Hace
ya varias semanas que la desaparición de Diana Quer llena las páginas de la prensa y las horas de
distintas programaciones de radio y televisión. Esta chica desapareció de
buenas a primeras una noche y hasta hoy no se ha vuelto a saber nada de ella.
No hay razones conocidas y los agentes de la ley andan locos detrás de los
motivos que han llevado a ello y de su paradero. A cuenta del suceso, se ha
estado intentando diseccionar la vida, no de ella solamente, sino de su familia y amistades:
que si padres separados, que si las chicas vivían con su madre, pero ahora el juez
ha decidido que la pequeña, la que aún saben dónde está, pase a depender del
padre, que si las chicas no querían estar con la madre, que si esta ha recurrido
la decisión judicial, que si viven en una barrio de la élite madrileña, que si
entre sus amigos y conocidos están fulanito y fulanita de tal y cual, que si tenía no sé cuantas amigas que cuentan que era una chica maravillosa, que si sus mensajes de móvil y whasapps eran así o asá, que si
dimes que si diretes. No sé si tendrá algo que ver todo ello con la desaparición
de Diana, pero sigue llenando hojas de periódicos y tertulias de radio y televisión.
Increíble la cobertura mediática que ha alcanzado este hecho.
Lo
que más me choca de todo es que al cabo del año se suceden en España miles de
desapariciones y no se dan estas respuestas por parte de los medios. Si cuadra,
un día o dos, y luego todo queda en el olvido informativo, a excepción de tras
o cuatro casos con más o menos morbo. En cambio, lo de esta chica ya pasa de castaño
oscuro. No digo que haya que dejar de buscarla ni nada por el estilo, pero me
pregunto unas cuantas veces al día, tantas como siento hablar o veo escrito
noticias sobre el asunto, qué influencias tienen en esa familia como para que
se haya desarrollado tal búsqueda que hasta el ministro del interior sale al
paso con declaraciones sobre ello.
El
pasado viernes, en un programa de radio matinal, a eso de las doce, invitaban a
los radioyentes a que preguntasen al “hombre del tiempo” por las condiciones
climatológicas previstas para el fin de semana de cara a realizar algún tipo de
actividades más o menos interesantes. Así surgieron preguntas sobre una carrera
en Zaragoza, un viaje a una ciudad mesetaria con fines culturales y cosas así. De
todo cabía en esta viña que llaman del Señor. Pero una de las preguntas era de
un joven, creo que de Madrid, que se interesaba por el tiempo en la zona de
Baiona y Vigo porque tenía pensado unirse, como ya había hecho en otras ocasiones,
al grupo de personas que llevaba buscando a un chico desaparecido en la zona
desde el veinticinco de agosto. No sé si los medios gallegos se habrían hecho o
no eco de ello. Quiero suponer que sí. Pero de ahí a que toda España estuviese
pendiente de su localización como hacen ahora con Diana va un abismo. Se
quejaba el rapaz madrileño de que se necesitaba ayuda de parte de la policía,
guardia civil, de la Xunta e incluso del Estado. Pero claro, seguro que la
familia de ese chico de casi dos metros, como lo describía el preguntador del
tiempo, no tiene las influencias ni amistades que poseen la de Diana Quer. Espero
que aparezcan ambos, junto con el resto de miles de los que se desconoce su
paradero. Pero sobre todo, espero que las noticias sobre estos asuntos tengan su
grado de moderación o de urgencia sin tener en cuenta a las familias. La
tristeza y la angustia por la desaparición extraña y sin explicación de un ser
querido es la misma en una familia de la élite que en la de un arrabal. Quién sabe,
a lo mejor es que determinados medios y personas eso no lo entienden así, pero
es que entonces ni son medios ni son personas. Son basura.
Que
ustedes sigan bien y disfruten del inicio del otoño con una sonrisa. ¡Ah, y que
aparezcan pronto, todos!
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