Ayer, aquí en Grau, en la
Plaza del Cortijo, se descubrió una escultura que servía para rememorar a
tantos y tantos seres humanos como quedaron enterrados en distintas fosas
comunes por este concejo a lo largo de la Guerra Fraterna que asoló nuestro
país hace más de setenta y cinco años. Un símbolo para el recuerdo de muchos de
sus familiares y de las personas que consideramos que la justicia post mortem
ha de ser igual para todos, de uno y de otro bando, es decir, recibir cada uno
la sepultura que todos merecemos independientemente de nuestras creencias. El
respeto para con los fallecidos de una manera similar ha de ser una muestra de
maduración de nuestra sociedad, tanto para los que sufrieron una muerte así de
un bando como de otro, y no caigamos en la falacia de pensar que solo murieron
de este modo tan cruel los de un solo lado. Si bien es verdad que muchas de las
muertes acaecidas durante aquella contienda tuvieron lugar en lugares alejados
del frente de batalla, y más por odios, envidias y rencillas previas que por cualquier
otra causa, tampoco debemos olvidar que las víctimas desaparecidas en condiciones
como esta fueron la mayoría una vez terminada la guerra. Las que a día de hoy serán
recordadas en El Cortijo fueron algunas de ellas, de tantas como en nuestra
geografía acaecieron. Nunca las revanchas fueron buenas cuando la razón de
ellas se basaba en hechos tan trágicos como tuvieron lugar en España, pero el
ser humano nunca aprende de la historia y por eso siempre son los perdedores
los que se llevan la peor parte por culpa de los más abyectos e infames seres del
bando contrario que creen, ¡terrible forma de pensar la de estos excrementos
humanos!, que así son más hombres que los demás y más respetados por sus
superiores, los cuales la mayoría de las veces son iguales que ellos. Así que es,
pues, de justicia rememorar a aquellas personas que fueron vilmente asesinados simplemente
por creer en otras ideas, en unas que en aquellos momentos eran las que la
ciudadanía había defendido en las urnas meses antes, las que nos dotaban de un
sistema de gobierno, mejor o peor, pero más justo e íntegro que el que
padecimos posteriormente basado en la fuerza, en la violencia, el miedo y en la
más absoluta sumisión a riesgo de acabar, quién sabe, arrinconado en vida en
otra cuneta.
Disfruten del día
y sigan con esa sonrisa que nos hace a todos más felices.
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