miércoles, 28 de diciembre de 2016

DIFICULTADES PEATONALES III : FELICITACIÓN


¡Toma, toma y toma!- diría uno que yo me sé cuando las cosas ruedan como él quiere.

Y es que ayer, cuando me dirigí hacia La Podada desde mi casa, me encontré con que habían comenzado a reparar la acera izquierda  de  la Avda. Fernando Villabella, de la cual me había hecho eco en mis artículos anteriores sobre dificultades peatonales por su estado irregular.

Hoy me ha tocado volver a transitar por ella mientras llevaba a mi nieta al cole y me he dado cuenta que ya llevan la mitad arreglada o, al menos, con las baldosas bien adheridas al mortero sobre el que se asientan. Me imagino que será cosa de un día o dos más o menos cuando me pueda permitir el lujo de caminar por ella sin tener que preocuparme, cuando llueva, de la mojadura en los zapatos, calcetines y pantalones.

De verdad, permítanme felicitar a quien corresponda por la obra que están realizando, de la misma forma que, si tengo que criticar otras acciones, también lo hago, aunque luego, si viene al caso, tenga que dar marcha atrás si las explicaciones así me lo hacen ver. No obstante, tanto para felicitar como para criticar, uno debe estar siempre preparado para todo, incluso para que uno tenga que poner la otra mejilla de forma figurada si mete la pata. Ya sabemos que nada se hace a gusto de todos.

¡Ah!, no me olvido de los pasos de peatones, puesto que hoy he vuelto a padecer la ausencia de uno de ellos en un punto crítico de la villa. Y es que los miércoles el recorrido con mi nieta es otro debido al mercado. Pero los dejo para otro artículo. Cada cosa a su tiempo y un tiempo para cada cosa.

Sigan de fiestas, disfrutando y sin perder nunca la sonrisa.

martes, 27 de diciembre de 2016

TROPIEZO Y ARREPENTIMIENTO


Nos abalanzamos en esta época con verdadera fiereza hacia los días de fiestas y de vacaciones navideñas como si no hubiese más días de regalos y de saraos, de cuchipandas y  de farra a lo largo del año. Son jornadas de consumismo caótico que nos sumergen en gastos de los que nos arrepentimos a partir del día seis de enero, al mismo tiempo que nos hacemos firmes promesas de que no sucederá nunca más, que en años venideros nos plantearemos estas semanas de otra manera (mejor decir que para el año que viene, que, como queda más cerca, parece que lo vemos a la vuelta de la esquina). En realidad, cuando echamos la vista atrás, nos damos cuenta de que es lo mismo que pensábamos el día siete de enero pasado. Siempre, como fieles religiosos en las fiestas de guardar, repetimos los mismos ritos y liturgias como si nos fuese la vida en ello. Dicen que el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra es el ser humano. ¡Cuán equivocado estaba aquel primer pensador cuando labró en la mente de la gente ese desdichado aforismo! El hombre, por su propia naturaleza, es capaz de tropezar, equivocarse, caer y volverse a levantar miles de veces, de las cuales saldrá siempre con el colofón de que no le sucederá jamás algo semejante, que ha aprendido la lección. Me río con el jajajá o jejejé clásico de los cuentos infantiles o de los mensajes de whatsApp que echan humo en días como estos. Porque, a fin de cuentas, hace años que seguí esa misma senda, de arrepentirme a primeros de enero, proponiéndome a mí mismo que nunca jamás recorrería el mismo camino y comprometiéndome a evitar pasar por los mismos tragos por los que habían transcurrido aquellas jornadas, para llegar al veintitantos de diciembre y continuar por los mismos derroteros que me había reprochado. No sé, pero a día de hoy me figuro que las fiestas de Navidad y esos días de vacaciones están puestos en el calendario para que las personas, aun siendo plenamente conscientes de ello, tropecemos un año tras otro con el mismo escollo y reconozcamos al final que no somos más que seres humanos inicuos que disfrutamos martirizándonos con pensamientos maquiavélicos con tal de pedir a nuestro cuerpo que nos perdone por los desórdenes causados en nosotros mismos y, en ocasiones, como consecuencia de ello, en los demás, a riesgo de que descubra que no estamos más que contándole la misma trola de todos los eneros y nos deje con el culo al aire.
 
Mientras, como estamos en ello, a continuar disfrutando con la sonrisa siempre dispuesta. Ya llegará enero para arrepentirnos.

