Me encontraba leyendo, sentado
tranquilamente en la cocina, tomando un café de esos de cápsula hecho por una cafetera que me regalaron hace un par de años, y más a gusto que un ocho. No sé
por qué, me dio por apretar el botoncito del mando de la tele. Ante mis narices
aparece el Ministro de Sanidad, el filósofo, dando datos sobre los afectados
del covid19 en países como China, EEUU, Reino Unido, Alemania, etc., que no sé
qué interés pueden tener para informar sobre la evolución de esta enfermedad en
nuestro país. Cosas de políticos que no saben por dónde salir o por dónde empezar. Luego me fijo en
que por fin pronuncia bien el causante de esta pandemia, covid19, y no cóvid19
como estoy oyendo a diario en los distintos programas de medios de comunicación y que me demuestran
la incultura prosódica de la mayoría de las personas que aparecen en ellos. Algo
es algo. Por fin comienza a hablar de España y nos cuenta cómo suben las cifras
de fallecidos, de contagiados, pero adornándolo con los tantos por ciento
comparativos de semanas anteriores. Claro, hay que quedar bien y continuar con
la cantinela de que todo va según lo previsto y los asesores científicos están
dando en el clavo, amén de que los políticos son unos genios porque han tomado
medidas excepcionales encaminadas a rebajar las consecuencias de la aparición
del maldito bichito que nos trae a mal traer a todos. Nos esperan más semanas
duras, sigue explicando, y no hay que rebajar los cuidados, ni relajarse, ni
que la gente, ¡cómo todo nos lo venden tan maravilloso y bien gestionado!, a pesar de los pesares, piense
que esto está casi acabado. Apago la televisión. No lo soporto.
El caso es que hace unos días me hacía eco
de las denuncias de vecinos de Llanes, clamando contra el salto del confinamiento de muchas
personas que habían aparecido en fin de semana por la villa, pero no leí ni oí
nada ni a nadie del Gobierno Asturiano o de las fuerzas de seguridad que nos
explicase esa presencia de desaprensivos insolidarios y las sanciones puestas, además de las
soluciones adoptadas. Hoy, por una llamada telefónica, que igual está
sucediendo en zonas occidentales, Luarca, por ejemplo, con motivo de la Semana
Santa. A ver, a ver, ¿qué vigilan esas
fuerzas de las que tan orgullosas se sienten los jefazos en las ruedas de
prensa? Así no hay manera de acabar con el virus. Y el pato lo pagan los que
cumplen con las medidas a rajatabla.
Tal vez no haya guardias o policías o
ejército suficiente para evitarlo. Pues estamos como con el Sistema Sanitario,
que por más que se esfuercen, no funciona como es debido por la falta de
personal. Tal vez la cantidad de sanciones y detenciones, dadas así con un simple
número, frías, impersonales, que no
dicen nada y son un simple dato estadístico, sería más convincente publicitarlas
en prensa, radio y televisión, con noticias concretas y que entren por los ojos
de los ciudadanos, para que sean suficientemente efectivas. A fin de cuentas,
creo que en las Comunidades Autónomas hay televisiones regionales que podrían
ayudar a expandir estas denuncias y los castigos a que se han enfrentado
quienes hayan saltado a la torera las normas establecidas para todos. Seguro que. además, la audiencia subiría como la espuma. Y al menos,
los que estamos enclaustrados, nos sentiríamos mucho mejor comprobando que las
situaciones provocadas por una serie de desalmados, a los que la salud pública
general de los españoles les importa un bledo, tienen un coste. Igualmente, nos sentiríamos más orgullosos por colaborar con el repetido “Quédate en casa” que cumplimos los que lo
cumplimos, sabiendo que no hay ciudadanos vips.
Aquí el presidente del principado tiene la “ocurrencia” de decir públicamente que los denunciemos los ciudadanos. Entonces
ResponderEliminar¿para que están las fuerzas de orden público?