domingo, 21 de agosto de 2011

Cultura museística asturiana

Hoy leo al comienzo del editorial de La Nueva España una crítica- o algo así- al alto número de museos, entre otras cosas, que se han construido en Asturias durante los últimos años.


Parece ser que permanecen en pie sólo porque a la madre naturaleza aún no le dio tiempo a derruirlos.¡Qué cosas, tú!


Resulta que llevamos más de una década inaugurando por cualquier concejo de nuestro país-como dicen ahora- museos dedicados a la chuminada más increible que a un consistorio, con el beneplácito de la Consejería de Cultura, le venía a la cabeza. ¡Y nosotros sin enterarnos! Bueno, no todos nosotros, que algunos lo sabían e incluso iban a los pinchos, aunque nada más los hubiese de tortilla.


Vamos a ver. Llevo varios años diciendo que los gobiernos anteriores fueron los de los museos a nivel cultural y que, con la excepción de media docena, los demás sobraban, pero como había que contentar a tanto borrico como hubo, había y habrá en Asturias que cree que hacer un museo es construirlo y luego dejarlo ahí a la buena de Dios, pues se hacían y aquí paz y después gloria.¡Como si no lo hubiese que mantener!¡Como si Asturias fuese un territorio capaz de albergar más de un centenar viables económicamente!¡Dios, qué tropa!


Y así está sucediendo: espacios cerrados y a veces cochambrosos que, quién sabe si en el futuro, sólo servirán para realizar una nueva ruta cultural por el Principado: la ruta de los museos, saliendo de Oviedo y visitando todos esos agujeros negros donde se perdió una parte importantísima de dinero público en la época de las vacas gordas y ante la ignorancia cultural de quienes nos gobernaban, de uno y de otro lado. Y todo porque hubo políticos- y los habrá, no lo duden- que pensaron y piensan, porque la cabeza no les daba ni les da para más, que la cultura de un territorio es todo aquello que se puede confinar entre cuatro paredes porque así podía controlarse. Se dejaba entrar a quien ellos quisieran para su estudio y de allí no salía nada, no fuese que alguien lo viera y le diese por hacer algo con ello.


Aquí en Asturias esa creencia va mucho con quienes siguen aún creyendo que debemos arreglar primero lo de los demás para que luego nos ayuden a nosotros. Y así estamos, esperando que nos indiquen qué hacer con nuestra cultura mientras ésta se sigue perdiendo a pasos agigantados. Y no esperemos que sean otros quienes nos saquen las castañas del fuego, que no son tan tontorrones como nosotros: ellos, antes, solucionan lo suyo y, si sobra algo, lo aprovechan y dan un paso más, pero hacia lo de ellos también.


¿Y aquí? Pues eso, esperando hasta que las bolas de los pasamanos echen pelo.


Pásenlo bien, señores, y aprovechen algún día bueno de sol de verano, si es que llega.

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