No sé ni cómo comenzar. Esto de empezar un
nuevo año con los mismos síntomas y deseos que el anterior no es nada original. Desde hace un tiempo y la memoria me lo permite, cada día menos, los afanes y las promesas de cada uno de enero
suelen ser los mismos. Y se cumplen, cuando se cumplen, o sea, casi nunca, aunque con alguna que otra satisfacción uno se deleite . No
hay nadie que sea capaz de adivinar el futuro, por más magos y augures que
presuman de ello. Las cosas vienen y van sin que podamos hacer casi nada o nada en absoluto para
evitarlas. Tal vez nos imaginemos que somos cuasi dioses y haciendo esto o
aquello podamos resolver problemas que se nos presentan ante los ojos y habrían
de tener solución si participásemos en esto o en aquello, si pusiésemos de
nuestra parte uno o lo otro. Pero no, no seamos engreídos.
Así que lo más apetecible es dejarse llevar
y, cuando te encuentres envuelto en un lío, buscar la manera más positiva de
salir de él. Pero no te quemes pensando qué podrías haberlo hecho mejor para
que no llegase. Siempre llegan, siempre se te descubren cuando no lo esperas,
cuando consideras que no hay nada capaz de hacerte cambiar, cuando crees que
todo va todo sobre ruedas y tú circulas por tu derecha con total cautela y
todos los sentidos puestos en el asfalto. Es mentira, ese asfalto a veces se
rompe, se agrieta, te manda fuera, aunque sólo sean unos metros y te ves
obligado a modificar esa línea recta que habías trazado al subirte a ese tren,
a ese coche, a esa vida que imaginabas como la más derecha hacia tu meta.
No, nada es como uno piensa. Puedes
suponerlo, hacer planes para ello, pero siempre puede hacer acto de presencia algo
que te tuerce las expectativas. Por eso, no hay nada más importante que saberse
capaz de modificar la dirección de tu vida cuando un obstáculo se te
interponga, amoldarte a cada situación, no desesperarse ante una vicisitud que
no has podido adivinar, porque nadie puede hacerlo.
Es decir, aprovecha el tiempo, disfruta y sonríe
todo cuanto puedas mientras puedas porque es la manera de vivir la vida.
Y justamente esto es lo que pienso hacer
durante el presente año y todos cuantos sigan. Mientras las fuerzas aguanten,
el cuerpo lo soporte y me lo permitan quienes me rodean, claro, el tronco sobre
el que afianzo mi confianza y mis ganas de seguir así, sin estridencias ni
oropeles, casi en el anonimato, simplemente rodeado de aquellos que me quieren
y entienden que soy como soy.
Sean felices y disfruten del
nuevo 2018.
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