Las fiestas durante este
mes de agosto amenazan con ahogar a cualquier ciudadano que intenta encontrar
una más folixera que las demás o con
más tradición o con más actuaciones, o simplemente aquella en la que la
orquesta que toque durante la verbena tenga un nombre que anime a desplazarse
equis número de kilómetros para oírla, aunque haya que aparcar en la Conchinchina.
Hay fiestas y celebraciones de todo tipo y uno se vuelve loco para encontrar a
cual ir. O por el contrario, como es mi caso, encontrar un lugar donde no haya
ninguna y se pueda pasear con tranquilidad. A veces, muchas veces diría yo,
aunque quiero creer que somos más de uno, intentamos colarnos por entre todo este batiburrillo
de festejos locales, trazar una senda que nos lleve en línea más o menos recta,
o aunque sea en un zigzag bien enrevesado, a algún otro lugar donde gocen de la
paz de un día de verano sin fanfarrias ni voladores ni sesiones vermut ni
procesiones. Y es posible que la haya, pero, coime, aún no la encontré. Vaya donde
vaya, he de pasar por narices por algún sitio donde se celebra San o Santa lo
que sea, o la Virgen de algo o la feria de no sé qué. No me quedaría, pues, más
remedio que echarle la culpa a mi falta
de planificación, pero como uno es muy suyo y admitir los propios errores no
está bien visto, pues yo se la echo siempre al GPS del coche.Y así una y otra y otra vez, ya que alguien tiene que
pagar por ello, y el artefacto dichoso no protesta o al menos no se le hace caso. Otros se disculpan con medidas de seguridad de un imputado o en
la amistad de hace muchos años, aunque tampoco se lo crea nadie. No obstante, ni yo ni el otro dimitimos y
dejamos los planes y las cosas en manos de otros que sean más serios a la hora
de actuar, sino que volvemos erre que erre a lo mismo. Y así nos va, yo
intentando encontrar un sitio tranquilo y él escondido entre sus disculpas, culpando de sus cuitas a los demás que lo único que buscan, según él, es embrollarlo todo.
Pero los dos nos equivocamos y lo peor es que lo sabemos. Ya sabéis lo que dicen: sostenella y no enmendalla.
Sigan disfrutando, que el verano está entrando en las últimas. No obstante, la sonrisa siempre a punto, haga sol o llueva a cántaros.
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