Cuando a veces me decido a intervenir en
alguna charla entre amigos o conocidos que discuten sobre aspectos de la
política española, soy incapaz de morderme la lengua y suelto ideas a lo loco
(o no, qué sé yo) que, más tarde, ya solo y tranquilamente sentado en casa, me
producen dolor de cabeza, o al menos me reconcomen pensando si tendría razón o
no, si no estaría mejor callado, que por la boca muere el pez y en boca cerrada
no entran moscas. Es muy difícil, en plena vorágine de frases sueltas por unos
y otros, a favor de esto o de lo otro, o en contra de lo que sea, que haya
ocasiones en las que desde lo más recóndito de uno mismo no afloren opiniones
que pueden chocar con la realidad simple en la que muchos viven. Y este mismo
pensamiento me supone al mismo tiempo la impresión de que soy un poco palurdo
creyendo que lo que ellos ven como real, sea precisamente aquello en lo que yo
discrepo. ¿Por qué voy a tener razón yo? ¿Por presunción, porque me creo
superior? Suelo llegar a la conclusión en las más de las veces, con una arrogancia
que me asusta, que si no soy capaz de callarme es porque me gusta ese tipo de
gresca. Como dice un buen amigo mío, siempre estoy en contra de lo que opinen
los demás, es decir, me gusta polemizar. Tal vez sea verdad. Pero lo que tengo claro
es que me duele que desde algunos poderes públicos, o desde todos, nos quieran
convencer de que todo debe hacerse como ellos dicen porque es lo mejor para
todos. Y no me aguanto. Tengo que afilar el lapicero, la lengua más bien, antes
de contestar que no estoy de acuerdo.
La realidad que nos cuentan no es la realidad
que vivimos. Hay muchas gradas a distintas alturas en el anfiteatro de nuestra
sociedad con realidades distintas. Dependiendo de tu estatus social vives una u
otra. Por eso me opongo a aceptar lo que me dicen así porque sí. Y seguramente
ello me conlleva a argumentar casi siempre contra todo lo que los demás dan por
hecho. Como por ejemplo que nos quieran demostrar que vivimos en una democracia
porque aquí todo vale. ¡Y no trago, lo siento!
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