domingo, 11 de octubre de 2009

DE PREMIOS Y FOTOS

¿Por qué será que cuando leí que le habían concedido el premio Nóbel de La Paz a Obama me quedé tan tranquilo? Casi tanto como cuando me enteré que el de Literatura había recaído en Herta Muller.
Desde hace unos años estoy convencido que estos premios, a excepción de alguno significativo, se conceden a personas que están al lado de determinados sectores políticos que llevan la batuta en todos cuantos asuntos internacionales se conocen y en los que ellos no dejan conocer porque están en la trastienda, en lugares incógnitos, que al ser humano de la calle le está prohibido acceder.
A mí, sinceramente, que a Obama o a Muller les den premios, se llamen Nóbel o Príncipe de Asturias, o cualquier otro que ustedes conozcan con tal relumbrón, me la trae floja. Casi estoy por apostar que incluso ambas personas quedaron estupefactas al saber que les habían otorgado tal honor y aún hoy se estarán preguntando esa famosa frase de "¿Qué he hecho, Señor, para merecer esto?"
Por más que se empeñen, las personas que, como éste que escribe, con un cerebro tal vez demasiado cuadriculado, que así pueden decir los que objeten a ello, seguirán pensando que estos títulos son verdaderas pilas de lisonjas inmerecidas por parte de unos jurados sujetos ovinamente a la orden del pastor de turno.
Y si no, que me expliquen, de modo objetivo y claro y no con un vocabulario más o menos metafórico, melifluo aunque inmundo, falso e interesado, qué han hecho estas dos personas para merecerlo cuando hay por un lado tantas organizaciones y/o personas a nivel mundial (es verdad que criticando en muchas ocasiones las decisiones de gobiernos defensores de acciones militares de toda clase, aunque las disfracen con otro nombre) que sí están luchando por la paz en infinitos lugares del mundo y ayudando, sin pedir nada a cambio, a pueblos que sufren las consecuencias de esos países ricos y soberbios que sólo piensan en sí mismos, y por otro decenas de escritores que han hecho con su obra literaria que millones de personas se hayan acercado a la lectura y al placer de pensar, conocer y disfrutar de esas vidas y mundos que nos proponen.
No sé, pero me parece que estos dadores de premios lo único que quieren es que llegue el día de la entrega para hacerse fotos con personas que nunca habían imaginado que podrían conocer personalmente y luego colgarlas en su salón o por toda la casa, como hacen en esos restaurantes u hoteles hortera que ponen fotos del dueño con diversas personalidades que han estado en su local. No dicen si la comida estaba buena o no, o si el servicio había sido correcto, pero... Y así las del salón: tampoco explican la cara de pánfilo o de sorpresa o de acto social o de "qué coño pinto yo aquí", de algunos de los fotografiados, aunque sí la de vanidad del dueño de la casa.
¿Qué queréis que os diga? A lo mejor es que a mí me gusta más hacer las fotos que aparecer en ellas.
Y sin más, hasta la próxima. Que ustedes salgan bien.
A disfrutar del día , que sólo dura veinticuatro horas.

1 comentario:

  1. Cuando un premio de ese tipo, bien sea Nobel, bien Principe de Asturias o llamalo "h", se lo dan a quien lo merece no deja de ser por casualidad.

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