A lo largo de las últimas semanas me he cansado
oír a cualquier representante político alusiones a la responsabilidad, la
solidaridad, el respeto y el buen hacer de la mayoría de los ciudadanos de este
país respecto a las medidas de confinamiento. Aparte de los cientos de miles que
se lo han saltado y de lo que informan con datos numéricos cada cierto tiempo,
por lo que han sido sancionados o detenidos, amén de los otros cientos de miles
que también se las han saltado pero han sido más listos y han evitado ser
sancionados debido a triquiñuelas conocidas por muchos ciudadanos pero imprevisibles
por lo visto para los agentes de seguridad, los demás españoles parece que
hemos interiorizado la situación y nos metemos en nuestra casa decididos a
cumplir con unas normas de las que estamos convencidos.
Desde el Gobierno y los
que no son del Gobierno nos alaban por esta situación que tan bien llevamos, nos
doran la píldora por nuestra sensatez, nos pasan la mano como a los niños
pequeños cuando hacen algo bien y nos hacen la pelota hasta el punto que uno
llega a pensar que es verdad, que somos realmente extraordinarios por haber tomado
las cosas con tanta madurez y encerrarnos voluntariamente en casa para
preservar nuestra salud y la de nuestros conciudadanos.
Y, perdonad, yo lo pongo en duda tal vez
con algo de cinismo. Seamos claros, a ver., Si estamos encerrados no es por solidaridad
ni responsabilidad ni ninguna zarandaja de estas, es simplemente porque nos
obligaron a ello. Estamos metidos en casa por dos razones: una por miedo a la
enfermedad y otra por miedo a las multas. Doy por hecho que habrá excepciones, pero no tantas, eh.
Por miedo a la enfermedad no vaya a ser que
nos contagiemos nosotros, no por si contagiamos a los demás. Anda, ya.
Por miedo a las multas ya que, si no fuese porque
las fuerzas del orden están en las calles, en España no habría confinamiento ni
leches, aparte, lo admito, de una pequeña parte de la población que sí se lo tomaría
en serio.
Que no nos cuenten milongas. Si somos tan
responsables, pues bastaría que solo nos dijesen lo que tenemos que hacer y
quitarían, dejando lo imprescindible y habitual, a la Guardia Civil, la Policía o el Ejército de las carreteras y de
las calles haciendo controles a todo el mundo para comprobar que se está
legalmente en ellas. Ja, quién nos vería. ¿Confinamiento respetable y
responsable? Tururú. Y a ver entonces de qué manera iban a hacernos tanto la
pelota y lisonjearnos con buenas palabras dulces como la miel desde las alturas
del poder, cuando, aparte, muchos de estos listos que nos piropean ni siquiera
cumplen con lo que dictan.
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