viernes, 24 de abril de 2020

¿HABRÁ CONTAGIOS EN EL SECTOR DE LA ALIMENTACIÓN?


Y sigo de cifras y números.
A los sanitarios de hospitales y personal que realiza su trabajo en esas instalaciones, desde hace tiempo, ya se le ha asignado un número, que crece día a día, de contagiados y fallecidos. Igual, a los farmacéuticos. Otro tanto, con fuerzas de seguridad. Más de lo mismo, con personal de las residencias de mayores. Ídem, con los trabajadores de ambulancias. Periodistas, artistas, escritores, científicos,… Ahora también lo piden los sindicatos para el personal de transporte.
Hay números para todo y para todos los gustos.
¡Ah, que no!-me dice la vocecita esa que me sulfura de vez en cuando desde dentro de mi cabeza hueca.
Pues no.
Desde el primer día que comenzó la pandemia, que no desde el primer momento en que se decretó el estado de alarma, hay otros trabajadores a los que nadie contabilizó. No sé si habrá intereses ocultos, cosa rara in extremis, o simplemente no tienen la categoría de los demás a los que sí se les tiene en cuenta día tras día para tan aciago recuento.
Me refiero al personal que trabaja en los tiendas de alimentación, desde la más pequeña hasta la mayor gran superficie que se haya mantenido abierta desde marzo.
Estos trabajadores, hasta hace bien poco en comparación con otros, no es que dispusiesen de poco material preventivo, es que carecía de medidas para evitar contagios, a excepción hecha de los manidos avisos de respetar la distancia correcta y lavar las manos. No fue, como norma general, hasta hace unos quince días, o menos, cuando se les empezó a proveer de material adecuado escaso para evitar contagiar y ser contagiados. Si antes podían o tenían modo de conseguirlo por su propia cuenta, muy bien; pero si no… Y a pesar de ello, en estas tiendas la gente entró y entra sin protección si así les parece, y tocan, se acercan, se cruzan, estornudan, charlan, se rozan, etc. con los trabajadores de la manera que mejor les parece, inconsciente  o temerariamente, pero con el consiguiente riesgo para la salud de unos y otros. Y los trabajadores a callar, qué remedio. No se van a poner a dar voces o reñir a los clientes. ¿Que ven cómo determinadas personas, y no pocas, no una o dos, van cinco, seis veces  a la tienda a comprar cada vez una chuminada con tal de salir? Pues poner mala cara es la único que pueden hacer, y eso si no les dicen nada en la empresa. Y a lo mejor, tal vez, quién sabe si para que además los critiquen o los pongan a parir. ¿Qué por qué se comportan algunos de manera tan fresca? Porque nadie controla a esos imbéciles. Y los trabajadores a aguantar y soportar en muchas ocasiones las salidas de tono de muchos de ellos. Las colas a la entrada de las superficies, aunque en la tele nos pongan los que convienen para enseñarnos lo correcta que es la gente, la mayoría de las veces no existen, al menos en  ciertos establecimientos de ciertas empresas. La capacidad máxima, el aforo, que debería mantenerse en esta situación se la saltan a la torera. “Ay, qué se me olvidaba esto, Ay, que me dejaba aquello, etc.”, y la gente se sigue cruzando y saltándose las normas mientras que los trabajadores soportan en ocasiones lo indecible. Cuando oigo cómo nos adulan con la responsabilidad que mostramos, me río, ya lo escribí en otras ocasiones. Hay gente que de esto nada, y hay gente que sigue haciéndolo porque le da la gana, porque a ver quién se cree que es el gobierno, o la Guardia Civil o la Policía, o que ellos son muy “gallos” y hacen lo que les sale de los…. Y sí, son media docena, pero esos son capaces de extender la enfermedad de forma exponencialmente grande como todos sabemos. Y esos se consideran y están por encima del bien y del mal. ¿Por qué? Porque se les permite. Que ya no me creo lo de que las fuerzas del orden no saben quién lo hace habitualmente, más en pueblos o villas pequeñas. Aunque estarán cansados de sancionar y encontrarse con los mismos mangantes al día siguiente de frente, como si nada. O sea, que me parecería lógico que funcionaran así, pasando. Total para las consecuencias que se van a derivar de su vigilancia.
Pues bien, toda esta gente que nos atendió en las distintas secciones, colocando en las estanterías o cobrando en cajas no existen para los números oficiales. Me encantaría que los sindicatos, las secciones de alimentación, se ocuparan para poner en valor el trabajo de esta gente. Que hicieran los cálculos necesarios para saber cuántos de ellos han sido contagiados y cuántos han fallecido.
Pero no. ¿Esta sección en concreto de alimentación? Bah, están liberados…de todo, hasta de velar por sus afiliados o conseguir que estas profesiones se dignifiquen en este caos como se merece. Por lo que se ve, también están en cuarentena…para lo que les interesa.
Solo cuentan determinadas profesiones, aquellas que interesa que la gente valore. O aquellas cuyos profesionales tienen suficiente coraje para plantarse y decir que también ellos están ahí, al pie del cañón. Y para eso están trabajando sus agrupaciones, sus colegios oficiales para que el mundo crea que sin ellos no viviríamos.
Y sí es de reconocer quiénes están más expuestos al covid19, pero también hay que reconocer el trabajo de todos los demás profesionales en estos momentos tan difíciles.
Me gustaría que los trabajadores de alimentación se pusieran en huelga motu proprio, todos, una semana. ¿Quién nos vería?


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