sábado, 17 de diciembre de 2016

DIFICULTADES PEATONALES II


Hace unos días que no me acercaba por el ordenador, pero es que me era del todo imposible debido sobre todo a que no estaba en mi poder. Los dichosos malware o spyware o como narices se llamen han hecho que tuviese que llevarlo al garaje, es decir, a Toño para que me limpiase la basura que se me acumula cada año, si no antes, en las entrañas de este pequeño monstruo que, desde hace ya varios años, llegó a mi casa para quedarse. Supongo que, como todo en esta vida, algún día habrá que decirle adiós. No obstante, de momento me encuentro perfectamente compenetrado con él y me dolerá cuando llegue el momento.
Bien, pues es por eso que no tuve ocasión de emborronar ni una sola de estos folios virtuales que Word guarda en su seno.
Comentaba en mi último artículo, sobre los inconvenientes peatonales que existían en esta villa, la situación de una inmensa mole pétrea en medio de una acera en la zona de la Plaza de La Ferrería, a la que por cierto también escuché llamar en alguna ocasión de Los Bracos. Pues bien, la dichosa y maldita piedra ya ha vuelto desde hace unos días a su ubicación original con lo que el paso quedó expedito para poder circular por la acera convenientemente. Es de agradecer la rapidez con la que lo han solventado. Es verdad que la acera de la Avenida F. Villabella  aún continúa en el mismo estado. De ello pueden dar fe hoy, que llovió bastante, mis zapatos, calcetines y bajos del pantalón empapados. Supongo, o quiero hacerlo, que este tipo de obra no se puede realizar con la misma premura que la anterior y que lleva otros pasos que habrán de dar desde las instancias municipales que de ello se encargan, pero espero que no tarden mucho o que, al menos, ya estén tomando cartas en el asunto.
Como explicaba hace unos días, hay más cosas, sencillas seguramente de realizar en el pueblo, y cuya solución pasa nada más que por observar con un pequeño interés, si se quiere, al pasear por las calles del centro y las que no son del centro. Cualquier día, supongo que algún representante municipal dará una vuelta y se fijará en la ausencia de pasos de peatones que se precisan en algunos cruces y que no me parece que suponga un alto montante económico para el erario público. O esta es mi opinión, que tal vez no sea acertada.
 
Mientras tanto, sigan ustedes en plena preparación de las fiestas navideñas y no pierdan la sonrisa.
 

miércoles, 7 de diciembre de 2016

DIFICULTADES PEATONALES. I


 

Me voy a permitir hoy, y no pido perdón por ello, reflejar en unas líneas dos obstáculos que impiden una correcta circulación de peatones por algunos lugares de Grau. Y no son precisamente de ayer, sino que ya llovió desde entonces, sin que nadie haya tomado cartas en el asunto ni se haya preocupado de resolverlos hasta la fecha. Y eso que uno, ya sea por la edad, comienza a tener si no más paciencia con las cosas sí a  verlas desde cierta distancia y darle tiempo al tiempo; no obstante, hay situaciones que acaban jorobando al más pintao, más que nada porque cree que la desidia o la ignorancia no son compatibles con el buen gobierno.

Desde hace ya varios meses, habitualmente llevo a mi nieta bien temprano, sobre las ocho, en el carricoche desde su casa hasta la Escuela Infantil de 0 a 3 años. Suelo hacer siempre el mismo recorrido: salgo por la Travesía de La Panerina, cruzo la Plaza del mismo nombre, subo por Eduardo Sierra hasta La Plaza de La Ferrería y continúo por el Bolao arriba hasta la rotonda de La Cruz; aquí giro a la izquierda y, por la acera izquierda también, prosigo por la calle Fernando Villabella hasta el puente sobre el río Martín; reanudo el trayecto hacia El Casal por la misma acera, paso por delante del IES César Rodríguez y, por fin, me adentro, justo enfrente del cuartel de la Guardia Civil, en el patio de la Escuela, en la cual dejaré a Celia durante unas horas perfectamente atendida por unas personas maravillosas que se desviven por estos pequeños, los cuales se lo pagarán, supongo, con sonrisas, besos, caricias, abrazos y la consecución y el aprendizaje lentos pero seguros de los objetivos y contenidos que se han marcado para ellos. Pues bien, aunque no me haya esforzado mucho en situar la ruta dentro del contexto moscón, estoy seguro que cualquiera que conozca este pueblo no tendrá problema para seguirla.

Únicamente voy a comentar dos lugares peatonales por los que transcurre el itinerario diario.

Uno es en La Ferrería, cerca de una cafetería, donde hay una casa con aleros en medio de dos calles, en cuya acera habían anclado una mole pétrea de varias decenas de quilos tal vez para evitar que determinados vehículos pudiesen ocasionar daños en el edificio. Pues bien, por la razón que fuese, ese pedrusco granítico fue desplazado hace meses de su sitio y ahora no permite el paso por la acera, con lo cual hay que bajarse a la calzada para poder transitar, con el correspondiente peligro ante la circulación regular de coches por esa calle en ambos sentidos. ¿Acaso es tan problemático que la acera quede libre de obstáculos?

El otro es la acera izquierda que va desde el cruce del Bolao con Fernando Villabella hasta el puente sobre el río Martín. ¿Qué serán, cien o ciento cincuenta metros? Es igual. No deben de quedar muchas baldosas bien, de vergüenza. Día que llueve, mojadura que te crio; te salpica el agua, se te cuela por encima de los zapatos y te pone perdida la ropa hasta la altura de las rodillas. Transitar por ella es una aventura incomprensible en una villa como esta. Porque pase que un par de esas baldosas estén sueltas, pero cuando se halla en las condiciones en que se encuentra demuestra, o así parece, que a quienes son responsables de su arreglo no les gusta mucho patear las calles. ¿Es tan caro arreglar una acera, viendo cómo está? 

Veamos cuánto tardan en resolver cosas que considero tan sencillas como estas. Hay más, igual de fáciles de solucionar, creo yo, pero las dejaré para otro día.

 

Mientras, sean felices y sonrían que está al caer la Navidad.