¡Ay, qué pocas previsiones y qué poca prospectiva de futuro tenían aquellos prohombres y promujeres, digo yo por lo de la igualdad y eso, que se lanzaron al vacío un día en Murcia cuando decidieron pulsar el botón de la moción de censura!
Resulta que iba a ser una explosión
controlada y les salió el tiro por la culata. De lo suyo, nada de nada, porque
pesan más los sillones a conseguir que las firmas en un papel. Pero la que
armaron fue de órdago a la grande. Mira por donde no se imaginaron siquiera que
aquella decisión iba a causar unos movimientos tumultuosos de siniestralidad en la política
española de tamaña proporción. Ya sabéis: el aleteo en....(elegid lugar) de una mariposa que es capaz de devenir en un seísmo inesperado.
Inmediatamente, se movió Ayuso y,
descontrolada, como viene siendo habitual en ella, rompe amarras con sus socios
de Cs y convoca unas elecciones que le den algo más de poder, o eso es con lo
que cuenta; ya sabemos todos lo que son las cuentas de la lechera, que no todas
llegan al puerto escogido y ansiado. También se mueven algunas sillas por
Castilla y León y Andalucía, aunque solo fue para estirarse un poco y seguir en
su sitio. Por Asturias, cierto rifirrafe, pero no llegará la sangre al río. O
sea, que aquello que parecía hecho una semana antes, lo de Murcia, revienta
como un globo mal hinchado, pero el aire sopló y sopló y se llevó por delante
lo que ninguno de los dos aliados quería: Cs se resquebraja, en Murcia y en el
resto de España, por más que aludan a los tamayazos y a la corrupción en el PP.
Estos movimientos sísmicos afectan por
igual a unos que a otros, no se paren en mientes a la hora de juzgarlo. Los
políticos son así y ya nadie se siente engañado por ellos, lo único es que los
ciudadanos esperan que les mientan un poco más tarde que pronto. Los españoles
sabemos, por experiencia, que no suelen decir ni una verdad ni cumplir una
promesa y siempre estamos con la mosca tras la oreja preparándonos para ver por
dónde van a salir e intentar esquivar sus intenciones, si ello es posible. O
sea, que cada equis años abandonamos enseguida a los de Guatemala para fiarnos
de los de Guatapeor. Pero así es la vida y esta democracia de la que tan
orgullosos están esos que la impusieron con estas normas, las que ellos desean
para no verse apeados de la burra per sécula seculorum.
Y para poner la guinda al pastel, llega
Pablo Iglesias en plan estadista genial y deja su poltrona de vicepresidente para
lanzarse a competir por la Comunidad de Madrid con el fin de evitar, dice él,
que gane la extrema derecha. Supongo que para que triunfe la extrema izquierda,
o sea, él, el que huyó en cuanto pudo de Vallecas para morar en un lindo
chalecito. No hay primarias ni Cristo que lo fundó, lo tiene todo bien atado y
nadie le va a chistar, así es este líder democrático. Y deja ya asegurado el
sillón del Gobierno traspasando sus poderes a su partidaria Ministra de Trabajo
de cara a unas elecciones generales, que se aventuran más cerca de lo que nos
cuentan, como un dictador en una república bananera. Y tampoco nadie de su
organización dice ni mu, un cero a la izquierda. Intentó incluso echarle el
anzuelo a Más Madrid, pero estos no picaron de momento, por lo visto.
Son diosecillos estos encumbrados a un
éxito fugaz de pocos años que tienen los días contados, por más que en un principio
digan verdades, porque luego enseguida se olvidan de aquello que prometían, en
cuanto tocan el cielo del poder y del dinero. Otro Albert Rivera, otra Rosa
Díez más, pero de otro color. Cobrarán un sueldo vitalicio con su correspondiente
plan de pensiones y a vivir que son dos días.
Y esto aún no ha acabado. Seguiremos de sorpresa en sorpresa. El único que no se inmutará será Ángel Gabilondo. ¿En qué mundo vivirá este señor? Porque da la impresión de que las cosas que lo rodean no van con él, como si le resbalara todo, eh. Se debe de haber marcado un camino y, aunque lo llevase a un precipicio, no se aparta de él ni aunque lo pinchen.
Mientras, en España seguiremos con nuestro calvario, el de los dos partidos de siempre haciendo y deshaciendo lo que les viene en gana, salvo matices que les sirven para desquiciar a los votantes cuando los ven “trabajando por España” en las sesiones del Congreso o del Senado.
Claro que ahora, durante un par de meses, ha de ser suficiente con las elecciones en Madrid y la formación de gobierno en Cataluña. ¿España? Para más tarde.
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