“En este país, si te
has equivocado y lo has hecho mal, lo pagas, por muy importante que sea la
familia a la que pertenezcas, aunque sea la más importante".
Sr. Glez Pons, ¿usted se lo cree? Porque, si lo hace, es más
infeliz aún que los pocos españoles que no saben de qué habla usted y son
capaces de creer que los ángeles son hermafroditas; el resto de los españoles no creen su frase ni de coña.
¿Ha revisado, por
casualidad, los últimos veinte años, por decir algo, de los casos de corrupción
en nuestro país? Pues la mayoría de los condenados se han ido de rositas, y los
otros con una condena de cuatro días; pero el dinero desaparecido sigue
desaparecido.
No hay un solo español, con un dedo de frente, que se fíe
de sus palabras. Es más, considera con seguridad que lo que usted está diciendo
en lanzar una falacia más sobre lo que realmente pasa en nuestro país.
Fíjese que lo que se va sabiendo del caso Urdangarín da qué
pensar, mucho que pensar. ¿Cómo es posible que, a pesar de las declaraciones de Torres, aún no
esté imputada la infanta Cristina? Tal vez porque, como dijo alguno de ustedes,
no se la puede estigmatizar. Pero sigue sin ser razón suficiente para que, si
estuvo implicada o conoció los tejemanejes de su esposo, que todo el mundo se
cree que sí los conoció como Ana Mato las del suyo, no pase por el juzgado, como
la mujer de Torres.
Así que, Sr. Pons, cuando usted dice que aquellas personas que han violentado las
reglas del juego tienen que recibir lo que corresponde, debería de pensar
un poco más en lo que dice y no hacer como su jefe. Este no tuvo más remedio
que reconocer que todo lo que prometió en su campaña electoral fue humo, pero
que hizo en el gobierno lo que debía de hacer, es decir, lo que ya sabía que
iba a hacer: joder todo lo posible lo público y pasarlo a manos privadas. Y,
pese a ello, no tuvo el coraje de dimitir y convocar nuevas elecciones, presentándose
con el programa que de verdad iba a llevar a cabo Así pues, ¿quién lo va a
creer en las próximas elecciones?
Y a usted la pasa como a él: chorradas y más chorradas sin
un ápice de credibilidad. Cállese, no diga ni mu. Es como mejor está.
Pasen un buen día.
Un saludo.
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