jueves, 5 de mayo de 2011

El derecho Internacional al garete.

Y todos tan contentos, o casi.¡Pues toma ya!
El país que más presume de derechos y libertades se ha cargado a varias personas en un país que no era el suyo sin encomendarse ni a Dios ni al diablo.
Supongo que todos se alegran de la desaparición de un terrorista responsable de algunas de las masacres más infames que han sucedido durante los últimos años, pero de ahí a, una vez conocidos algunos de los detalles de la forma en que se consiguió, haberlo hecho saltándose a la torera las leyes que cualquier estado de derecho del mundo occidental debería hacer prevalecer por encima de todo, va un trecho muy, pero que muy largo.
Se han valido de la tortura (en ese Guantánamo o en otro contra el que tanto protestó nuestro ahora para casi todos queridísimo amigo Obama, defensor de las libertades a ultranza de nuestra sociedad), de la invasión de un estado sin previo aviso a sus gobernantes (como si Pakistán fuese un estado más de los superbuenísmos EEUU, que observan y controlan la paz en el mundo libre, dicen), del asesinato de una persona que, según explicaron, no iba armado pero se protegía detrás de una mujer, la cual a lo mejor les gritaba que no la matasen, pero como no la entendieron igual pensaron aquellos bieenarmados y entrenados soldados del equipo de élite especial que les estaba echando una maldición y ¡eso sí que no!, ¡a ellos, a los defensores de la libertad, no!. Y claro, entonces cae la mujer y se queda el paisano de la barba allí mientras que aquellos hombretones se dicen ¡Ah, no, a éste no le dejamos que nos maldiga! Y, pum, Bin Laden a la porra.
Luego, cuando creen que se van a hacer la foto con el trofeo, resulta que se enteran de que no se iba a mostrar al mundo su hazaña, y que nada mejor, para evitar males mayores, que hacerlo desaparecer.
¡Sin problema! Ya se encargarían los medios de comunicación del mundo entero, donde gobierna su amado Obama o alguno de sus amigos de China o de Rusia (estos lo van a aplicar en sus mundos también y nadie les dirá nada), de explicar que eso es lo más normal, que así nadie se encabronaría, que lo hacen porque es la forma de evitar malos ratos a la gente de bien que se asustaría ante el hecho de ver muerto a alguien tan perverso como aquel islamista.
Y, ¡zas!, al mar con él.
¡Que considerados estos soldaditos! ¡Cómo procuran no alterar nuestra salud mental ante la visión de un asesino confeso! ¡Si no fuera por ellos y quienes los autorizaron, el mundo estaría en este momento corriendo a las salas de espera de los psiquiatras, todos locos, alterados, pidiendo la baja por depresión, las empresas deberían de cerrar por falta de personal, la administración de cada estado inutilizada, los mismos psiquiatras pedirían consulta a sus propios compañeros de profesión, etc.
¿El mundo paralizado, en estado de shock? Inadmisible.
¡Qué suerte hemos tenido, cómo nos miman nuestros guardianes!
Hoy dormiré mejor, seguro.

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