lunes, 25 de septiembre de 2017

(IN)DEPENDENCIA, QUE "LA PELA ES LA PELA"


Hace tiempo que no me acerco a este blog. Desde la última vez, otras obligaciones por un lado y de otro el hastío que me producen lagunas de las situaciones por la que atraviesa nuestra sociedad me han llevado a no intentar ni siquiera dar una opinión razonable, mostrar mi parecer, ante semejantes desatinos.

No obstante, hoy, después de haber rumiado durante todo el fin de semana la coyuntura que se vive en Cataluña y el resto de España, no me he podido aguantar.

El estado en que está inmersa esta Comunidad en estos momentos da para un libro, para un buen volumen de tropecientas páginas, sabiendo que como colofón se llegará a la conclusión de que nadie entiende nada si uno se detiene solo un momento a analizar los hechos que nos han llevado a todos, no solo a los catalanes, a esta tesitura: independencia sí o sí, independencia no o no. Dos posturas radicalizadas al amparo, según unos y otros, de la ley, la que a cada cual le conviene. No digo yo que la Constitución española no sea la base por la que se tienen que regir todos los españoles, y hasta ahora a Cataluña así le constaba y bien que se aprovecharon de ella a lo largo de los últimos cuarenta años, pero también es verdad que, después de tanto tiempo, los sucesivos gobiernos que dirigieron este país no han mostrado un interés excesivo, a excepción de las promesas electorales de todos los años incumplidas una vez sí y otra también, en ir cambiando, modificando o desarrollando artículos que iban quedando obsoletos.

En base a ello, ahora el gobierno de la Generalitat se ha empeñado en seguir adelante con una pretensión que viene de lejos, y que sacaban a relucir siempre como un mantra si no se les daba más financiación, y se han lanzado al vacío en busca de una independencia sustentada por una parte de votantes catalanes a los que han echado a reivindicar el sí en la calle, a la espera de que algún alma caritativa les ponga una red ante el posible trompazo que se puedan dar. La culpa es de Rajoy, dicen. Pero desde el otro lado, con todos los medios habilitados puestos a su disposición- tribunales, jueces, fiscales, agentes, etc.-, no están dispuestos a ser los paganinis de tal embrollo y se despachan a gusto contra los que intentan la secesión de un territorio que además, de lograrlo, sería el germen de otros movimientos en otros lugares del Estado español. Por lo tanto, la culpa es de Puigdemont.

Y así, ante las medidas adoptadas por unos, se les contesta con otras que intentan despachar a las primeras de un plumazo; ante detenciones o multas por organizar algo ilegal, se disuelve el  ente investigado y así ya no hay condenas, multas ni responsabilidad; ante manifestaciones pacíficas apabullantes que alteran- les guste o no- la vida de una ciudad o de varias, nadie hace nada, porque cualquier movimiento que pueda encender una chispa de violencia sería mal interpretada por el contrario para tachar al responsable de violento y autoritario; ante las leyes de unos enfrentan las de los otros, con lo cual todos tienen, o dicen tener, la razón; y ante semejante lío, en España, sin obviar Cataluña, no puede eludirse el pensamiento de que esto pueda acabar mal.

No sería raro ver el domingo altercados, si las urnas se colocan y asisten a votar miles de ciudadanos. ¿Con qué decisión los agentes van a retirar, por más orden judicial que exista, una urna a un lugar donde hay varios cientos de personas que pueden intentar que las fuerzas de seguridad les dejen votar? ¿Acaso van a emplear la fuerza para ello? ¿Se van a arriesgar a que se les tache de generar una violencia física que hasta ahora, con mínimas excepciones y,como dicen, sin llegar la sangre al río, no ha existido?

No sé, me quedan muchas cosas en el tintero abierto en mi cabeza sobre esta situación, pero valdrá más dejarlo. A fin de cuentas, no me sirve cargar con las culpas a uno o a otro, ya que, a mi entender, llevan años esperando unos y otros a que las circunstancias fuesen las que son para hacerse ver y demostrar que son unos gallitos. Nunca intentaron, ni unos ni otros, llegar a una postura consensuada sobre el futuro de España, de sus Comunidades, de su inserción real en un Estado que todos sientan de todos. Lo único que negociaron siempre fue alrededor del dinero y es que “la pela es la pela”. A fin de cuentas, esta es la razón principal de todo lo que está sucediendo.

Sigan ustedes bien, tómenselo con calma y no pierdan la sonrisa.

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