Rajoy
hizo de pescador en aguas revueltas. Ni Sánchez, ni Iglesias-garzón ni Rivera
han podido con él; es más, fueron devorados en parte debido a su falta de
consistencia a la hora de exponer a los españoles sus ideas, las pocas que les
quedaban en estas segundas elecciones. Y aún hoy, después de una semana, siguen
mesándose las barbas, algo menos Sánchez y Rivera que el tándem Unidos-Podemos,
mientras intentan hallar una explicación a lo sucedido. Unos más que otros,
claro. Sánchez, a pesar de todo, está feliz porque quedó el segundo y evitó el adelantamiento
de Iglesias y Cía.; Rivera porque se quedó en el mismo puesto, pero perdiendo
diputados e intentando dar con la tecla con la que arrebatarle votos s Rajoy,
aunque lo tiene fácil solo fijándose que en estas lides no se puede jugar con
dos barajas; y Podemos Unidos, pero no tan juntitos, porque han sufrido un
descalabro vertiginoso que no lo veían venir ni ellos mismos y ahora están
sumidos en un mar de perplejidad ante los resultados de las urnas.
Lo
que más me choca de estos resultados es sin duda que Rajoy no solo haya ganado,
sino que haya aumentado sus votos y escaños respecto a la vez anterior, a pesar
de la que le está cayendo al PP en todos los lugares de España referente a la
corrupción. Ya pueden los analistas intentar dar explicaciones acerca de tal
sorpresa, pero voy a intentar resumírselo a todos ellos: España es un país con
un tanto por ciento de corruptos que no se imaginan en ningún otro lugar del
mundo. Y me refiero con esta afirmación no solo a quienes tienen que acudir
ante la justicia sino también a quienes los apoyan con sus votos. Ya saben,
tanta culpa tiene el que mata como el que a conciencia lo apoya. Lo siento,
pero tal como lo veo es como lo escribo. Tal vez haya alguno que no esté de
acuerdo con ello y se refugie en que han votado así, aunque no les gustase,
para evitar males mayores, es decir, la llegada de otros a los que se han
empeñado en vestir con cuernos y rabo. Pero ese hecho es harto improbable,
aunque solo sea porque hoy en día la política española necesita de más de un
actor para conformar un gobierno y, por lo tanto, de pactos que sumen a favor
de todos, en vez de para unos pocos. O sea, que no sirven disculpas: en
democracia el miedo no existe.
Sigan
ustedes bien, sonriendo y disfrutando del verano.
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