Está
el cuerpo cansado, ajeno a mi espíritu.
Mientras
este proporciona acicates para avanzar,
aquel
me retrotrae a épocas olvidadas,
tiempos
mejores, mas obsoletos.
Mi
cuerpo es un inconveniente
para
que mi ánimo no avance jubiloso,
él
me invita a la inanición y a la inapetencia,
mis
ansias inútilmente me ordenan erguirme.
Una
masa de agua rodeada de piel reseca
que
se sume a través de una sima invisible,
que
arrastra con ella ilusiones y proyectos
que
en mí permanecen vivos, mas yertos.
Cuerpo
y espíritu,
complementarios
de vida que,
a
veces, cuando el carnet languidece,
reman
en direcciones contrarias.
Ay,
estos años que pesan,
que
aplastan propósitos,
pero
que felizmente me permiten
continuar
disfrutando de vosotras.
Ay,
si no fuese por vuestros abrazos,
por
vuestros besos, por vuestras caricias,
quién
sabe si mi aliento
no
hubiese arrojado la toalla,
quién
sabe si no se hubiese escondido
entre
letras que nadie hubiese leído.