martes, 22 de agosto de 2017

PALABRAS HUECAS


Vaya por delante mi sentimiento de aflicción y condolencia hacia todas las personas que de una u otra manera se han visto afectadas por estos irracionales atentados en Cataluña y por otro lado mi sentimiento de náusea y repulsa más profundo ante tal salvajada.
En este momento, según dicen, las pesquisas y el resultado de la investigación se han cerrado. Los culpables, muertos o encarcelados. Bueno, presuntos, que no se me olvide el adjetivo. Los heridos evolucionando bien, dentro de la máxima gravedad de varios, aunque se siga temiendo por la vida de algunos. Se han identificado todas las víctimas. Todos los políticos se han unido en la condena de la barbarie de unos locos. Condecoraciones para todas las fuerzas de seguridad catalanas; ni la Guardia Civil, ni la Policía Nacional ni Servicios de Inteligencia del Estado ni nada que suene a España tuvieron nada que ver con las investigaciones, por lo visto. Es más, hubo muertos, entre otros, catalanes y españoles, que hay que distinguir, eh, que tampoco se olvide. ¡Hay que ser l…! Porque mira por dónde, si los datos que lei en un diario digital son ciertos, Moussa Oukabir era natural de Ripoll, es decir, este terrorista era, pues catalán, no español.¡Anda, que os den! Sacar a colación en momentos así las futuras aspiraciones políticas catalanas es, al menos, un perfecto desatino y de una mezquindad absoluta.
Estas últimas jornadas y los que vienen, lo habitual: tocan minutos de silencio, manifestaciones, aplausos a las víctimas, muestras de apoyo y de solidaridad, gritos de que no se tiene miedo- no us ten por, no tinc por-, no al terrorismo, no en mi nombre, flores, velas y altares improvisados, etc.
Mucho ruido y pocas nueces. Cuestión de pocos días y luego serán solo aniversarios donde los familiares de los muertos o heridos acudirán, pero la gente de la calle, con pequeñas salvedades, irá poco a poco olvidando a fuerza de tener que continuar con su propia existencia. Hasta que otra atrocidad semejante haga saltar nuevamente a la sociedad en nuestro país o en cualquier otro lugar de Europa. Y digo bien, de Europa. Cuando estas cosas suceden en un país africano o asiático, la noticia es noticia durante un par de minutos un par de días y tal parece que no haya acontecido nada raro, que las brutalidades yihadistas en esas zonas no tienen relevancia. Nadie se extraña, nadie se rasga las vestiduras. Al carajo la solidaridad y las buenas palabras. ¿Qué queréis? Cuestión de hipocresía.
A mí, cuando la gente grita ahora, hoy, por la calle lo de que no us ten por, es decir, que no tienen miedo, a mí me da repelús. Yo sí lo tengo y como yo muchísima gente, por más que se nos intenten contar historias absurdas de “valientes” que salen a la calle una vez que ha pasado el peligro. Porque cuando los ciudadanos vieron a los terroristas, echaron a correr en su gran mayoría, si no todos, huyendo y escondiéndose donde fuera. Como lo haría yo. A ver quién coño se enfrenta a ellos. Y ahora no us ten por…¡Ja!
Dicen que los cementerios están llenos de valientes, por lo menos de muchísimos de ellos. Es decir, los cobardes, los que sobrevivieron, son los que cambiaron el mundo quedándose, aguantando y esperando el momento propicio. A esos valientes del camposanto se les erige un monumento y se acabó. Pero cuando los “valientes” lo son de pacotilla, esos me repatean, porque por lo general son los que buscan algún tipo de reconocimiento que no se merecen. Normalmente, suelen ser los primeros en esconder la cabeza bajo tierra para poder defenderse diciendo que ellos no vieron nada.
No obstante, los cobardes que quedamos ya estamos tardando demasiado en aplicar fórmulas para acabar con estos movimientos terroristas. Bueno, los cobardes no, los que nos representan han de ser quienes deben coger el toro por los cuernos, que, entre otras cosas, para eso han sido elegidos. Pero, en vez de eso, se quedan, nos quedamos, en la palabrería hueca al amparo de pactos, conferencias, acuerdos, reuniones, etc. que saltan por los aires cuando nos enfrentamos a un nuevo atentado.
Mucho me temo que lo que verdaderamente importe en todo este asunto sea la economía más que el concepto radicalizado de religión que determinadas personas entienden como único. Y si no, repasen quiénes son los países que financian las luchas de religión entre los mismos árabes y fíjense en sus relaciones financieras con el mundo occidental. Verán qué sorpresa.
 
A seguir bien, que la vida continúa y siempre es mejor disponer de la sonrisa presta.
 

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