domingo, 11 de abril de 2021

¡QUÉ CALAMIDAD!

 

Es increíble cómo pasa este tiempo de vida que nos han regalado nuestros padres. Un regalo al que le pondremos fin dentro de equis años, unos antes y otros más tarde, pero regalo al fin y al cabo. ¿Cómo vamos a ponerle fin? ¡Bueno, eso depende de tantas cosas, verdad! He ahí la gran incógnita de la vida: ¿cuándo se dará el último paso?

No obstante, hay quién se va como ha venido, con un aparato locomotor y unas vísceras que le han servido para ir tirando y, en cambio, los hay que han desarrollado, además, una mente capaz de pensar y razonar en función de sus propios intereses y sus propias experiencias tanto internas como externas, tanto lo que implica tener recuerdos, intereses, actitudes y decisión para aplicar sus resultados como enterándose de lo que sucede a su alrededor viendo las consecuencias. Estos últimos serán los que indiquen el camino a generaciones venideras. En cambio, los primeros pasarán y serán polvo en el camino, dejando apenas una pequeña huella que no valdrá ni servirá para descubrir su paso por el mundo; bueno, sí, como mano de obra de esta sociedad que necesita siempre de quien tirar para que las cosas funcionen como dicen los segundos, los que usan la cabeza. Esos son los que en el Antiguo Egipto habrían constituido la mano de obra barata para edificar y construir una pirámide, a cambio de un lugar para dormir y comida, pero nunca serán los que la discurran, los que ven en su cabeza lo que se quiere hacer y su significado para la humanidad. Son estos los que impulsan nuestro futuro, quienes lucharán por hacer de este un mundo mejor, para todos los que estamos y los que vendrán, a corto, medio y largo plazo, con avances de todo tipo: sociales, tecnológicos, científicos, … Pero, al mismo tiempo, lo harán convencidos de que su trabajo solo fructificará si ayuda a aquellos que se dedican a ver pasar la vida como una retahíla de horas, minutos y segundos, como una serie de comidas, de despertares y de placeres frugales que solo llevan al olvido, porque son necesarios para su pervivencia en la Historia.

Y entre ellos, entre esas personas, esos seres capaces de cambiar nuestro futuro a mejor, no estará ninguno, o casi, de nuestros políticos actuales. ¿Quién sabe si, por desgracia, no entrarán en nuestros libros de Historia para peor? ¡Qué pena de España, donde solo saben montar rifirrafes para sentirse protagonistas de algo que les beneficie a ellos personalmente y se olvidan de los ciudadanos! ¡Qué calamidad son ellos y no tanto la pandemia!

Pero, bueno, tampoco me hagan mucho caso. A lo mejor son cosas de la edad y uno chochea.

1 comentario:

  1. Tienes mas razón que un santu. Solo discrepo en un matiz: dices que se olvidan de los ciudadanos y no es así. Yo afirmo que se ríen de nosotros y nos desprecian. Solo quieren votos para seguir viviendo del cuento.
    Gayoleru

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