miércoles, 17 de mayo de 2017

A LA GREÑA


La mosquetera Díaz y los mosqueteros López y Sánchez escenificaron hace un par de días el drama que está viviendo desde hace bastante tiempo el PSOE. Es este un drama que no tiene su origen en los mejores o peores resultados electorales de las últimas convocatorias, sino al elevado índice de ansias de poder que reina en su interior. Me gustaría poder ir hacia atrás en el tiempo, colocar en citas electorales a un partido como Podemos y verificar los resultados que habría  obtenido entonces el PSOE. No es lo mismo.

Sánchez había sido elegido secretario general como mal menor ante Madina. Díaz apoyó entonces a Sánchez, y López también, llegando incluso a ser presidente del Congreso. Y es que Madina, en aquel momento, era mucho Madina y podía acabar con el paso previo dado por Díaz para hacerse con el poder. Ahora Madina es fiel a Díaz, cosas de la política o del mantenimiento de un estatus de poder en su organización; como Antonio Hernando, fiel escudero de López y del no es no hasta que se montó en el caballo de momento ganador y abstencionista de la gestora para no perder el sitio que ocupaba, porque a él igual le da ocho que ochenta y, como Góngora, es un fanático incondicional del ande yo caliente, ríase la gente. López anda a su bola, intentando terciar entre uno y otro a ver si las aguas revueltas por sus contrincantes le ayudan en algo, apela a la unidad en cualquier momento a sabiendas de la tormenta celestial, con rayos, truenos y trombas de agua y granizo, que caerán una vez finalice el proceso electoral. Sánchez sigue en guerra contra todo aquel o aquella que ayudó a su defenestración y no duda en atacar a todo cuanto se mueve y no es de su palo; a fin de cuentas, no tiene nada que perder y sí mucho que ganar;  en el momento de su derrocamiento, ya avisó: la venganza será terrible, o algo así, qué más da.

Alrededor de todos ellos, figuras claves en la política española de la antigüedad, léase Felipe, Rubalcaba, Zapatero y demás acólitos, guardianes de arcanos que podrían hacer temblar a muchos; otros personajes, como Javier Fdez., Tini Areces, Borrell, Trevín, etc., etc., aún en cargos oficiales que deberían haber renunciado a ellos hace años, sobre todo porque han demostrado ser incapaces de arreglar problemas de los españoles y, eso sí, a pesar de todo continuar en su cargo, este o aquel, cobrando por no hacer nada (aunque, cuando los entrevistan, presuman de ser la solución para todos nuestros problemas: o ellos o el averno transmutado en oposición, con rabo, cuernos y demás parafernalia).

Y entre tanto lodo, procedente del polvo con el que Zapatero gobernó los últimos años de su mandato con el beneplácito de todos sus barones, ahí sigue enhiesto, orgulloso y bizarro, sin miedo al qué dirán, el Partido Popular y su brillante adalid, Rajoy, al que no hay nada ni nadie capaz de moverle la silla. ¡Y mira que ya ni sabe de dónde le llueven los golpes! Pero con su adarga de superhéroe se defiende como gato panza arriba, bien arreando zarpazos a diestra y siniestra como convirtiéndola en escudilla para darles algo que comer a sus amigos socialistas más próximos a los que, como enemigos derrotados, aunque no huyan, les tiende su puente de plata.

Sigan a la espera, que el próximo domingo sabremos cómo quedan los socialistas, aunque no vislumbremos su futuro, y veremos cómo le queda la cara a Rajoy cuando se entere de los resultados. Eso sí, no se olviden la sonrisa, que sale gratis.

 

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