Hace unos día, un brote de covid ha
impregnado esta villa moscona nuevamente de miedo por sus consecuencias. Hace ya
más de diez meses que la incidencia de este virus agredió mortalmente a nuestra
Residencia de Mayores y entonces la Parca se llevó por delante la vida de
muchos de las personas que allí vivían. Fue un palo enorme para esta sociedad
gradense porque el que más y el que menos tenía conocidos o familiares en ella.
Y ahora, cuando parecía que las cosas volvían a cierta normalidad, con solo algunos casos
aislados de la enfermedad, nos hallamos otra vez con decenas de contagios
propiciados por unos “listillos”, que hicieron caso omiso a unas normas
establecidas, simplemente porque les salió de los coj,,,.
Más de sesenta, acaba de decir la tele, e
irá probablemente en aumento, es el número de contagiados como consecuencia de
determinadas fiestas ilegales y comportamientos incívicos acaecidos durante
estas fiestas navideñas. Incluso viendo documentos fotográficos y de vídeo,
oyendo relatos del desarrollo de estas mal denominadas fiestas, hay gente,
responsables de estos incumplimientos, que se empeñan en echar la culpa a los
demás. No fue porque los organizadores no hicieran lo posible por evitarlo, no-
se explican sin ápice de vergüenza-, fue porque los asistentes eran unos
inconscientes y no había quien pudiese con ellos, no hacían caso y se empeñaban
en estar como les daba la gana.
A veces dan ganas de… , mejor no decirlo.
Cuando uno empieza a analizar, y no precisamente
de forma profunda sino someramente, lo sucedido se pueden encontrar un buen
número de irresponsables.
Desde los dueños de los locales, que no
impidieron el paso a la gente que no cumplía las normas, ni con las medidas
dictadas para el aforo de estos locales de hostelería, ni la obligación de
estar sentados en mesas, un aforo reducido, etc., o el cierre a la hora marcado
por el Principado, hasta los asistentes, de pie, sin mascarilla, sin distancia
social y haciendo caso omiso a cualquier otra cosa que no fuese animar a la
juerga.
Pero a estos dos componentes hay que añadir
otros culpables de estas cosas: los políticos y las armas que han empleado para
evitarlo: ¿cómo es posible que no supieran lo que se cocía si lo sabían por todo el pueblo?, ¿dónde estaban los responsables
de controlar e impedir estos eventos?
Porque, por si alguien aún no se enteró, estas “folixas” no son solo de un día,
sino que desde hace semanas se vienen celebrando en determinados lugares a sabiendas
de que nadie va a impedírselo. A veces cae uno, pero al otro día siguen los establecimientos
abiertos a la diversión conociendo los detalles al dedillo las autoridades y
fuerzas del orden que, a la vista de que su actuación anterior no había servido
de nada porque nadie tomaba cartas en el asunto a pesar de las denuncias
presentadas, se lavaba las manos y pasaba del tema. Normal.
Y más: los padres. ¿Acaso no se dieron
cuenta que sus hijos e hijas volvían a la hora que volvían, bastante pasado el
toque de queda?, ¿qué les decían?, ¿dónde habían estado?, ¿se preocuparon de
evitar esas situaciones o simplemente se defenderán diciendo que sus hijos ya son mayorinos, como los del Angliru
o los de Tarna?
Y se echa en falta también a asociaciones
de hosteleros o comerciantes clamando contra este tipo de conductas. Cuando les
cierran los locales, chillan y protestan por las calles porque se consideran
alevosamente acusados de las infecciones, y a lo mejor tienen razón en sus
quejas. No lo dudo, pero ahora, cuando ven este tipo de casos, aquí en Grau y
en otros lugares, también deberían de dar la cara y pedir sanciones duras para
los irresponsables, para que no paguen justos, la mayoría, por pecadores, una minoría sin vergüenza. Pero no están ni
se les espera.
Y más aún: aquellos cuya misión es proteger a los
ciudadanos mediante leyes que castiguen estos comportamientos canallas que atentan frontalmente contra la salud de la inmensa mayoría de ciudadanos. Desde marzo
no han sabido legislar para ello y, como decía el otro día en otro artículo donde un juez fallaba contra el Estado a quien castigaba incluso a pagar costas, al
final todas esas multas y sanciones son papel mojado, salvo contadas excepciones, que la gente sabe que no sirven
para nada. Y así siguen haciendo de las suyas, porque desde los poderes del Estado solo saben hablar de responsabilidad y solidaridad. Aún no se han
enterado de qué va esto ni de qué sentido encuentran en esas dos palabras determinados individuos.
Para acabar, quiero dejar un símil caer
por si sirve de algo: esta situación que vivimos es como quien llena un cesto
de manzanas y echa un par de ellas podres esperando que estas mejoren y se pongan
tan sanas como las otras; ya sabéis lo que sucede, ¿verdad?; y también la solución:
sacarlas del cesto y echarlas a la basura. Pues en nuestra sociedad existen
muchas manzanas podres que son las que acaban con el resto, pero ahí siguen, nadie las retira. Y
los casos de covid creciendo.
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