(para Celia)
Anda, arbolito que creces
en
medio del sombrío bosque,
desde
tu rama más alta
comprueba
si su muñeca,
la
de los ojos de miel
y
melena castaña,
la
que duerme en sus brazos,
la
que la consuela en sus pesadillas,
extraviada
durante la noche
mientras
contaba estrellas,
se
ha escondido silenciosa
en
la oscura cueva de la xana Bella.
Avísala
de que la ninfa,
la
de la melena pelirroja
y
ojos azules,
la
hechicera del agua,
la
solitaria peinadora de cabellos de oro,
vive
allí, en lo más hondo,
junto
a la gallina pinta
con
sus pollitos de oro;
que,
si la ves por casualidad,
le
digas que su dueña la espera
en
su cuarto llorando sin consuelo
junto
a la cuna color del mar.
Explica
y convence a Bella
que
la niña de la magia está sola,
mientras
que una xana posee la eternidad;
que
la muñeca torne a su presencia,
sin
conjuros ni encantamientos,
sin
tesoros ni riquezas,
porque
lo único que desea la niña,
con
la fuerza de su cariño infantil,
es
que su fiel compañera de melena castaña
y
de ojos color de miel
vuelva
amorosa a sus brazos,
para
vestirla bonita del derecho y del revés.
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