Y de repente Cascos da una patada debajo de la mesa y echa por los suelos a todos cuantos habían creido en el cuento de la lechera. Hemos pasado en Asturias de un día para otro a que nos diese igual un PP que un PSOE a la hora de gobernarnos, porque ambos son la voz de su amo en Madrid, a disponer de un ejemplar político bregado en batallas de altura en el difícil mundo de los gobiernos, duro e inflexible y, de momento me imagino, con la rabia aún de saber que ha sido despreciado por el partido en el que militó durante tantos años. Y escribo de momento porque todos sabemos que, cuando llega la hora de alcanzar la cúspide, se pacta hasta con el diablo y se olvida todo lo demás. Y ese es el camino que se andará en pocos días.
Desde que supe que se presentaba a las elecciones con un partido nuevo, comenté entre mis allegados que iba a dar la sorpresa y que, si no ganaba, cerca andaría. Además, también dije que el movimiento electoral de la derecha en Asturias había sidio genial: divide y vencerás, pero con un toque distinto, porque quien se dividió fue el censo de votantes del PSOE de las pasadas elecciones. Si Cascos hubiese ido con el PP, a lo mejor hoy estaríamos hablando de otros resultados, pero yendo por libre se llevó muchos votos que podríann haber ido al PSOE y de esa manera, con un pacto de centro derecha, se hacen con un gobierno que de otra manera, hubiese estado quién sabe si difícil, tal vez en poder de la izquierda.
No soy de Cascos, ni de Fdez, ni de Espinosa ni de Iglesias, ni de nadie que juegue a este invento de pseudodemocracia en la que tan bien se mueven, pero me alegro que el bipartidismo se haya roto por unos días en Asturias. Aunque dentro de nada regresemos a lo de siempre.
Un saludo y pásenlo bien de momento, que luego nosotros seguiremos siendo los bolos y ellos serán los que lancen las bolas.
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