jueves, 25 de octubre de 2018

INDIGNIDAD EN EL CONGRESO


Suele pasar. Cada vez más últimamente, por desgracia para España y los españolitos de a pie. Ayer hubo una sesión en el Congreso de los Diputados cuyo tema central trataba de la venta o no de armas o barcos de guerra a Arabia Saudí, después del crimen abyecto que miembros de este país perpetraron en Turquía contra un periodista crítico con su régimen político.

Pues bien, aparte de que los partidos mayoritarios estaban todos por la labor de hacer caso omiso a romper los tratados firmados o los que vengan en el futuro, amparándose en la disculpa o la razón, allá cada cual con sus creencias, de que la pérdida de puestos de trabajo es inasumible para España, el tema que deparó más atención fue ¿¿¿???  En realidad no se sabe bien qué, porque lo que  se pudo sentir en el Congreso fue una especie de bufonada no apta para todos los públicos: uno llamando golpista a un segundo, este segundo cortando todas las relaciones con el primero, un tercero avisando de que podrían acabar ante un pelotón de fusilamiento, el segundo del rifirrafe acusando a los demás de no tener escrúpulos, un cuarto, emulando a la RAE, definiendo “sin escrúpulos” como la manera de comportarse del segundo en liza, etc. Un espectáculo carente absolutamente de dignidad, impropio de unos señores que se sientan en una Institución como esta y que da una idea del nivel ético de muchos de los que nos representan.

Los que lograron soportar la sesión entera delante de una televisión me imagino que, ante el intento de semejantes butades cercanas a la insensatez y a la barbarie lingüística más ruin, o bien se durmieron o bien se taparon los oídos para no oírlos ante el riesgo de sufrir un ataque de iracundia contra los dispares representantes políticos que allí ocupan escaño. No me extraña la sensación de vergüenza ajena que habrán tenido que padecer al escuchar a unos oradores tan mezquinos, que, en teoría, son los que velan por nuestro país, y las increpaciones entre ellos arrojándose todo tipo de armas verbales como si fuese una riña de gatos callejeros en carnaval.

Y me figuro lo que habrán aguantado porque yo, que sólo tuve ocasión de ver y escuchar cuatro o cinco cortes de esa retransmisión, aunque varias veces, me deprimí hasta tal punto que, como llorar sirve de bien poco, estallé en carcajadas de coraje al percibir que con aquellos personajes estirados y serios que deberían dar ejemplo a los ciudadanos, con dosis de respeto y de inteligencia que animasen a sus conciudadanos a hacer lo mismo, lo único que les esperaba a  los pobladores de esta piel de toro era la ignorancia y la brutalidad verbal, lo peor que le puede suceder a una sociedad que supone que estas instituciones democráticas habrían de ser la cuna del entendimiento y de la búsqueda únicamente del bienestar para sus gobernados, es decir, para todos nosotros.

Pero no, este Congreso se ha convertido en una inmensa periferia, ajena a la sociedad, en la que conviven distintos clanes cuasi mafiosos, cada uno defendiendo lo suyo e intentando acabar por los medios que sean con el de al lado para obtener mayor poder y realce a nivel personal. ¿Los ciudadanos?  Les importamos un cagajón de mula, excepto en época de elecciones. Y como tampoco tenemos mucho donde elegir, así nos va y así nos quieren.


No se quemen y hagan como yo, ríanse, que es bueno para la salud.

1 comentario:

  1. Y lo peor es que cobran "no les pagamos" suculentos sueldos y primas por asistir a esos espeluznantes espectáculos.

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