jueves, 10 de marzo de 2022

HOY, UCRANIA. MAÑANA...

 Guerra, según las dos primeras acepciones de la RAE:

1. f. Desavenencia y rompimiento de la paz entre dos o más potencias.

2. f. Lucha armada entre dos o más naciones o entre bandos de una misma nación.

         Visto y leído así, nos queda en la retina de la mayoría de ciudadanos algo así como una batalla de una de las pelis que hemos visto o de la imaginación que pudiésemos echarle a la hora de leer en un libro una contienda entre dos adversarios por el motivo que fuese. Algo muy épico y glorioso para el vencedor, pero cargado de sufrimiento para el vencido. Aunque, en fin, muy pasable y olvidable puesto que mañana tendremos otra ración, si nos gustase, de cine o de lectura similar.

Lo que pasa es que la GUERRA, con mayúsculas, no es algo tan intrascendente como visionar o leer. La GUERRA no es sólo la definición de la RAE. LA GUERRA no significa más que la inutilidad de la palabra para resolver los conflictos.

Dicen que dos no discuten si uno no quiere. ¿Obvia falsedad, verdad? Al matón no lo convencen las palabras, nada más está a gusto cuando puede pisar a los demás porque tiene más fuerza o dispone de medios más abrumadores que los contrarios; se siente cómodo en el papel de perdonavidas pendenciero capaz de cometer las mayores atrocidades con el fin de mantener su statu quo, y lo mismo da que el bravucón lo sea de un barrio que de una nación.

En estos momentos tan trágicos que nos ha tocado vivir en el seno de Europa, a uno de esos ostentosos fantasmones le ha dado por invadir una nación fronteriza obsesionado por su esquizofrénico afán de poder y la desquiciada vanidad que exhala a través de su viperina lengua. Su autoconvencimiento de haberse convertido en el líder del mundo lo ha llevado a enfrentarse a toda la sociedad mundial (a excepción de cuatro marionetas con regímenes que intentar emularlo en menor medida porque no tienen capacidad para ir más allá o porque dependen económicamente de él), y esa sociedad, sus representantes políticos,  ahora se echa las manos a la cabeza porque se le dio soga durante demasiado tiempo.

El caso es que en estos tiempos que sufrimos, ¿quién le pone el cascabel al gato? Este ha afilado tanto sus uñas y ha cometido tantas fechorías durante su vida que se ha transformado en un depredador salvaje al que lo mismo le da ocho que ochenta con tal de seguir campando a sus anchas.

O sea, que como no lo atrapen y lo aten corto en su propia guarida los que primero lo soltaron, tendremos a un perverso lunático dictador haciendo de las suyas, amparado por su armamento diabólico y defendido por cuatro lacayos que servilmente adoran en él porque los mantiene a cuerpo de rey.

Ayer fue Chechenia, Georgia, etc. Hoy es Ucrania. Mañana…

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