domingo, 22 de febrero de 2009

DESVELADO

Son las seis de la mañana. Asomado a la ventana de la cocina, la oscuridad de la noche sólo se ve amenazada por cuatro luces en otros tantos pisos en los que me imagino caras de sueño recién levantadas o recién llegadas de una noche de celebración "antroxera".
Miro al cielo seminublado sin ser aún capaz de recordar el sueño que hizo que me despertara hace poco más de media hora y no me dejó dormir ni un minuto más.
No es la primera vez, ni tampoco será la última, pero es frustrante no tener algo a quien echar la culpa del desvelo. Y ahora, delante del ordenador, me desfogo pulsando las teclas y escribiendo un texto que tal vez acabe inconexo y sin sentido, por el mero hecho de haberme olvidado del puto sueño.
Y, para más inri, tengo ante mis ojos una revista a la que no miro ni la fecha de publicación porque todas traen lo mismo desde hace unos meses: crisis en la parte superior, y corrupción en la de abajo; aunque tanto monta, monta tanto...El caso es que, como esta clase de noticias son el pan nuestro de cada día, ya no hacen mella en nadie. Sale uno por la calle o charlas con los amigos y no oyes absolutamente nada de ello; es como si todos lo hubiéramos soñado, a mí me sucedió hace unos minutos, y de repente se hubiese esfumado esa realidad, ya sea tangible o virtual.
Hemos creado a nuestro alrededor una especie de capa invisible protectora que nos hace impermeables a todas esas frases-anuncios-críticas-salidas de tono apocalípticas de los políticos con las que día tras día nos bombardean desde cualquier medio, a los que la objetividad les importa un pito, porque cada uno de ellos dispara en la dirección que le mandan.
Y, claro, a excepción de cuatro idiotas, la gente no es tonta, sabe bien a las claras que todos esos medios tienen razón: los que disparan contra la derecha y los que disparan contra la izquierda, los que disparan al centro o hacia arriba o hacia abajo, ¡qué más da! A su manera, saben lo que dicen y por qué lo dicen, y saben lo qué callan y por qué lo callan.
Y digo que la gente no es tonta, porque no hay un solo ciudadano, a excepción de los cuatro idiotas anteriores, que ponga la mano en el fuego por ninguno de ellos: ni por los grandes hacedores, benefactores y salvadores (léase políticos), ni por los grandes canales de comunicación responsables de contarnos los que hacen los primeros.
Que ustedes lo pasen bien.
Buen día.

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