El dios podemista y su compañera en el
Olimpo de esos dioses de mercado anticapitalista se hicieron un lío. O no tanto
si pensamos que tal vez desde hace unos meses ven que su tiempo se acaba, tiran
por la calle de en medio, se aburguesan y dejan con el culo al aire a sus
camaradas en el resto de España. Tanto criticar la compra a Guindos por algo
semejante y resulta que va él, y ella, y se permiten el lujo de comprar un
pequeño chalet, baratito, eso sí, de unos seiscientos mil euros. Total, una
minucia.
Ah, que ya han proclamado a los cuatro
vientos que con una hipoteca, como todo hijo de vecino. Sí, porque, total, más
de medio millón de euros pagando una bagatela de ochocientos al mes cada uno en
treinta años, se lo permite cualquier trabajador de esos a los que ellos dicen
defender. Lo que pasa con todo esto es que una cosa es predicar y otra dar
trigo. Ellos predican, trigo no dan, pero la cosecha, por lo visto, la piensan
recoger.
Anda tú, que se han lucido ambos. Desde el
famoso congreso de Vistalegre en el que lo eligieron líder de Podemos, no paró
de dar palos de ciego y de poner palos en las ruedas de los demás hasta acabar
en un descenso galopante de votos. Mira que, hace unos años, había surgido la
figura de Iglesias, y demás, no lo olvidemos, como la de un joven, y jóvenes,
con nuevas ideas que podía ser capaz de cambiar las cosas en este país,
aglutinando a su alrededor millones de votos de españoles confiados en sus
palabras. Pero, ya ves, resulta que se ha convertido en otro más de la misma
ralea que él criticó y aún sigue criticando, después de enterrar o casi a
quienes con un poco más de cordura intentaron que no hiciese el ridículo desde
aquel nefasto día a hoy.
Mejor
estaba calladito, desaparecido de la vida política y pública y se iba a su chalet
a limpiar la piscina para el verano y a preparar las cunas de sus dos gemelos,
en vez de mandar al carajo con esta decisión, por muy loable y defendible que
lo intenten explicar, a todos sus compañeros que aún creen en un modelo de
sociedad distinta, no sé si mejor o no, allá cada cual. Aunque, claro, si se
va, cómo van a pagar la hipoteca. O sea, que los tendremos para rato, aunque
estén en segunda fila o colocados en algún despachito de esos que ellos tanto
criticaron a los demás. ¡Qué pena de ideas despachadas de un plumazo por quien
aún hoy se cree un dios!
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