Quiero
pensar que la proliferación de hermandades que se están creando al hilo de la
Semana Santa en Asturies se debe a la devoción cristiana por parte de sus
componentes y simpatizantes. La tradición de las procesiones durante estas fechas se había
deteriorado, podríamos decir, durante las últimas décadas más que nada por el
qué dirán y, quitando aquellas Semanas Santas que siempre habían estado ahí y
siguen con su arraigo social y religioso, las demás se habían ido quedando casi
escondidas dentro de los templos o a su alrededor. No obstante, a día de hoy,
el incremento en cualquier pueblo o villa, por no decir ya en las ciudades, nos
ha vuelto a recordar que la fe sigue viva, o así debería ser para tantas personas como parecen seguirlas, entre nuestros conciudadanos: no hay lugar donde no
crezca la idea de fundar una hermandad para estas fechas, algo así como cuando
les dio a todos por tener su propio museo, de lo que fuese, tanto valía de una
cosa como de otra. Que no quede un solo Cristo o Virgen en una iglesia que no
salga de procesión, parecen pensar por todas partes. Y si la procesión no deja
una sola calle del pueblo, villa o ciudad sin recorrer, tanto mejor.
Pero…Independientemente
de la fe de muchas de esas personas que procesionan y viven sus creencias de la
forma que consideran más acorde, se me antoja que hay más de folclore y turismo
que otra cosa. Es la última moda a la que se apunta todo quisqui en cualquier
lugar. Y si no, no hay más que fijarse en que hay mucha más gente viendo la
procesión que participando. Es decir, hay más de fiesta que de tristeza, de jolgorio que de pena. Y no es de extrañar: bastantes palos nos da la vida, como para no disfrutar de cuatro días de vacaciones.
Sigan disfrutando de la
Semana Santa y no pierdan la sonrisa.
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