lunes, 6 de enero de 2020

SEGUIREMOS QUEDANDO ATRÁS


Después de dos sesiones de cuasi circo en el Congreso de los Diputados, donde se habló poco de política de cara a afrontar los próximos años y mucho de broncas, insultos y desafíos hasta el punto de avergonzar a una gran mayoría de españoles que pudieron seguir en directo tal batiburrillo, el presidente en funciones, Pedro Sánchez, se enfrentará mañana al acto de ser elegido como tal, con pleno derecho, o volver a sacar de la chistera unas nuevas elecciones.
Aunque parezca claro, a raíz de la primera votación celebrada ayer, que lo conseguirá por escaso margen y sin mayoría absoluta, aún restan algunas dudas que solventar y que no quedarán dilucidadas hasta el final de la votación próxima. El escaso margen de dos votos que lo separa de alcanzar sus objetivos no parece que se vaya a derrumbar, pero en la conciencia de alguno de los diputados puede arraigar durante el día de hoy la sospecha de si las alianzas establecidas por el equipo de Sánchez no irán poco a poco arruinando cada vez más a unas Comunidades Autónomas en favor de otras que durante las últimas décadas, gracias a partidos regionalistas o independentistas fuertes, que se convirtieron en imprescindibles para la gobernabilidad de España, han ido consiguiendo más y más, recortando los bienes a aquellas donde las agrupaciones son meros apéndices de la sede central de su partido en Madrid.
Y no es una afirmación baladí, es una situación fácilmente constatable en cuanto nos fijamos en todos los aspectos de la vida pública de cada uno de ellas: educación, sanidad, infraestructuras, ayudas a la industria, pesca, impuestos, abandono y vacío del medio rural, trabajo, etc. No es opinable que médicos, maestros, profesores cobren menos en Asturias que en otras Comunidades, por lo cual o no vienen o se van; que las carreteras sean una cochambre, que la única autopista de entrada desde la Meseta sea de pago hasta el 2050 y suban los aranceles para transitarla, mientras otras privadas se han rescatado a precio de oro o se les ha rebajado el peaje en algunas públicas o eliminado; que el ferrocarril sea del siglo XIX y el AVE siga sin alas; que las industrias electrointensivas paguen más en esta Comunidad que en otras debido a acuerdos del gobierno centralista con aquellos que necesitó para seguir en el sillón del poder; que el carbón desaparezca, y con él centrales de producción eléctrica, y no haya planes reales de activar las comarcas (reales, digo, no gastar dinero como ya se derrochó hace unos años en tonterías); que el medio rural, agricultura y ganadería, cada día vaya a menos sin ayudas fiscales, de comunicación, de nuevas tecnologías, de apoyo a quienes decidan quedar y trabajar en él; que las cuotas de pesca se rebajen a mínimos o se van, en base a los mismos acuerdos de gobierno, a otras comunidades mientras los asturianos se quedan con migajas, etc., etc., y así sucesivamente.
En sueldos de cargos políticos, sí, ahí no hay problema de dinero, ni en instituciones-chanchullo donde colocar a los palmeros de turno. Hace más de cincuenta años le dijeron a un amigo que vivía y trabajaba en Bruselas, que Asturias quedaría reducida a una gran reserva natural poblada por animales más o menos salvajes y apta para hacer safaris, mientras que su población habría desaparecido casi en su totalidad. Y, a la vista del camino que siguen en Madrid y que aplauden los políticos asturianos, va a acabar siendo verdad. ¡Qué pena que no haya un partido en Asturias que defienda primero a esta Comunidad, después a Asturias y por último a Asturias otra vez! Sí, porque para defender otras opciones ya existen otros partidos en distintas comunidades españolas que piden primero para ellas, mientras que aquí continuamos con marionetas que se mueven a la orden del titiritero de turno. Como sucedió y sucede hasta ahora.


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