domingo, 25 de octubre de 2020

COVID19: SIGUE CRECIENDO A PESAR DE...

 

A Barbón, el presidente asturiano, le está saliendo el tiro por la culata. Resulta que allá por junio su presunción de haber tomado medidas precisas para que Asturias se mantuviese en unos límites mínimos de infección por la covid, se ha tornado en un par de meses en contra, a lo mejor porque las medidas especiales no existían, eran igual que en los demás sitios, o eran de cartón piedra y la casualidad hizo el resto.

Hoy no podemos presumir de nada de ello y el principal bastión en que se basaba su liderazgo se ha abatido como si fuese de paja seca. Llegó el lobo, pegó un soplido, nos echó la casa abajo y a los asturianos nos persiguió sin saber dónde refugiarnos porque la siguientes casas también estaban medio en ruinas, es decir, la de la sanidad y la de los políticos de verdad.

¿Hubo relajación, incumplimiento de normas y exceso de confianza ciudadana? Claro que sí. Pero la hubo sobre todo porque las declaraciones de los políticos de turno, tanto asturianos como a nivel nacional (incluso algunos, no solo Sánchez, se permitieron vacaciones como si el estado de España fuese el de un mundo feliz), así nos lo hacían presagiar, que todo estaba ya casi finiquitado y que había que vivir con el virus, pero que este ya estaba casi eliminado; que, ¡hala!, a disfrutar de las vacaciones y a gastarse el dinerito en España; incluso llegaron a vaticinar la existencia de una vacuna infalible para finales de año. Y todos tan contentos. A salir, a cantar y a bailar.

Entonces comenzó la debacle que estamos viviendo. La primera ola aún no había acabado, el tsunami había penetrado demasiado adentro en la sociedad. Y Barbón no la vio venir. Él quería, a pesar de sus declaraciones sobre que no se cortaría a la hora de tomar medidas drásticas si se descontrolaba todo, que Asturias figurase como un destino seguro para el turismo, que el resto de España dijese que era un Presidente excelente por su gestión de la crisis, que era un mandamás maravilloso con los pies en el suelo y que además no era un gallina.

Y casi lo logró. Los medios de comunicación nacionales e internacionales se hicieron eco de aquel ‘’milagro’’. Hasta hace unas semanas que se soltó la venda de los ojos. Y ahora se está yendo al garete la salud y la economía. Así es que el Presi confina de cualquier manera las tres grandes ciudades de la Comunidad y pide el Estado de Alarma y el toque de queda (que por lo visto debe de ser la bomba capaz de acabar con la covid). A mí lo del toque de queda me deja pasmado. Y si es de doce de la noche a las seis de la mañana, más. Justo la hora en que la mayor parte de la población se halla en casa durmiendo más o menos preocupada con sus cuitas o a rienda suelta los más jóvenes pensando que esto solo le toca a los mayores. ¿Ah, que se evitan botellones y reuniones de jóvenes por las calles con el toque? Anda, hombre, si se van de fiesta a sus domicilios particulares, como se ha visto que han hecho ya en otros lugares de España. Con los botellones y las fiestas no hay que andar con paños calientes, y aquí en este Estado español es lo que se hace. Se  acusa y multa a un responsable, pero se deja que todos los demás asistentes al sarao se vayan de rositas. ¡No! A todos les debe caer el puro, para que aprendan para el día siguiente. E incrementar la dosis económica si se les coge repitiendo operación. ¡Y que paguen, no que quede en papel mojado!

Seguimos apelando como solución esencial a la responsabilidad, a la solidaridad, al sentido común. Tururú. Como si fuese la panacea para salvarse de este virus cabrón, de origen natural o artificial, gente habrá que lo sepa de verdad. Si lo cumpliésemos todos, tal vez. Pero llevamos siete meses viendo que no. O sea que de poco sirve apelar a ello con palabras grandilocuentes.

Mientras no se establezcan sanciones duras para quienes falten a las normas, no se acabará esto. Pero sanciones a todos.

Y que no me cuenten que hay casos en reuniones familiares  y caseras. ¿Quién asisten a esas reuniones? Porque si son personas que han estado de juerga sin tomar medidas de ningún tipo a lo largo de los días anteriores, la infección no se da en una cena o comida familiar traída del cielo por arte de birlibirloque, es porque algún asistente lo trae de fuera.

Así pues, sr. Barbón y demás, no pongan cara de sorprendidos ante lo que está cayendo ni clamen  a tontas y a locas al cielo, cumplan con su obligación de evitar el incremento de afectados, y reducirlo al máximo hasta que desaparezca si fuese posible, tomando las medidas necesarias, consciente de que a algunos sectores no les gustará lo más mínimo y monten manifestaciones, protestas y demás. No es cuestión solo de restringir libertades ni movimientos, que puede seguir habiéndolas, es cuestión de castigar a los culpables y que no paguen justos por pecadores. Olvídense de la responsabilidad, de la solidaridad y del sentido común, ya pidieron suficientemente esto y no funciona. ¿O están privados de sus sentidos para no darse cuenta?  

Ya veremos qué nos depara el futuro si se aprueba un nuevo estado de alarma.

 

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