¿Qué
nos ha de parecer el hecho de que nuestros políticos, muy listos ellos, hayan
aprobado una Comisión de Investigación sobre los dineros ocultos del PP? Pues ayer
ya nos hemos enterado de qué va todo. Aparece el primer testigo, nada menos que
Bárcenas, el famoso tesorero del PP, el que se hizo fuerte merced al milagro de
un sms, y no cuenta nada, se refugia en el silencio, aduciendo que está
pendiente de juicios, y aburre a las piedras. Pero los políticos de la oposición
sueltan y sueltan preguntas como si esperasen una respuesta del cielo. Le echan
la culpa a Rajoy o a quien sea, qué más da. Tienen sus minutos de gloria en los
medios y luego despachurran a Bárcenas dando por sentado que sus preguntas han
sido contestadas de forma positiva,
aunque él no haya dicho ni mu. Algún que otro rifirrafe sin entrar en la
materia que de verdad se está investigando, y se acabó. Y así seguirán durante algunas semanas, poniéndose serias sus señorías al relalizar los interrogatorios y más serios aún los testigos. Cada uno en su papel. Ignorantes todos, o no, del ridículo que hacen.
¡Vaya
pérdida de tiempo! Es como si nos quisieran hacer creer que nombrar una
Comisión de este tipo implica que todos cuantos sean llamados a declarar han de
decir la verdad y toda la verdad. ¡Ilusos! Los españoles ya maduramos hace años, ya no tragamos con demagogias sin sentido. Pero si no la dicen ni en los juicios, como para contarla en el Congreso. Dejadme que me ría. Por lo visto hay ahora mismo
otras tres o cuatro Comisiones en el Congreso y el Senado. ¿Para qué? ¿Alguien
sabe de qué van las demás, qué asuntos se están estudiando o investigando, je, je?
Si
se dedicaran a trabajar en bien de los ciudadanos de este país, en vez de
buscar notoriedad en los medios, tal vez nos fuese mejor a todos. Si todos fuesen responsables de sus actos, en vez de difuminar sus errores con cortinas de humo, y se fuesen a casa cuando hubiesen demostrado su ineptitud, acaso entonces dispondrían de cierto crédito.
Nunca
creí en estas Comisiones porque nunca llegan a conclusiones que aporten claridad
sobre los asuntos que tratan. Se dedican a hablar y hablar, preguntar y
preguntar, aseverar y aseverar, para que al final, a pesar de haber oído lo mismo, llegue cada partido político
a un resultado que se parece al de los demás tanto como un lirio de los valles al
tiburón de Spielberg.
Que
ustedes sigan disfrutando del verano, ya saben, con la sonrisa a flor de piel.
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