Y el debate sobre el estado de la nación abrió nuestros
ojos y nuestros oídos a las mismas chorradas que vienen siendo habituales
durante años y años. El Presi no es culpable de las medidas contra las que los
ciudadanos claman en la calle, aunque cada vez es más manifiesto que las
protestas podrían hacerse en el desierto donde tal vez tendrían más eco. Rajoy y
su gobierno, apoyados por su partido, se han puesto las orejeras y tiran “p’ alante”
pese a quien pese, en contra de cualquier muestra del más mínimo sentido común.
Y si cuadra, la culpa de todo lo que sucede es de la herencia envenenada que
les dejó el PSOE o de los chiripitifláuticos que salen a la calle a incordiar a
la Sra. Cifuentes y a Ignacio Glez en Madrid movidos por los finos hilos de la oposición
y de los sindicatos que solo buscan echarlo del poder.
Pero alto ahí, es sí el responsable y se autoadula cuando
habla de las cosas buenas, pocas, muy pocas, poquísimas, no se me ocurre
ninguna ahora mismo, que han sucedido en este país durante el último año. Aquí
no hay herencia ni perroflautas que valgan. Aquí solo existe Yo, yo y más yo. ¡Hasta
en Europa es el puto amo!
Y el programa electoral, con el que logró más de once
millones de votos, no lo cumplió porque el deber es el deber. ¿A ver si cree
que lo iban a votar si supieran lo que iba a hacer? Lo que harían sería
botarle, eso sí. Porque lo del deber solo se entiende, después de este año, con
la acepción de “Cumplir obligaciones nacidas de respeto,
gratitud u otros motivos”. Y lo cumplió: se privatiza la enseñanza y la sanidad
a pasos agigantados; se acaba con los servicios sociales públicos; se sigue
protegiendo a la banca con un banco malo y millones a espuertas que no
revierten en los españoles, sino en sus propios bolsillos; los grandes
empresarios están felices con usted y su reforma y como lo ven receptivo aún
quieren má; la corrupción se intenta tapar no hablando de ella, por si salpica
a alguien; y así están las cosas cumpliendo con ese deber mal entendido.
Y luego, basta que alguien le increpe dialécticamente o le
lleve la contraria para que responda con referencias a tiempos pasados: que si
tu partido hizo esto y el nuestro no, aunque fuese por una triquiñuela
permitida por nuestras leyes para que los grandes no paguen lo que deben; que
si las medidas antipopulares no las empezó él, aunque las haya desarrollado con
más ahínco todavía y esté dejando los logros sociales de varías décadas a la
altura del polvo que se cuela entre las baldosas del suelo; que si el paro fue
cosa de las medidas llevadas a cabo por los ignorantes e ineptos anteriores,
aunque con él haya aumentado en otro millón por culpa de una reforma laboral
hecha para sus amigos de la CEOE.
El caso es intentar explicar lo inexplicable y que la
culpable de cómo está España es la oposición y no el Gobierno, de los
ciudadanos que han vivido por encima de sus posibilidades y no de quienes están
en el poder. Sí, el caso es dejarnos a los espectadores, a los que andamos por
la calle de mala manera, con los ojos abiertos como lunas ante tanta
desfachatez, con cara de gilipuertas al leer u oír lo que cuentan desde ese
atril de la Cámara Baja que tiene la virtud de sacar lo peor de cada uno,
porque no les deja decir una verdad en la
que podamos confiar.
Incluso, para deslumbrar a la afición, propone una ley
anticorrupción. ¡Sí, hombre, elaborada por vosotros, por vuestros partidos, el
tuyo y los demás que en este momento están en el candelero por cosas y casos
que enervan la conciencia de los españoles ante tanto robo! O sea, poner a los
lobos a cuidar las ovejas, habiendo echado primero a los perros que las
cuidaban, y a los zorros a cuidar las gallinas; en ambos casos, previamente, se
habrán mandado de vacaciones a Suiza o a las islas Caimán al pastor y al
granjero. ¡Anda ya!
Pasen un buen día. Un saludo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario