque siempre habrá algunos que no lleguen a formar parte de ese bosque, que crezcan en los alrededores solos o en pequeños grupos, pero sin formar parte de él. No obstante, la sensación que existe entre la gente de la calle es que ya casi no se libra nadie, que el bosque ya está formado por todos, o casi.
Ayer se vieron manifestaciones en todos los puntos de España para protestar entre otras cosas por los recortes en educación o sanidad, en defensa de la minería, del cierre de empresas, en contra de los desahucios y, sobre todo, contra la corrupción que está corroyendo el estado de derecho que tanto había costado  lograrlo a lo largo de las últimas décadas.
Incluso con estos lemas de defensa de su trabajo y de sus derechos, un político, el número dos de la Comunidad madrileña y portavoz de esta, compara a los manifestantes con los golpistas del 23-F de inefable recuerdo para los que nos tocó vivirlo.
Como veis, no son solo los casos de corrupción los que forman un bosque, también aparecen matorrales que crecen entre ellos, parásitos algunos a su amparo.
Cuando se explota un bosque, los montes de muchas comunidades españolas, debe hacerse con criterios económicos renovables atendiendo a la conservación de la biodiversidad y al mantenimiento de su ecosistema, no a destruirlo por completo. En ellos se hace de vez en cuando, cortando por lo sano, una tala de aquellos ejemplares que no sirven por su debilidad o simplemente por estar pudriéndose, si es que ya no lo están del todo.
Y en política es lo que deberían hacer los responsables de su explotación: talar de cuajo aquellos ejemplares que están afectando al buen desarrollo del bosque político. No es tan difícil, es solo cuestión de querer hacerlo. Como dice nuestro Presi, es cuestión de hacer lo que se debe de hacer. Lo malo es cuando en la jefatura existen árboles podridos o en estado ya de descomposición. ¡No van a tirar piedras contra su propio tejado! Por lo tanto, hacer lo que se debe de hacer suena un poco utópico. Y así nos va.  
 
Pásenlo bien y disfruten del domingo. Un saludo.
 

 

 

1 comentario:

  1. ¡Bravo, chavalin!. Para mi es de lo mejor que escribiste hasta ahora. Feliz domingo

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