A
Rajoy le han dicho que a eso de declarar en plasma nanay de la China. Ha de presentarse
en los juzgados de la Audiencia, como todo quisqui, eso que alguno hubo al que
permitieron hacerlo al disponer de bula en su momento, para declarar como
testigo en el caso Gürtel. ¡Pobrecito, van a acabar con él! No hay más que mirarlo
a la cara para, viendo ese gesto compungido y de no haber roto nunca un plato,
saber que lo está pasando verdaderamente mal, se halla profundamente
avergonzado de unos súbditos que no hicieron otra cosa más que lamerle el
trasero para ocupar puestos espectaculares y resulta que lo han traicionado de
la manera más despiadada posible. Y, como consecuencia, a pesar de que se las verán tiesas para implicar al PP, no desean apartarlo
a él de la gloria. Supongo que lo acusados no se despegarán de la tele ese día, disfrutarán viéndolo gozar, como un verderón cantor al amanecer,
haciendo el paseíllo torero a la vista de todo el público que, con seguridad,
esa mañana abarrotará la plaza. Un Curro Romero dispuesto a ofrecer la corrida de
su vida a unos seguidores entregados en cuerpo y alma a su valentía, a su
genio, a su entrega, a su espectacular dominio del capote con el que engaña, no
solo al toro, sino a todo bicho viviente. Bueno, a muchísimos, a los que lo
siguen votando y alguno más, pueril e ingenuo, que sigue creyendo que las vacas
vuelan sin motor y dan leche con sabor a frambuesa.
No
dirá nada relevante, casi se puede asegurar, porque él no sabía nada. Creo que,
a día de hoy, aun no se ha caído del guindo. Se halla en lo más alto y desde
allí la bruma y la niebla no le permiten divisar absolutamente nada de lo que
sucede a sus pies ni en las ramas intermedias. Es más, ni siquiera mira a
derecha o izquierda. Está en la cima y la suave brisa primaveral solo alcanza
para refrescar su ardor nacido de los tediosos enfrentamientos con una
oposición visceral que va a por él con todos los medios posibles, pero a quien
tiene domeñada, y de lidiar con insignificantes supuestos de corrupción que intentan
atentar contra su persona como jefe supremo de su partido, tal vez sería mejor
decir, en vez de partido en estos casos, de su banda de aduladores y
aprovechados, aunque a él se la refanfinfla ya que está por encima del bien y
del mal. Es decir, en la cima del guindo.
Va
a testificar sobre algo que él desconoce. ¿Cómo va a estar enterado de lo que
sucede en las cañerías de su partido o en las alcantarillas por las que
discurre una sustancia lodosa, sucia, maloliente que recuerda a la mierda? A él no le llega la putrefacción, el muladar
queda por debajo, el guindo se eleva orgulloso e impertérrito por encima de
esas nimiedades que algunos califican, movidos por la ignorancia, como grandes
atentados contra el erario público al que burlaron, estafaron y hundieron en la
ciénaga del dinero estafado. El que la haga, que la pague, sentencia él y su
círculo adulador. Y se quedan tan panchos, a la espera de mover los hilos de las
marionetas del poder retorciéndolos hasta límites incomprensibles con el único
objetivo de convertir esas tramas en una simple agua de borrajas.
Por
eso, Rajoy cumplirá fielmente con lo que le ordene la Justicia. Es un firme
defensor de la Ley, de que los corruptos paguen por sus tejemanejes
financieros, por su enriquecimiento ilícito, sobre todo cuando a él no le afecta,
como afirma y reafirma cada vez que le preguntan por diferentes personas
encausadas. Bah, son hilillos de plastilina que no van a ningún sitio. Su
partido está limpio como una patena, no hay delincuentes, los han echado a todos. Y él no es
responsable de nada. O eso cree, aunque, si ocupaban los puestos que ocupaban
por pertenecer a un determinado partido político con el beneplácito total de
sus líderes, y Rajoy era su presidente, algo tendría que ver… ¿O no? Aunque
solo fuese por ética y responsabilidad…
¡Sí, ya. claro! Eran verdes y las comió un burro, ya lo sé.
Sigan
bien, sonrían cuanto puedan y disfruten cada minuto, que la vida es un pispás.
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