sábado, 16 de abril de 2016

CIUDADES AMIGAS DE LA INFANCIA


De hace un tiempo a esta parte, me he venido fijando en distintos lugares y en noticias de la prensa que hay muchos ayuntamientos que, o bien ya lo son o están en trámites para ello, se han declarado como Ciudades Amigas de la Infancia. Me causó verdadero estupor que se haya inventado por algún organismo supranacional tal distintivo. No sé si con ellos quieren dictaminar que aquellos lugares que no posean tal marca de identidad son enemigos de los infantes, porque por el título tal lo parece. ¿Acaso, hasta que se declaren Amigas de la Infancia, esas ciudades han estado cometiendo barbaridades de todo tipo y atrocidades de cualquier ralea contra los niños?

Me da la impresión de que, con tal de parecer o aparentar que se están dando pasos hacia una mejora de las medidas y circunstancias vitales de los críos en las villas y ciudades, a lo único que se llega es a que los políticos se empapicen autoproclamándose defensores de los derechos del niño a través de ese emblema. Porque, vamos a ver, ¿quién va a hacer un seguimiento de que se adoptan determinadas decisiones que de verdad persiguen como fin último que a los niños se les ha de dar todo cuanto se pueda para lograr para ellos la mayor felicidad, alegría, educación, cariño… posibles? ¿Pero es que hasta ahora no se estaba haciendo ya, o es que nuestras autoridades pasaban olímpicamente de estas personitas que son nuestro futuro? ¿Es posible que haya localidades Enemigas de la Infancia?

A veces, los títulos de cualquier clase, esos eslóganes que nos venden como si fuesen el súmmum de la responsabilidad, se quedan solo en palabras que se lleva el viento. Ejemplos los hay a montones en nuestra sociedad. 

No me quiero imaginar que una villa ,por el mero hecho de no poseer el título de Amiga de la Infancia, desprecie a nuestros chiquillos. Y tampoco me creo que otra, por tenerlo, vaya a ser mejor para nuestros pequeños.

Que se dejen de titulitos y se pongan a trabajar, sin esperar a que se lo admita el Comité Español de la Unicef ni ningún otro organismo por rimbombante que suene su nombre. A fin de cuentas, los resultados los van a evaluar cada cuatro años los ciudadanos, que serán los que aprueben o no las disposiciones practicadas en bien de la infancia.

 

Mientras, no se olviden de mantener la sonrisa, más aún cuando existen hoy en día tantísimos niños necesitados de ella y puede ayudarlos a esbozar alguna, aunque solo sea por empatía.  

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