sábado, 17 de abril de 2010

FELISA (Capítulo 18 )

(De cómo surge la obra "In nome animalorum")

Puede extrañar que la nutria midiese con tanta exactitud la longitud desde las márgenes de las orillas hacia el interior y, en cambio, la dirección paralela al río, no. Pero, para quienes aún no hayan leído nada sobre este tema que podéis encontrar en las mejores bibliotecas universitarias del mundo, habéis de saber que las nutrias, desde tiempos inmemoriales, si no antes, sólo saben contar hasta quinientos trece y desconocen cualquier otro concepto matemático, a excepción del de kilómetro que consideran algo así como la distancia adecuada para recorrer antes de sentarse y descansar. Cuando llegan a quinientos trece, corren hacia un sitio u otro zigzagueando o en línea recta y calculan a ojo de buen cubero la distancia recorrida de acuerdo con las veces que se sentaron.

Este hecho fue constatado hace ya muchos años por el eminente profesor de Teología y Ecología, monje de monasterio de Mepierdoynomeencuentro, Noparoen Ninguns Itio de la Universidad Puntadelvicio de Centrolmonte que, después de profundas reflexiones y sueños celestiales en su celda, dieron origen a un libro muy leído por la ciomunidad científica internacional titulado "In nome animalorum" en el que explicaba cómo Dios le había hablado y le había dado a conocer la forma de medir las distancias que recorren los distintos animales salvajes que coexisten junto a nosotros, pero no revueltos, en su hábitat natural.
Parece ser que, según cuentan, una noche el Ser Supremo se le apareció en forma de vela y lo iluminó con su llama trémula, pero continua y fuerte. (No puedo dar fe de ello, pues no estaba presente porque había salido de cena con unos amigos con los que estaba pasando en aquel monasterio una semana, dentro de un plan financiado por el IEPVSE- Instituto Estatal Para Vacaciones de la Segunda Edad-, dedicado a la búsqueda de la paz interior, y regresé cuando el sol ya había salido; luego, me encontraba durmiendo como un Pepe- ¡qué manera de llamar a los Pepes dormilones! ¿No hay más nombres con tal cualidad?)
Al amanecer del día siguiente despertó a voces a toda la comunidad (yo no había llegado aún, ya que los monjes madrugaban la de Dios; ¡con deciros que a eso de las cinco de la mañana empezaban con sus susurros y rezos y no dejaban dormir a nadie!) y pidió rápidamente lápiz y pergaminos, mientras gritaba, a la manera de Martín Lutero u Obama muchos años después, que había tenido un sueño (pongamos los puntos sobre las íes, el sueño no fue el mismo) y Dios, el SS, el Ser Supremo, le había revelado algo de suma importancia para la Humanidad.
A lo largo de varios años se dedicó en cuerpo y alma a escribir un Códice con más de mil ciento cuatro folios y casi medio. hoy llamado Códice de Noparoen Ninguns Itio (tampoco fueron muy originales quienes así lo bautizaron) que actualmente se halla en manos de una orden supersecreta, que aún no se ha dado a conocer ni siquiera por el doctor D. Iker del Lobo y del Oso y Demás en su programa de variedades Miss Quattro Centenium, y que lo mantiene en paradero desconocido para el vulgo; pero, si nos atenemeos a sesudos ensayos escritos por personas entendidas que han publicado con la Editorial Planetarium, se encuentra en manos de brillantes científicos que se encargan de decodificar y descifrar lo que parece ser el lenguaje con el que el Ser Supremo creó a todos los animales y cosas, porque al ser humano ya sabemos que fue con arcilla y una costilla de arcilla.
Este ilustre monje, que fue nombrado Hijo Predilecto del monasterio por su aportación a la ciencia, hubiese sido merecedor del premio Nóbel de la Paz o de Las Letras, si se hubiesen inventado e instaurado estos premios en aquella época.
Y digo yo que cualquiera de ambos, porque son los que se suelen conceder por los jueces a cualquiera con cierto renombre, o echándolo a los dados, o en una noche con exceso de etílico en cualquiera de sus formas o por amiguismo, o por influencia de determinado señor de la guerra predicador de la paz, o por amiguismo o por un hoy por ti, mañana por mí. No obstante, si se hace necesario una decisión rauda sobre el galardón, porque ellos se hallen semicomatosos debido a la juerga o al empacho, entonces, para no perder más tiempo, el secretario o el botones se apresuran, con el fin de que el pabellón de los Nóbel siga bien alto, a conceder el premio a alguien con sentido, y es que a veces aciertan; por eso, últimamente, a estos cargos de confianza, próximos al magno y justo jurado, los miran con lupa para que no se les salgan ni de madre ni de padre.
Verdaderamente, otro tipo de Nóbel hubiese sido algo más difícil de justificar, pero uno de esos dos... , pues bueeeeeno, hubiese pasado más desapercibido.
Aun sin él, sus coetáneos le habían erigido una estatua en mitad del bosque, aunque casi nadie la reconocía al pasar ya que estaba casi iotalmente cubierta de cagadas de paloma, de cuervos, de golondrinas, de gorriones, de vencejos, de lechuzas... y un infinito etcétera de aves que peregrinaban allí, antes incluso del Camino de Santiago, para ofrecer su apestoso reconocimiento a tan prestigioso científico. La razón era la protesta de estas especies por no haber escrito nada, ni un renglón, sobre la distancia que recorría cada ave, de las cuales se había olvidado alegando en su prólogo que lo hacían dopadas y no eran dignas de un estudio tan sesudo como el que había realizado el Ser Supremo para las demás especies salvajes. En realidad, esta acusación gratuita se había demostrado falsa con el paso del tiempo, ya que se había constatado que el hecho de que volaran (el vuelo era una de las razones esgrimidas por tan portentoso investigador después de haber estudiado con meticulosidad un nuevo deporte, llamado ciclismo, en que también se vuela cuando quieren llegar a la meta) era debido a unas protuberancias laterales, a las que más adelante llamaron alas, que les nacían de forma absolutamente natural, sin que ello fuese causado por alteraciones de ninguna clase producidas por algún tipo de sustancia dopante.
Pero dejémonos del monje en cuestión, a pesar de que habéis de reconocer que su historia es sumamente importante para el desarrollo de los hechos principales en los que se envuelta Felisa, y volvamos a lo nuestro/vuestro/suyo, de ellos y de ellas.
Tengo que acabar el capítulo. Mañana sigo. Entretanto, disfrutad de lo que resta de sábado y no os olvidéis de echar una sonrisa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario