Dos por tres son seis.
Cinco por ocho, cuarenta.
Nueve por tres,
veintisiete.
Cuatro por cuatro,
dieciséis.
Del
derecho y del revés,
cantaba
la niña la tabla
y
los números bailaban
encantados
a sus pies.
Los
repetía una y otra vez,
multiplica,
multiplicando,
mientras
reía y gritaba:
Uno por diez son diez.
En
pijama y con rapidez,
bajo
las mantas se escondió
chillando
con alegría:
Papis, ya me la sé.
🥰
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