Y seguimos en España con la covid19 a
vueltas. Y lo que te rondaré, morena.
Nos cuentan que si hay rebrotes por aquí y
por allí, más o menos abundantes y con más o menos contagiados. Y nos consuelan, o lo intentan, con que hay apenas muertos y los achaques son más leves. Nos avisan
algunos que esto es la segunda oleada que nos habían vaticinado hace un par de
meses, que se adelantó porque se contaba con ella para el otoño.
Que no, eh. Ni rebrotes ni segunda oleada,
oye. Es la primera que aún está presente. No se eliminó nunca, no llegó a
desparecer y lo que sucede ahora es que vuelve a coger fuerza porque las
medidas que se tomaron en su momento no fueron eficaces ni se mantuvieron en el tiempo. Se animó a la gente a
vivir sin miedo ni nada por el estilo, que ya existía una “nueva normalidad” en
la cual todo podía estar permitido, a pesar de los avisos que emitían los
lenguaraces de siempre. Pero lo hacían sin que la ciudadanía se los tomara en
serio porque ni ellos se lo creían. Todo había vuelto ya a funcionar en el
país, o sea, que nada malo podía suceder. ¿O sí? Bueno, lo estamos viendo. La
covid19 ni se fue ni piensa irse así como así. No habrá rebrotes ni nueva
oleada. En España nos bastamos con la primera para hacerle frente desde el principio
con suposiciones y muchos ruegos al Altísimo. Y, cómo no, con solidaridad,
respeto y sentido común, que son las soluciones que siguen
distribuyendo por esas boquitas de piñón de quienes no saben qué hacer. Es que
no me explico cómo nuestros políticos, desde cualquier Administración, se
pueden creer esto mientras siguen permitiendo situaciones de toda índole donde el virus puede circular a sus anchas.
Ayer, aquí en Grau, se plantó un tejo en
recuerdo de los muertos en esta villa, un árbol que sirva de recordatorio de lo
que se sufrió sobre todo en la Residencia de Mayores. Si continúan las cosas
así, dentro de un par de años habremos llenado el parque de tejos o de
cualquier otra especie forestal para seguir acordándonos de lo desastrosamente
mal que se siguen haciendo las cosas.
Fíjense en un dato solamente: Se recomienda
un rastreador por cada cinco mil
habitantes y en nuestro país hay aproximadamente la mitad. ¿Lo pueden creer con la cantidad de muertos que llevamos, de contagiados, de agotamiento de la Sanidad Pública, según están las cosas? A los encargados de contratarlos para proteger a la
ciudadanía debería caerles la cara de vergüenza. Pero no la tienen. O como me
decía un amigo, la vergüenza para esta gente es verde y se la comió un burro,
de ahí su forma de ser. Es lógico que haya lugares donde el contagio sea
comunitario, ¿quién va a rastrear como es debido los nuevos casos de la
enfermedad? Y lo peor es que seguirá
expandiéndose cada día un poco más. Hasta retornar a los peores meses de
encierro, mientras no se lo tomen en serio.
Nadie quiere dar por perdido el 2020 desde
el punto de vista económico, pero el camino que se lleva es que de esta crisis
se saldrá cada vez más lejos en el tiempo. No tardarán en cerrar otra vez total o parcialmente, nuestras fronteras porque los países de alrededor están viendo la ineficacia
con que se está tratando esta pandemia. Aún recuerdo a Torra en una entrevista
en la tele, creo británica, diciendo que si fuesen independientes, estarían
mejor. No sé si reírme de él a la vista de lo sucedido hasta hoy, a partir de
la desescalada, y con todas las competencias en su mano, o llorar por un pueblo
que tiene un presidente así.
Pero no es el único que protestaba contra la Administración central en su momento y ahora está demostrando su ineptitud.
Lo peor de todo es ver en manos de quienes estamos. No nos sacan de este atolladero en la vida. Pero la esperanza es lo último que se pierde. No podemos perder la esperanza porque sino....menuda la que nos espera
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