Vaya por delante mi sentimiento de
aflicción y condolencia hacia todas las personas que de una u otra manera se
han visto afectadas por estos irracionales atentados en Cataluña y por otro
lado mi sentimiento de náusea y repulsa más profundo ante tal salvajada.
En este momento, según dicen, las pesquisas
y el resultado de la investigación se han cerrado. Los culpables, muertos o
encarcelados. Bueno, presuntos, que no se me olvide el adjetivo. Los heridos
evolucionando bien, dentro de la máxima gravedad de varios, aunque se siga
temiendo por la vida de algunos. Se han identificado todas las víctimas. Todos
los políticos se han unido en la condena de la barbarie de unos locos. Condecoraciones
para todas las fuerzas de seguridad catalanas; ni la Guardia Civil, ni la Policía
Nacional ni Servicios de Inteligencia del Estado ni nada que suene a España
tuvieron nada que ver con las investigaciones, por lo visto. Es más, hubo
muertos, entre otros, catalanes y españoles, que hay que distinguir, eh, que
tampoco se olvide. ¡Hay que ser l…! Porque mira por dónde, si los datos que lei en un diario digital son ciertos, Moussa Oukabir era natural de Ripoll, es decir, este terrorista era, pues catalán, no español.¡Anda, que os den! Sacar a colación en momentos así las futuras aspiraciones políticas catalanas es, al menos, un perfecto desatino y de una mezquindad absoluta.
Estas últimas jornadas y los que vienen, lo
habitual: tocan minutos de silencio, manifestaciones, aplausos a las víctimas,
muestras de apoyo y de solidaridad, gritos de que no se tiene miedo- no us ten por, no tinc por-, no al terrorismo, no en mi nombre, flores, velas y altares improvisados, etc.
Mucho ruido y pocas nueces. Cuestión de pocos
días y luego serán solo aniversarios donde los familiares de los muertos o
heridos acudirán, pero la gente de la calle, con pequeñas salvedades, irá poco
a poco olvidando a fuerza de tener que continuar con su propia existencia.
Hasta que otra atrocidad semejante haga saltar nuevamente a la sociedad en
nuestro país o en cualquier otro lugar de Europa. Y digo bien, de Europa.
Cuando estas cosas suceden en un país africano o asiático, la noticia es
noticia durante un par de minutos un par de días y tal parece que no haya
acontecido nada raro, que las brutalidades yihadistas en esas zonas no tienen
relevancia. Nadie se extraña, nadie se rasga las vestiduras. Al carajo la
solidaridad y las buenas palabras. ¿Qué queréis? Cuestión de hipocresía.
A mí, cuando la gente grita ahora, hoy, por
la calle lo de que no us ten por, es
decir, que no tienen miedo, a mí me da repelús. Yo sí lo tengo y como yo
muchísima gente, por más que se nos intenten contar historias absurdas de “valientes”
que salen a la calle una vez que ha pasado el peligro. Porque cuando los
ciudadanos vieron a los terroristas, echaron a correr en su gran mayoría, si no todos, huyendo y escondiéndose
donde fuera. Como lo haría yo. A ver quién coño se enfrenta a ellos. Y ahora no us ten por…¡Ja!
Dicen que los cementerios están llenos de
valientes, por lo menos de muchísimos de ellos. Es decir, los cobardes, los que sobrevivieron, son los que cambiaron
el mundo quedándose, aguantando y esperando el momento propicio. A esos
valientes del camposanto se les erige un monumento y se acabó. Pero cuando los “valientes”
lo son de pacotilla, esos me repatean, porque por lo general son los que buscan
algún tipo de reconocimiento que no se merecen. Normalmente, suelen ser los
primeros en esconder la cabeza bajo tierra para poder defenderse diciendo que
ellos no vieron nada.
No obstante, los cobardes que quedamos ya
estamos tardando demasiado en aplicar fórmulas para acabar con estos
movimientos terroristas. Bueno, los cobardes no, los que nos representan han de
ser quienes deben coger el toro por los cuernos, que, entre otras cosas, para eso han sido elegidos. Pero, en vez de eso, se quedan, nos
quedamos, en la palabrería hueca al amparo de pactos, conferencias, acuerdos,
reuniones, etc. que saltan por los aires cuando nos enfrentamos a un nuevo
atentado.
Mucho me temo que lo que verdaderamente
importe en todo este asunto sea la economía más que el concepto radicalizado de religión que determinadas personas entienden como único. Y si no,
repasen quiénes son los países que financian las luchas de religión entre los
mismos árabes y fíjense en sus relaciones financieras con el mundo occidental.
Verán qué sorpresa.
A seguir bien, que la vida continúa
y siempre es mejor disponer de la sonrisa presta.
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