Que nadie se llame a
andanas, que el panorama gubernamental español sigue atascado porque así lo
decidimos los ciudadanos. Mientras sigan los mismos cuatro líderes políticos de
los cuatro grandes partidos, aunque a los minoritarios no deberíamos tampoco
olvidarlos, el asunto seguirá condenado a la ineficacia más absoluta. En abril,
en uno de mis artículos en este blog, comentaba que esas personas que se
autoproclaman el no va más y que han colocado sus partidos como candidatos a la
Presidencia “son de una medianía
abrumadora y de una ineficacia desilusionadora a la hora de intentar formar un
gobierno, por lo cual deberían ser sustituidos más pronto que tarde, ya.”
Pues bien, tanto ellos como aquellos que se hallan a su alrededor acaparando
sillones con poder político, económico o simplemente por figurar no se bajan de
la burra, no les interesa, tienen miedo a quedar tirados en el barro y no tener
donde caerse muertos. Los hay que se han eternizado en sus cargos y hoy son
poco menos que fósiles, hasta el punto que no recuerdan ni siquiera cómo llegaron
a él, desde dónde lo hicieron, qué ideas defendían entonces o cuáles eran sus
objetivos para con los españoles. ¿A dónde irían hoy a dormitar y seguir
vegetando si los mandasen a tomar vientos? Así que lo único que les queda es
defender a su paladín a capa y espada para no perder sus prebendas. Pero los
españoles no tenemos por qué aguantar semejante tortura, y lo vimos y veremos
próximamente: la abstención fue mayor en las elecciones de junio y, si las
hubiese en diciembre, aún sería superior. Es decir, estamos más que hartos de
que cuatro aprovechados quieran seguir tomándonos el pelo a ojos vistos. ¿Acaso
esos partidos no tienen un repuesto para colocar como número uno que tenga un
dedo de frente y algo de sentido común? Porque si ninguno dispusiese de él,
entonces más les vale dejarse llevar cuesta abajo, tocar fondo, renovar sus
mandos e intentar renacer de nuevo, mientras aún permanezcan en el recuerdo de
los votantes. Porque sí es verdad que hay que sacar adelante a España, pero con
estos ejemplares números uno continuaremos en el muladar de la vergüenza a
nivel europeo y mundial. Y lo peor, los españoles lo estamos consintiendo. Es decir,
todos nosotros seremos culpables.
Ha entrado el
otoño y el monte se viste de tal colorido que la sonrisa no puede dejar de
asomársenos a la cara. Disfruten de ello.
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