martes, 22 de enero de 2019

GRIPE


Ahí tirada, desfallecida,
como una muñeca de trapo
arrojada sin ton ni son sobre la cama,
con tu sonrisa cercenada por la calentura,
por la brutal gripe que asuela tu cuerpo,
sin ganas ni de recibir mis besos de lobito;
con tus ojos apagados y llorosos
que miran fijamente sin ver ni verme;
con tus labios entreabiertos resecos,
anhelantes por una gota de agua fresca
que alivie tus ansias de jugar;
con tus manos quietas y laxas,
ni tan siquiera con la fuerza necesaria
para agitarlas en un gesto de fastidio
ante el nefasto virus que quiebra,
¡maldita sea su estampa!,
tu alegría, tu voz, tu sonrisa.
Y ante ti, triste y compungido,
como un desdichado huérfano de amor,
de caricias, besos y dulzura,
abatido por los embates del tiempo,
añoso, cano y arrugado
postrado a tu lado en oración,
me hallo sin saber qué hacer,
a no ser rogar al cielo
con palabras musicales, mas extrañas,
de tus/mis cuentos mágicos,
que me devuelva la felicidad,
el alborozo, la salud de esa niña
que hace latir el corazón
de este abuelo apesadumbrado
al que ella bautizó no hace mucho
con la palabra precisa y atinada,
al que con acierto y cariño
definió como “gastado”.

(Escrito entre el doce y el catorce de enero de 2019)

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